Capitulo 73

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Mi cuerpo fue forzado a bajar a la cubierta inferior. Rhine se acercó a mi dirección e inmediatamente bajé la cabeza, por si acaso pudiera ver mi disfraz.

Sentí las ansias de dirigirme al tipo que me inmovilizaba las manos para una confrontación, pero me tragué mis palabras y resistí el impulso. Estaba seguro de que esta persona era Agares, por ese par de ojos que jamás admitirían su error incluso si se redujeran a cenizas. No sabía por qué Agares estaba haciendo esto, pero definitivamente debía tener sus razones. Si [yo] entraba en pánico ahora... Eso probablemente revelaría su identidad. Sin embargo, al menos debería haber dicho algo, ¡todo sucedió tan rápido que me tomó con la guardia baja!

Mi mente se sumió en una pequeña confusión. Mi mirada se posó en las botas de cuero de Rhine que el piso de la cubierta proyectaba, y mis nervios se retorcieron por el frío sonido de sus pasos que se acercaban.

-¿Quién eres? ¿Qué estabas haciendo escabulléndote allá arriba? -Rhine dejó de caminar y se paró a un metro de mí.

-Buscaba... buscaba el baño -reprimí deliberadamente mi voz a una octava más baja, llegando incluso a hablar en español. Aunque no sabía si encontraría familiar mi voz, rezaba para que no fuera así.

-Levanta la cabeza

Mi respiración se aceleró y mi corazón dio un vuelco, pero entonces las manos que me sujetaban las muñecas en la espalda de repente se tensaron. Tal vez fue una especie de insinuación, mas no pude entender el significado. Sabía que no podía mantener la cabeza gacha para siempre. La base de mi cuello se sentía tremendamente oxidada, muy rígida. Levanté un poco el mentón con gran dificultad, sintiendo que cada nervio de mi cara se crispaba de tensión. Pero entonces llegó la inspiración, y rápidamente fingí estar borracho, inclinando perezosamente la cabeza para mirarlo mientras soltaba una risita beoda. -Oye, no estés tan nervioso. Tengo que echar una meadita, por eso estoy buscando un baño...
Sus ojos se centraron en mi cara. Su mirada era tan aguda que podía calar mis lentes de sol y hacer que mi confianza en mi disfraz vacilara. Solo espero que su habilidad para reconocer a las personas no fuera como la de un agente del FBI. Por suerte, para mi alivio, no mostró ningún signo de reconocimiento después de ver mi acto de embriaguez, simplemente me miró vigilantemente como si fuera un ladrón. -No parezco haberte visto antes. ¿Eres subordinado de Kolov o Licciardi?

-Eh, ¿de qué estás hablando? -dije, balanceando la cabeza antes de volver a bajarla-. Tsk... ¡Dios mío, me voy a hacer pipí! No les importa si me vació aquí en la cubierta, ¿verdad?

-¿Alguien aquí que reconozca a este tipo? -Rhine gritó en voz alta. Pronto, lo que siguió fueron sonidos de gente reuniéndose en la cubierta, por lo que solo pude juntar coraje y continuar este acto apoyándome inestablemente contra la figura de Agares, con mi cuerpo meneándose de un lado a otro. De repente pensé que, si esto fuera una película, tal vez podría ganar un premio o algo así, pero desafortunadamente, parecía que solo me había puesto en un aprieto y no podía salir del escenario. En el fondo, también había un protagonista que claramente no estaba cooperando conmigo en absoluto.

Eso ciertamente lo empeoraba.
Nadie en la multitud le respondió a Rhine, y obviamente ni Kolov podía reconocer mi apariencia actual.

-Enciérrenlo en una de las cabinas de abajo primero -ordenó Rhine.
Fui arrojado entonces como un verdadero borracho a una cabina oscura ubicada en el primer piso. Allí, me restringieron con esposas y me obligaron a beber una repugnante medicina que supuestamente ayudaba con la sobriedad, y tuve temporalmente la oportunidad de estar solo. Pero que me consideraran como un borracho que irrumpió accidentalmente en el barco, eso no sería tan fácil y lo sabía. Tarde o temprano me iban a interrogar, y en ese momento, ¿cómo les ocultaría mi identidad a Rhine y los demás? ¿A qué diantres estaba jugando Agares?
Justo cuando estaba perdido en mis pensamientos, la puerta de la cabina se abrió con un clic y levanté la cabeza de una manera asustadiza. La figura que entró a la habitación me erizó todos los pelos del cuerpo, pero al momento siguiente, me quedé atónito una vez más: la persona que entró era Rhine, pero detrás había alguien más, Agares disfrazado de humano. Parecía un matón leal o, más bien, un séquito, con un rostro circunspecto en su cabeza gacha, pero los objetos de metal que sostenía en sus manos podían hacer que cualquiera se estremeciera de miedo. Esos artículos parecían instrumentos de tortura que los nazis usaban al momento de interrogar a sus prisioneros. Había alicates, un par de tijeras, un cepillo de púas y algo que se parecía a un cucharón para sacarle un ojo a alguien. Mirar todos estos artículos me hizo tiritar.

Las Aventuras De Una Sirena Caliente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora