Capitulo 58

3K 461 96
                                    

—¿Eh? —Lafarre parpadeó rápidamente, confundido. Hizo una pausa—. ¿Tú... qué?

Moví los labios, pero ninguna palabra salió y solo pude negar con la cabeza rígidamente, exhalando un largo suspiro. Lafarre no conocía la situación entre Agares y yo. Por eso, obviamente, no pudo entender lo que acababa de decir.

Además, habría sido una irracionalidad poder hacer una conexión entre todas estas situaciones, pues en la época en que el profesor Vinogreider era joven, mi abuelo solo tenía veinte y tantos años, lo que obviamente significaba que yo aún no había nacido. Le hizo una promesa a Agares, el líder de una especie mítica, una promesa que no sabía si podría cumplir, utilizando a su nieto, que no existía en ese momento, como "cheque" de entrega. ¡Maldita sea, pensarlo en voz alta suena ridículo!
Solo yo creería que esta era la razón de la inesperada invasión de Agares a mi rueda de la fortuna, pero a pesar de eso, no quería creer en mi teoría. Ni un poco. Mi conjetura era que mi abuelo se había vuelto loco, de lo contrario, debió haber ignorado impulsivamente las consecuencias cuando hizo esa promesa, imprudente. Definitivamente no pensó en cuánto me afectaría en el futuro, mas no podía culpar a un familiar que ya había fallecido. Todavía podía recordar claramente cuánto me amaba cuando era pequeño.

A menudo me llevaba a pescar, hacer rafting y acampar, de modo que toda mi infancia transcurrió sin preocupaciones junto al mar. Incluso ahora, cada vez miro hacia el mar, aún puedo recordar su risa brillante y alegre, cómo su suave palma me acariciaba. Estos momentos, eso ya se había grabado en las partes más profundas de mi mente, algo que jamás olvidaría. Para mí, incluso fue como una figura paterna.

No creía que estas acciones se debieran a que quería cumplir la promesa que hizo. Sin embargo, ahora que lo recuerdo con detenimiento, algunos de sus actos eran ciertamente extraños. A menudo, lanzaba fuegos artificiales hacia el vasto e ilimitado mar, o se detenía en la proa del barco y soplaba su bocina, como si llamara o respondiera a algo. ¿Estaba pensando en presentarme a Agares?

Mi respiración se entrecortó, mi mente se sentía como si hubiera sido arrastrada por una repentina ráfaga de viento fuerte, dispersando mi razonamiento a un completo desastre. Mientras Lafarre seguía hablando, sus palabras parecían escurrirse por mis oídos, sin escuchar una sola palabra.

—¡Desharow! —Me desperté de mi aturdimiento cuando Lafarre agitó las manos frente a mis ojos—. Así que escucha, estos nazis probablemente sepan sobre el pasado de tu abuelo, y por eso tienen los ojos puestos en ti. Debes tener mucho cuidado y, al mismo tiempo, intentar hacer uso de esta información que obtuviste para salvar tu vida. Puedes decirles sobre el portal temporal, porque incluso si pueden entrar, se les será difícil salir...

—Entendido, lo haré —solté un profundo suspiro para tranquilizarme, retirando a la fuerza mis pensamientos polvorientos y posando mis ojos sobre el cuerpo de Davis—. Pensaré en una manera de preservar mi vida para poder ganarles algo de tiempo a ustedes. Esos nazis me necesitan para poder estudiar a Agares, podría usar eso negociar y conseguirle un doctor a Davis... ¡Espera!

En tanto decía esto, no pude evitar pensar repentinamente en mi sangre. ¡Así es! Me golpeé el muslo e inmediatamente me precipité a la cama, agarrando el abrigo que cubría a Davis, pero luego volví a hesitar.
Eva me agarró la muñeca. —Desharow, ¿qué tratas de hacer?

—Voy a tratar sus heridas. Podría... tener un método para curarlo, pero necesito que aparten la mirada por un rato —dije desgarbadamente en voz baja, incapaz de imaginar cuán fea sería la escena de mí curando a Davis, especialmente en esta cabina estrecha y apretada con Lafarre y Eva. No podía tener más claro ese tipo de vergüenza, especialmente cuando yo me había topado con el mismo destino en el laboratorio. Debería estar agradecido de que Davis estuviera inconsciente, o de lo contrario podría haber querido suicidarse.

Las Aventuras De Una Sirena Caliente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora