11. El sobre

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Hace cuatro días que no veo a Ezra, concretamente desde lo que pasó con mamá

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Hace cuatro días que no veo a Ezra, concretamente desde lo que pasó con mamá. Cuando volví al trabajo, Rosie dijo que Ezra se fue de viaje con unos amigos y que volvería en unos días. La situación en el trabajo ha estado bastante tranquila. Solo la madre de Ezra ha pasado la semana aquí. Su padre volvió a irse de viaje y no volverá hasta dentro de una semana.

Por otra parte, mamá salió del hospital un par de días después de lo ocurrido y todo quedó en un pequeño susto. Aunque lo fue más para mí que para ellas. A pesar del paso de los años, sigo teniéndole pánico a la sangre. Es un miedo que tengo desde pequeña. Veo algo de sangre y comienzo a marearme.

—El señorito acaba de llegar —anuncia Rossie—. Está hambriento. Pide que le lleves la cena a su habitación.

—¿Yo? —balbuceo.

—¿Quién si no? Para eso se supone que estás aquí —Rossie ríe y me revuelve el cabello.

—Está bien —asiento—. Mientras tanto, ¿puedo ayudarte en algo?

—Puedes llevar la ropa sucia de Ezra al cuarto de la lavandería y poner una lavadora.

—¿Dónde está la maleta?

—La ha subido a su habitación. Ve por ella.

Ezra nunca se lleva la maleta a la habitación cuando vuelve de viaje. La suele dejar al lado de la escalera para que nos sea más fácil llevarla a la lavandería, ya que se encuentra en la planta inferior. Ha llevado la maleta a su habitación por algún motivo y creo saber por qué. Ha estado enviando mensajes que no he contestado. Me arrepiento de cómo le hablé y no soy buena pidiendo disculpas.

Golpeo la puerta y Ezra suelta un casi inaudible "adelante". Abro con cautela la puerta de la habitación y compruebo dónde está él. Ezra está sentado en el borde de la cama mirando su móvil, pero cuando oye el sonido de la puerta abriéndose, su mirada vuela hacia mí.

—Vengo por...

—Sí, la maleta —me interrumpe—. ¿Qué tal todo?

—Bien —cojo la maleta y me dirijo a la puerta—. ¿Está tu madre mejor?

—Sí, está bien. Como te dije, solo fue un pequeño susto. Gracias por preguntar —camino hacia fuera de la habitación sin mirarle—. En un rato te traeré la cena.

—Me tomaré un baño mientras tanto.

Bajo a la sala de lavandería y pongo una lavadora con la ropa de Ezra. Pensaba que se había ido de vacaciones a la playa, pero por la ropa que ha llevado es algo más formal. Igualmente, habrá tenido fiesta con chicas, esté en la playa o no. ¿Por qué debe importarme a mí si se divierte con chicas o no? Ezra solo es un amigo. Quizás solo un conocido. Lo que él haga en su vida privada no debe importarme.

Vuelvo a la cocina cuando la cena está lista para servir. Subo de nuevo a la habitación de Ezra con la bandeja en mis brazos. Ezra ha dejado la puerta medio abierta, por lo que entro y le dejo la comida sobre la mesa del escritorio, junto a la ventana donde se puede ver la piscina.

Qué nos queda después del verano [Libro #3 Saga Destinos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora