ven aquí

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—¡Jin-ah!—la linda azabache dió un par de vuelta a su alrededor, buscando por cada rincón de la pequeña sala rastros de su unnie favorita. Eso había desaparecido desde hace algunas horas, faltando a la clase de baile y en caso de no encontrarla ahora también a las prácticas grupales de canto.

—¡Jin-Jin!—Exclamó—¡SOOJIN!—gritó de una vez, ya mareada por las incontables vueltas que había dado en el mismo lugar. Para su mala suerte, no había rastro visible de la coreana y tampoco una voz que diera respuesta a sus gritos.

Por su parte, la ingeniosa bailarina no pasaba el mejor de sus días, aferrada y con sus rodillas pegadas al pecho yacía sentada en el suelo, con la espalda contra el frío concreto de la pared. Suspiraba exhausta.
A lo lejos era capaz de oír la dulce voy de su compañera, intentando ignorarla cómo le fuese posible.

—Soojin, ah—Seguía su búsqueda la extranjera, con su voz calada de desesperanza, asomando su desordenada melena por cada rincón.—Sé que estás por aquí ¡Puedo oler tu perfume!

La joven de labios cereza intentaba cubrirse con sus brazos, buscando de forma casi inútil el ocultarse tras sus delgadas extremidades.

Para ser ciertos, estas últimas semanas no le habían tratado muy bien.
Su evaluación vocal había descendido de forma abrupta luego de haber pillado un resfriado, algo normal y entendible si no se encontrase siendo evaluada de forma semanal y lamentablemente el ser el pequeño prodigio del baile de su grupo de trinees no parecias ser suficiente para mantenerla en un buen ranking, para sumarle, su madre había llamado hace poco para informar su mala situación económica y la falta de una ayuda monetaria de su parte provocando más de una discusión respecto a su decisión de ser una Idol.

¿Debería conseguir otro trabajo de medio tiempo? Con el actual no parecía ser suficiente para mantener sus gastos y ayudar a su familia.

Tal vez solo debía renunciar.

—¡Soo-Soo! ¡Jin-Jin!—Cubrió sus oídos de forma violenta al por la voz cada vez más cercana, apreciaba mucho la dedicación de la taiwanesa en encontrarla pero se sentía demasiado débil para jugar con ella en este momento.

—¿Seo Soojin?—preguntó Shuhua, agachándose a su altura, levantando de forma juguetona la cabeza tan bien oculta de Seo de entre sus rodillas.—¿Estás bien?—susurró en un coreano poco hábil, mirándola con preocupación.

La muchacha de melenas castañas intentó mantener su mirada estable, forzando un carraspeó antes de decir—Uhm! ¿Está todo bien? Solo estoy algo can- —unos brazos fuertes la envolvieron con firmeza—sada..—Terminó de decir, perdiendo la compostura al hundirse entre las telas del suéter de Yeh.

—No sé qué es lo que ocurre, pero espero sepas que puedes contar con nosotras para lo que sea, tu sentir nunca será una molestia para mí tanto como para nuestras compañeras y no deseo que te quedes aislada sufriendo por tu cuenta—Susurró solo para ambas Shuhua en su idioma natal, sosteniendo con contención a su unnie—Para mi cómo para nadie eres una salvación y deseo ser aquello para ti también, tal vez no puedas comprenderme tal cómo yo no puedo hacerlo contigo, pero todo estará bien.

Con un asentó poco trabajado le dijo mirando a sus ojos oscuros—Poco entiendo, pero está bien, tú estás bien.

Shuhua sonrió y dejó un beso en la frente de Seo, guiandola para dejarse caer sobre su pecho en un extenso y cálido abrazo.

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No escriban a las 3 d la mañana, se les van a olvidar las cosas

𝕆𝕦𝕣 𝔹𝕒𝕓𝕪 ; Ot5 x ShuhuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora