Capítulo 2

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Melissa.




Estiro mi mano queriendo sentir a alguien en el extremo de la cama, pero cuando abro los ojos, el lugar donde se supone debería estar Ian, se encuentra vacío. Miro hacia el techo y después hacia el ventanal que tiene las cortinas bajadas

Me pongo de pie soltando un largo bostezo y descalza hago a un lado un extremo de las cortinas de seda dándome cuenta que el día está siendo un caos. Está lloviendo a cántaros y la neblina no deja ver bien la ciudad.

Escucho un ruido proveniente del baño y sin dudarlo, me encamino hacia allí, dónde veo a Ian frente al espejo a punto de ponerse espuma en la mandíbula.

—Buenos días. —lo saludo. —¿Vas a salir?

Niega.

—No, solo quiero estar presentable.

Sonrío.

—¿Para mí?

Vuelve a negar.

—Te sorprenderá, pero vendrá la corte de Inglaterra a verme, quieren conocerme. —me mira a través del espejo. —¿Quieres ayudarme?

—Si no gozaré de los beneficios, no sé si quiera. —arrugo los labios. —Mejor veré si en la cocina si sobró pastel…

No alcanzo a girar, porque él me toma de la cintura y sin demasiada resistencia de mi parte, me deja sentada encima del lavabo, dónde con sus brazos me rodea evitando que pueda moverme de lugar.

—No irá a ningún lado, Teniente.

Alzo las cejas.

—¿Ah, si? ¿Y quién me lo va a impedir? —inquiero. —Yo no veo un alto mando por aquí.

Se acerca más hasta ubicar su mano en mi nuca y jalar con delicadeza mi cuello hacia atrás.

—Yo soy tu único alto mando ¿Queda claro?

Mi sonrisa se vuelve más grande a la vez que mis labios se separan levemente.

—Me queda claro, señor Meyer.

Lo atrapo entre mis piernas apoyando los talones en su trasero y tomo el bote de la espuma echándome un poco en la mano y después esparciendo por su barbilla. Me pone nerviosa que me mire como lo hace, pero intento concentrarme en el movimiento de mi mano con el rastrillo.

—¿Puedo preguntar algo? —enjuago el rastrillo en el lavabo.

Levanta la cabeza cuando se lo indico.

—Depende.

Frunzo el ceño mirándolo de reojo

—¿Depende de qué? ¿De tu humor para responder o de la pregunta?

Arruga los labios.

—Un poco de ambos, pero dime.

Vuelvo a meter el rastrillo en el agua y ladeo su cabeza hacía un lado. Mi mirada le recorre el cuello, percatandome de las venas que se le saltan en el lado izquierdo.

—¿Ya arreglaste las cosas con tu padre? —suelto despacio. —Yo…me quedé preocupada la última vez que vine aquí y bueno, ya sabes…por la pelea que tuvieron.

Se queda quieto y un par de segundos más tarde me quita el rastrillo de las manos limpiándose el resto de la espuma con una toalla.

—No te preocupes por mi padre y yo, tenemos discusiones todo el tiempo, pero estamos bien.

OSCURA TENTACIÓN 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora