Capítulo 50 Audiencia II

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Capítulo 50

Las cosas en la mansión Greengrass no iban mejorando, sino todo lo contrario, en especial ese día, puesto que Cyrus llegó más temprano de lo habitual para sorprender a su hija Astoria y comprobar que no estaba en comunicación con Neville. Subió escaleras arriba hacia el cuarto de su hija, tocó la puerta y al no responder, decidió entrar. Al principio no encontró nada fuera de lugar; no obstante, pronto sus ojos se fijaron en un pergamino  que estaba en la mesita de noche. Leyó su contenido e iba sintiendo como la ira y la impotencia se apoderaban de él: su hija nuevamente le había mentido y seguía en comunicación con ese idiota. Debía hacer algo al respecto.

Arrugó el pergamino en sus manos, lo tiró al suelo y justo en ese momento, Astoria entró y miró la carta en el suelo y luego a su padre y supo que estaba perdida. Él la había descubierto, pero por una parte su corazón se alegró, ya no quería seguir con esa farsa, así que se armó de valor para enfrentarlo.

—¡Me has estado mintiendo, niña! —Le señaló con el dedo, controlando su enfado—. ¡Es que tú nunca vas a entender!

—¿Y qué quieres que haga? No puedo ir en contra de lo que siento, papá. Yo lo amo. ¿Por qué es tan difícil para ti entender que alguien sí se pueda fijar en mí por lo que soy y no por lo que tengo?

El hombre llevó una mano al puente de su nariz y  suspiró pesadamente, controlándose.

—Eres demasiado ingenua. No sabes nada de la vida, ni siquiera sabes lo que es el amor. No puedes seguir con esto, no sabes ni lo que quieres. Primero estabas obsesionada con Malfoy ¡y ahora con Longbotton!

Por primera vez en su vida Astoria se plantó frente a él y se negó a hacer lo que él quería.

—¿Sabes una cosa? No voy a dejar que me sigan pisoteando. Voy a estar con él te guste o no.

En un principio, Cyrus  se quedó sorprendido al ver la determinación y firmeza en su hija, algo que nunca le había visto en su vida, ni siquiera cuando era pequeña.

—No estarás hablando en serio —dijo con falsa calma.

—Nunca he hablado más en serio en mi vida y si tú no estás de acuerdo con ello, ¡no me importa!

—¿Eres consciente que si lo haces perderás todo lo que tienes? Y yo…

Ella le interrumpió.

—Sí, soy consciente y no me importa. Hazlo, cualquier cosa es mejor que vivir en esta jaula de oro.

—¿Ah sí? Pues no solo te quitaré todo, sino que también haré que no contraten al estúpido de tu novio, ¿me entiendes? —dijo ya quedándose sin amenazas.

Ella le miró fijamente y le respondió:

—Ya no me importa lo que hagas, si quieres que así sean las cosas, , encontraremos la manera. No todo se soluciona con dinero, espero que algún día lo entiendas —espetó con ojos muy abiertos—. Y para tu información, me voy ahora mismo de aquí. —Astoria avanzó hacia la mesita de noche donde tenía su bolso, buscó con la mirada su varita, que por los nervios no la encontraba.

Cyrus estaba en una pieza sin entender a qué se debía ese arrebato caprichoso que tenía su hija en ese momento y de repente, vinieron a su mente las palabras de Ronald. Esto ya se estaba saliendo de sus manos y debía impedirlo cueste lo que cueste y si para eso debía amenazarla o incluso hechizarla, estaba dispuesto a correr el riesgo, no podía dejar que su familia cayera en vergüenza. Así que con todo el dolor de su corazón, le apuntó a su hija con la varita. Astoria, al sentir su fuerte mirada sobre ella, se giró y con incredulidad lo observó.

Fugitiva : Evitando el Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora