3. No vuelvas mañana a casa

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La primera semana pasó sin ningún incidente con Ezra a excepción de aquella noche en mi habitación donde se fue sin mediar palabra

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La primera semana pasó sin ningún incidente con Ezra a excepción de aquella noche en mi habitación donde se fue sin mediar palabra. Ezra apenas ha estado en casa y cuando lo está, solo sale de su habitación para comer o para darse un chapuzón. Las veces que hemos coincidido en casa me ha ignorado completamente o hizo como si no estuviese. Debería sentirme ofendida pero ciertamente no lo hago. Es para mi un alivio que no siga insistiendo en que deje su casa.Él podría hacer que me despidan en un abrir y cerrar de ojos y eso sería lo peor que me podría pasar en este momento.

Ahora está de nuevo en la piscina. Se ha convertido en una pequeña obsesión mirarlo mientras nada. Siempre sale a la misma hora, la hora en la que limpio su habitación y se asegura de no estar ahí conmigo. Las vistas de su habitación son las únicas que dan a la piscina por lo que me regodeo unos minutos mirándolo nadar de un lado a otro. ¿Qué tiene de malo mirar como un chico nada de un lado a otro? Nada. Absolutamente nada. Exceptuando aquellas pequeñas veces donde mi mirada es más curiosa y se fija en cómo cada uno de los músculos de su espalda y brazos se extienden y contraen cuando da largas brazadas o como pequeñas gotas de agua recorren su perfilada nariz hasta acabar en la comisura de sus labios.

-Sky-Rosie interrumpe en la habitación. Todavía sigo mirando por la ventana y me avergüenza saber que se ha dado cuenta de que estoy mirando a Ezra-¿Puedes ir un poco más rápido? Te necesito abajo-dice y sale de la habitación para dejarme sola de nuevo.

Vuelvo mi mirada hacia el chico rubio que sigue nadando sin importarle nada de lo que pase fuera de esa piscina. Me pregunto cómo sería mi vida si yo fuese como él. No me refiero a arrogante, si no a rico. No tendríamos problemas para pagar las facturas y los préstamos y yo también tendría ganas de nadar todas las mañanas sin preocupaciones alguna.

Vuelvo a poner los auriculares inalámbricos en mis oídos para seguir limpiando. Al menos puedo escuchar algo de música mientras estoy trabajando. Siempre en un tono que me permita oír si alguien me reclama.

-Ya solo me apetece, poder volver a casa y partirnos una pizza como hacemos los viernes-canturreo en voz baja-Ya solo me apetece, pegarte una paliza, jugando al cuatro en rayas y que después te quejes-sigo cantando con algunas lágrimas amenazando en salir de mis ojos. Esta canción me transporta a cuando era pequeña y todo parecía estar bien en casa, cuando mamá no estaba enferma y las facturas no nos ahogaban mes a mes. La canción sigue sonando mientras yo sigo cantando sin pudor a que alguien pueda entrar en la habitación.

-Creo recordar que te pagamos para limpiar no para cantar-Ezra está de vuelta en su habitación. Su pelo está mojado y algunas gotas caen por su rostro hasta perderse en la comisura de sus labios mientras otras siguen bajando hasta su cuello para seguir bajando por su pecho y...-¿Qué haces todavía aquí?-pregunta sacándome del recorrido que están haciendo las gotas de agua por su cuerpo. Ezra me mira con confusión en su rostro.

-Estoy terminando-me disculpo-Si pudieras esperar tan solo unos minutos.

-No-niega-La próxima vez te darás más prisa.

Qué nos queda después del verano [Libro #3 Saga Destinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora