Capítulo 7

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Ian.


«Perdoname, Melissa »

Sé que desde que envié ese mensaje, no había marcha atrás. Rompí mi promesa y será la primera de muchas, porque ni siquiera puedo ser honesto con la persona que amo y quién debería de tener mi lealtad absoluta

Abel arranca la camioneta siguiendo la dirección que le indico por el teléfono, la misma que me han enviado a mi.

Una hora después dejamos la ciudad atrás llegando al pueblo de Saratoga Springs. Los edificios antiguos quedan a la vista y pasamos varios, llegando a uno de ellos donde abren una puerta permitiendo que el coche se adentre.

La oscuridad no deja ver mucho y por ello le echo mano al arma que tengo en el asiento colocando el dedo en el gatillo y quitando el seguro, listo para disparar si es necesario.

Abro la puerta despacio, las luces se encienden y…

—¿Le vas a disparar a tu madre, hombrecito? —preguntan detrás de mí.

Bajo el arma de inmediato girando para verla. Está de pie a un metro y medio de distancia, tiene un abrigo sobre los hombros y tiene el porte que debe de tener la esposa de un Boss.

—Jamás.

Soy recibido en sus brazos y correspondo tal abrazo un breve momento hasta que me alejo dando un paso atrás observando a los hombres de la Bratva que vienen con ella.

—¿Jordan?

—No pudo venir ahora, al parecer hay un problema en Italia y él fue personalmente a resolverlo.

—¿Grave? —camino junto a ella hacia el fondo de la bodega. —¿Tiene que ver conmigo?

—En Italia todo tiene que ver contigo, pero no te preocupes que Jordan se están encargando de que aquel que no te siga, no siga a nadie más.

No puedo cuestionar sus métodos, porque siempre traen buenos resultados y la verdad es que sin la ayuda del Boss, no creo que las cosas estén bajo control en Italia.

No hasta que yo tome el mando por lo menos.

Llegamos hasta una habitación donde toma cuatro vasos pequeños y sirve un trago de vodka en cada uno, ofreciéndole a Abel y a Dedrick, el primero lo rechaza y el segundo se lo quita bebiendo él.

—Ya tienes un lugar seguro en la ciudad, Jordan también te envío un arsenal de las mejores armas militares rusas —comenta. —Siete de los mejores hombres de la Bratva te vigilarán de cerca, cada uno de ellos se va a reportar con Abel, se que solo confías en él para la seguridad.

—Necesito también un espía, alguien dentro de la central de Washington que se reporte conmigo y saber que carajos es lo que tienen en mi contra. —declaro. —Para eso buscaré ayuda de mi tío Max.

Asiente.

—De acuerdo. —se sienta en un taburete. —¿Cómo está Nathalie? ¿Tus hermanas, tu padre?

—Están bien.

La verdad es que no tengo muchas ganas de charlar y no me apetece otra cosa que no sea ponerme de pie y servirme otro trago hasta el tope bajo la mirada de desaprobación de Abel, quien sé que no hará nada, pero aún así tengo claro que no quiere que beba.

OSCURA TENTACIÓN 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora