Capítulo 37 Psiquiatra

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Capítulo 37 Psiquiatra

Draco parpadeó un par de veces antes de salir de su ensoñación. Miró la hora en el reloj de pared y recordando la cita con el psiquiatra, se levantó de su asiento.

-Vamos, se nos hace tarde -apremió el joven, dando un último sorbo a su bebida.

-¿Tarde para qué? -preguntó Hermione, confusa.

-Tenemos que ir a San Mungo.

-¿Tan pronto? Creí que tomaría más tiempo -exclamó Hermione, temerosa.

-¿Estás enferma, mamá? -preguntó Hugo preocupado y su madre negó rápidamente.

-Es solo rutina, tranquilo.

-Es por tus pesadillas, ¿verdad? Ve, mami. ¡Ya no quiero que sufras! -dijo dándole un abrazo.

-Está bien, hijo, iré. Ahora ve a jugar.

Luego de eso, Draco y Hermione se aparecieron en San Mungo, se registraron en recepción donde una bruja regordeta y rubia los atendió y les dio indicaciones de cómo llegar a la planta del hospital, donde se ubicaba todo lo relacionado a la salud mental.

Al llegar al pabellón, fueron recibidos por una bruja casi igual de regordeta que la de la recepción principal, solo que esta tenía el cabello negro y parecía ser muy amable. Se sentaron en la salita de espera y no pasaron más de dos minutos cuando una puerta color salmón se abrió y de ella salió un hombre alto, tez morena, anteojos redondos y una expresión afable en el rostro que a Hermione le inspiró confianza.

-Granger, Hermione -pronunció el hombre de bata verde.

Ella se puso de pie al igual que su acompañante, caminó hacia el consultorio y se detuvo girándose hacia Draco.

-No puedo. No me van a creer....

-Escúchame, Hermione, si quieres estar bien para tu hijo tienes que pasar por esto.

-Lo sé, lo sé, pero no deja de ser complicado.

-Mira, a Hugo no le gusto verte así la otra noche -le miró fijamente- y a mí no me agradó la alucinación que tuviste esta mañana.

-Está bien, ya entendí y no volverá a ocurrir, es solo que me aterra. ¡Y si piensan que estoy loca! ¡Y si...!

-Yo estaré aquí para protegerte. No permitiré que nadie te lastime.

Ella observó esos ojos grises y vislumbró sinceridad y algo más que no supo o quiso detectar; sin embargo, eso le dio seguridad y con paso decidido entró al consultorio. El sanador cerró la puerta detrás de él y la invitó a que se sentase frente al escritorio, donde él se sentó en su silla y comenzó a hacerle preguntas de rutina, tomando nota. Hermione jugueteaba con sus manos sin saber bien que hacer con ellas. El mago terminó todo el papeleo y dirigió su atención a ella, poniéndola aún más nerviosa.

-Muy bien, Hermione. ¿Cómo te sientes? Veo que me refieres que has tenido alucinaciones y pesadillas. Esto te ha afectado en tu día a día, ¿cierto? -Hermione asintió.

-Siento que voy a enloquecer. -Bajó la vista a sus manos por un momento.

-Créeme que no es tan fácil como piensas -respondió en tono ameno.

-He tenido pesadillas desde hace tiempo, pero esta mañana fue diferente, estaba despierta y lo vi... vi a Ronald en la entrada de la casa. ¿Es normal que me pasé esto?

El hombre asintió, se levantó y se sentó en una silla frente a ella con una pequeña libreta en las manos y una vuela pluma.

-¿Está mañana fue la primera vez que te ocurrió?

Fugitiva : Evitando el Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora