Capítulo 26

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Nathalie

Me cuesta trabajo convencer a mis hijas de que vayan a descansar a su cuarto, pero en cuanto lo hacen, me pongo de pie cerrando la puerta con llave y dirigiéndome al espejo de cuerpo completo que hay en el armario

No puedo estar embarazada.

Los ojos se me llenan de lágrimas al recordar el embarazo de Luca, al recordar que tuve un hermoso niño al cual ya no tengo conmigo y pasar por eso de nuevo me asusta, no estoy lista para soportar otra pérdida.

No quiero eso.

Siempre hemos sido muy cuidadosos, es cierto que al cumplir cuarenta a veces fallaba con la inyección o las pastillas, pero nunca hubo alarma alguna y ahora…

No, no estoy embarazada, no lo estoy.

Me observo el estómago plano, no hay rastro de nada, no veo algo diferente en mis ojos o algún indicio como en los embarazos pasados. Cuando estaba esperando a las mellizas no se me notaron hasta que cumplí el tercer mes casi cuatro y con Luca fue al segundo, pero…

Tocan la puerta provocando que me cubra el estómago y me limpie las lágrimas rápidamente. Respiro hondo antes de abrir y el enojo me sube al ver a mi marido y padre de mis hijos.

—Solo quiero saber cómo sigues.

Bloqueo la puerta con el pie.

—Bien.

—Te traje fresas. —asoma un plato con fresas, las cuales tienen chocolate hasta la mitad. —Cuando estabas…

Le arrebato el plato cuando se me hace agua la boca y al alejarme, él aprovecha para entrar y cerrar la puerta con seguro.

—¿Me das una?

Le golpeo en la mano cuando intenta tomar una.

—De seguro en la cocina hay, ¿Por qué no vas a comer allá?

—Porque quiero estar contigo. —se pone de cuclillas frente a mí cuando me siento en la cama. —Te extraño, cariño.

—Yo no. —miento.

Se ríe.

—Pues no te creo.

Me encojo de hombros.

—No es mi problema. —muerdo una fresa. —¿Por qué no vas a ver cómo está la mamá de tu hijo y él?

—Estoy dónde quiero estar.

Formo una mueca.

—No mientas.

Rueda los ojos.

—No miento. —se defiende. —Nathalie, mírame. —me niego. —Mírame.

Lo hago y odio que a pesar de los años siga siendo tan guapo como el día en que lo conocí. Han pasado más de dieciséis años, pero sigue siendo tan malditamente sexy que el primer día que lo ví.

Sus ojos azules ahora acompañados de unas arrugas al lado de ellos, su frente se arruga un poco sin que tenga el ceño fruncido y tiene un par de canas en el cabello negro.

—Te amo. —susurra. —Dijiste que jamás durarías de eso.

—¿Te importa ella?

Respira hondo.

—Solo por Marcel. —murmura. —La recuerdo, fue algo momentáneo, era joven y no, no estaba enamorado. Mantuvimos contacto un par de meses, pero ella jamás me dijo nada y yo jamás la busqué porque sinceramente no me interesaba, luego conocí a Aurora y bueno, ya sabes el resto.

OSCURA TENTACIÓN 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora