14. Intenso

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¿El viaje? Insuperable

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¿El viaje? Insuperable.
¿La vuelta? No tanto.

Ezra y yo apenas hemos intercambiado palabras desde aquella noche en el pub. La distancia que noto entre nosotros es palpable, y no puedo evitar sentirme frustrada. Él fue quien inició este juego, y si lo único que buscaba era un simple escape para olvidar a Ava, bien podría haberlo dicho desde el principio.

—¿Todo bien? —pregunto con cautela, rompiendo el incómodo silencio.

Nos quedan aún unas horas de vuelo, y en la primera mitad de este apenas hemos intercambiado más que suspiros y miradas vacías.

—Quiero llegar a casa y dormir en mi cama —responde, sin mirarme—. El sofá de Noora no es tan cómodo como parece.

—Podrías haber dormido en la cama, pero preferiste el sofá todas las noches —le reprocho, tratando de entender su comportamiento.

—¿Y con quién debería haber dormido? ¿Contigo o con Ava? —levanta una ceja, desafiándome con su mirada.

—Creo que sabes la respuesta —respondo, sintiendo un nudo en el estómago.

—Creo que tú la sabes mejor que yo.

—¿Has vuelto con Ava? —la pregunta sale de mis labios casi sin pensar, pero necesito saberlo.

—¿Las chicas no habláis de estas cosas entre vosotras? —me responde con una pregunta, evadiendo la mía.

—¿Eso es un sí? —insisto, esperando que finalmente me diga la verdad.

Ezra se encoge de hombros, una respuesta vaga que dice más de lo que él quiere admitir. Lo tomo como un sí, y mi corazón se hunde un poco más.

El resto del vuelo transcurre en silencio. Ezra se queda dormido mientras mi mente se desborda con pensamientos ansiosos y una creciente sensación de no ser suficiente.

Al aterrizar, tomamos un taxi de vuelta a casa. Ezra logró que nos dieran unos días libres, así que el resto del personal no llegará hasta mañana, y sus padres no estarán en casa hasta la próxima semana. Aprovecho la soledad para hacer la colada y tratar de organizar mi mente, aunque lo último parece una tarea imposible.

Un mensaje en el chat grupal que comparto con Noora y Ava interrumpe mis pensamientos.

Noora: @Ava, ¿algo que contar?
Ava: No... ¿debería?
Noora: Ezra y tú volvisteis muy contentos. ¿Lo habéis arreglado?
Ava: Está todo bien entre nosotros.
Sky: Pero, ¿habéis vuelto?
Ava: Deberías preguntarle a él.
Sky: ¿Eso es un sí?

Ava no responde a mi último mensaje, y Noora tampoco insiste. La conversación muere ahí, dejándome con más dudas que respuestas.

Es una noche agradable. Decido salir al patio y me recuesto en una de las tumbonas junto a la piscina, mirando al cielo. Sorprendentemente, esta noche se ven más estrellas de lo habitual, un espectáculo raro en Londres debido a la contaminación lumínica.

—¿Qué haces aquí? —la voz de Ezra me saca de mi ensimismamiento. Se acerca y aparece en mi campo de visión.

—Mirar las estrellas —respondo sin mirarlo.

Ezra empuja suavemente mi cuerpo hacia un lado y se acomoda a mi lado en la tumbona. Su cercanía es abrumadora.

—No cabemos —murmuro incómoda, sintiendo cómo las costillas se me clavan en el respaldo.

Ezra me recoloca, haciendo que mi cuerpo quede casi sobre el suyo. La proximidad es tan intensa que es difícil ignorar la electricidad que chisporrotea entre nosotros.

—Sigue siendo bastante incómodo —digo mientras me levanto. Camino hacia la piscina y meto los pies en el agua. Ezra me sigue y se sienta a mi lado.

—¿Estás bien? —pregunta, su voz cargada de una preocupación que no había mostrado antes.

—Sí —miento, esperando que él tome la iniciativa y me cuente lo que realmente está pasando.

—¿Hablaste con Ava? —su tono se vuelve más serio.

—No —respondo, tratando de esconder mi frustración detrás de una fachada calmada. Estoy esperando que él confirme mis sospechas, pero no parece dispuesto a hacerlo.

Ezra se deshace de su camiseta y pantalones con un movimiento fluido y se zambulle en la piscina. Nada hacia mí y abre mis piernas para colocarse entre ellas. Su mirada se encuentra con la mía, intensa y llena de deseo.

—¿Vienes? Prometo no soltarte —susurra mientras sus dedos recorren el exterior de mis muslos. Coloco mis manos en sus hombros y, antes de darme cuenta, estoy en el agua con él. Mis piernas se envuelven alrededor de su cintura, y la sensación de su piel contra la mía me deja sin aliento.

—No te diste ni un baño en Milán. Ni siquiera te quitaste los pantalones —comenta, sus labios rozando mi oído.

—No sé nadar. Ya lo sabes.

—¿Y los pantalones influyen en eso?

Las pocas veces que he estado desnuda con Ezra, he evitado que vea la parte superior de mis muslos o mi bajo vientre. Es una inseguridad que no puedo superar.

—Era para que no me tiraseis al agua. Si estaba vestida, sabía que no lo haríais.

—Sabes que tienes un cuerpo precioso, ¿verdad? —Ezra acaricia mi espalda con una ternura que contrasta con su usual actitud desinteresada—. No te he visto completamente desnuda, pero he tocado cada parte de tu cuerpo y puedo asegurarte que es hermoso.

Ezra aprieta su erección contra mi sexo, arrancándome un gemido involuntario. Sus labios se posan en mi cuello, besándome con una urgencia que no puedo ignorar.

—¿No has vuelto con Ava? —mi voz es apenas un susurro, temerosa de la respuesta.

—No, ¿qué te hace pensar eso? —su tono es firme, casi molesto.

—Pensaba que...

—Seguramente no pensaste —interrumpe, mordiéndome el cuello—. Sobre pensaste.

Antes de que pueda responder, me deja suavemente sobre el borde de la piscina. Sus manos recorren mis piernas, levantando mi vestido hasta dejar mis bragas al descubierto. Las desliza con facilidad y me acerca más al borde, besando el interior de mis muslos con una devoción que me deja sin aliento.

Cuando su lengua se desliza sobre mi sexo, un suspiro se escapa de mis labios. Mis manos vuelan a su cabello, aferrándome a él mientras su lengua se adentra en mí, enviando olas de placer por todo mi cuerpo. Ezra gime contra mi piel, y la vibración intensifica la sensación, llevándome al borde de un abismo que nunca antes había explorado.

La intensidad del momento me abruma, y empujo a Ezra lejos, incapaz de procesar lo que estoy sintiendo. Me mira con duda, pero no dice nada. Cierro las piernas y me dejo caer hacia atrás, tratando de recuperar el aliento.

—¿Todo bien? —pregunta con suavidad.

—Sí —respondo, aunque mi voz traiciona mi nerviosismo.

—Si no quieres seguir...

—Sí, sí quiero —lo interrumpo, abriendo de nuevo las piernas y permitiendo que su lengua continúe su labor mientras miro las estrellas, tratando de anclarme a algo en medio de la tormenta de sensaciones que me envuelve.

HOLA CARACOLAS,

¿QUÉ TAL ESTÁN? ESPERO QUE BIEN.

ESTE MES ESTÁ SIENDO UNA LOCURA Y APENAS ME QUEDA TIEMPO PARA ESCRIBIR. SIENTO EL RETRASO. MUCHAS GRACIAS A TODAS LAS QUE SEGUIS LEYENDO ESTA SAGA DESPUÉS DE TANTO TIEMPO.

NOS LEEMOS EN LOS COMENTARIOS.

FELIZ SEMANA

Qué nos queda después del verano [Libro #3 Saga Destinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora