5. Quid pro quo

328 26 3
                                    

No he pegado ojo en toda la noche pensando en lo ocurrido en la piscina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No he pegado ojo en toda la noche pensando en lo ocurrido en la piscina. Cuando cerraba los ojos podía sentir las manos de Ezra a mi alrededor y sus labios en los míos. Mi cuerpo sentía deseo pero a la vez rechazo por lo mismo.

Antes de que suene el despertador ya estoy vestida y tomando un café en la cocina. Rosie no tarda en aparecer junto a su marido y en completo silencio desayunamos los tres. El padre de Ezra se va a trabajar sin mediar palabra alguna y su madre no sale de la habitación hasta media mañana para pedirnos una infusión detox y salir de casa poco después de eso. Ninguno estará en casa. Ezra no ha dado señales de vida desde anoche así que pasamos el día limpiando y cocinando para nosotros mismos.

A mitad de la tarde nos tomamos un descanso y yo me encierro en mi habitación para intentar dormir un poco. No quiero comentarios desapropiados sobre mi aspecto en la cena y sé que los voy a tener por parte de la señora Dankworth.

Estoy cayendo profundamente dormida cuando la notificación de un mensaje me hace desvelar.

—Mierda—murmuro—Ezra—leo soñolienta—¿Qué diablos quiere?

Ezra: Ven a mi habitación

Sky: Es mi hora de descanso

Ezra: Ven ya!

Sky: que te jodan. No pienso ir.

Pongo el móvil en silencio y vuelvo a intentar retomar el sueño pero la puerta de mi habitación se abre bruscamente haciéndome sobresaltar.

—¿Se puede saber qué haces aquí?

—Quería hablar contigo.

—No es mi hora de trabajo, Ezra.

—No es sobre trabajo.

Me acomodo en la cama y con una sábana oculto mis piernas.

—¿Qué quieres?

—¿Cómo vas a pagar el viaje a Italia?— se sienta en la cama cerca de mi. Su rodilla roza levemente mi muslo bajo la sábana.

—No voy a ir a Italia.

—¿Le vas a romper el corazón a la dulce Noora de esa manera?—lleva una mano al pecho exagerando.

—Sí—admito—No tengo dinero ni tiempo para un viaje.

—Yo podría pagarlo.

—No quiero tu caridad.

—No es caridad. Es trabajo. Tu trabajas para mi y yo te pago.

—Es justamente lo que estoy haciendo.

—No, estás trabajando para mis padres. No para mí. Anoche descubrí algunas cosas sobre ti.

Mi cuerpo se tensa y Ezra eleva su mano hacia mi. Con sumo cuidado acaricia mi mejilla como si fuese algo caro que fuese a romperse. Cierro los ojos y doy un pequeño suspiro. Hace mucho que nadie me tocaba delicadamente. Creo que nunca lo han hecho.

—Nadie se resiste a mis encantos—dice Ezra provocando que abra los ojos—Ni la mismísima Sky Morgane.

—Vete a la mierda—golpeo su mano alejandola de mi.

—¿Entonces hay trato?

—No voy a trabajar para ti.

—No sería trabajar para mí, sino conmigo y siempre que quieras. Cuando estés sola en tu habitación y no tengas donde acudir siempre puedes venir a la mía.

—¿Estás intentando que te venda mi cuerpo?

—Quid pro quo, Sky. Estás tan falta de cariño como yo.

—No voy a acostarme contigo por dinero. No apoyo la explotación sexual.

—Está en tu mano. Si necesitas dinero, sexo u otro baño en la piscina ya sabes donde duermo—Ezra guiña el ojo y sale de mi habitación con una sonrisa.

¿Pero se puede saber que se ha creído? ¿De verdad pensaba que me acostaría con él por dinero? Jamás me acostaría con él. No de nuevo. Lo de anoche no fue nada. Solo fueron unas caricias y una penetración que jamás volverá a ocurrir. Me pongo la almohada sobre la cara y doy un grito ahogado. No soporto a Ezra Dankworth.

DESLIZA PARA LEER EL SIGUIENTE CAPÍTULO

Qué nos queda después del verano [Libro #3 Saga Destinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora