Desamor

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Su llanto le desgarraba el alma, las lágrimas le recorrían las mejillas sin ningún pudor aunque fuera la primera vez que lloraba en su presencia. Sabía que Liadan estaría a su lado, no hacían falta palabras de consuelo su simple presencia la calmaba como un bálsamo.


La estrechó entre sus brazos, intentando transmitirle sosiego, la castaña se agarró fuertemente a ella como si  fuera un bote salvavidas en medio de un embravecido océano. Sus sollozos comenzaron a remitir, convirtiéndose en pequeños gemidos, hasta que el silencio reinó.


─Gracias por estar siempre a mi lado. ─susurró débilmente, con la voz ronca debido al llanto. Lia negó con la cabeza.


─Somos amigas, nunca te dejaré sola.


Una vez calmada, decidieron que sería mejor ir a su habitación, la noche había sido muy dura y no querían añadirle además un castigo, seguramente sus compañeras estarían dormidas, mejor... así no harían preguntas. Además Hermione no quería cruzarse que Brown, algo completamente lógico tras lo ocurrido.


Una vez en la cama se desearon las buenas noches y Lia cayó inmediatamente en el profundo mundo de los sueños.


Severus Snape entró en la ostentosa mansión Malfoy con su capa ondeando tras él y llevaba su máscara de mortífago que le ocultaba el rostro. Había sido llamado por el señor tenebroso.


Andaba por uno de los muchos interminables pasadizos decorados con retratos de antiguos miembros de la familia e infinidad de muebles y jarrones de un valor incalculable.


Al llegar al final del pasadizo unas grandes puertas de roble rojizo daban paso al interior de la sala de reuniones, al abrirlas vio que todos se encontraban sentados en sus respectivos lugares,  algo que lo desalentó pues llegar tarde solo significaba una cosa.


─Te has retrasado Severus. ─habló una voz siseante que arrastraba las palabras como si de un reptil se tratase.


─Lo lamento mi Lord. ─respondió haciendo una reverencia, era mejor no poner escusas.


─¡Crucio!


El hechizo impactó de lleno, haciendo que cayese al suelo en medio de convulsiones, todo su cuerpo se contrajo a causa del insoportable dolor como si una infinidad de cuchillos le rasgasen la piel desde dentro. Se retorcía y se agitaba incontrolablemente, se mordió fuertemente el interior de su mejilla para no soltar ningún grito y aguantó valientemente hasta que todo se detuvo.


Levantándose lentamente se dirigió a su lugar, le dolía el cuerpo entero y estaba sudando. Los presentes observaban con paciencia y una vez sentado la reunión comenzó.



Una vez terminada, Severus quería salir inmediatamente de ese lugar e informar a Dumbledore, si ese monstruo ponía las manos encima de su objetivo no sabía lo que podría ocurrir, pero antes de que pudiera retirarse Malfoy y Middleford se acercaron a él.


─¿Cómo te encuentras Severus? ─preguntó el rubio platinado, posándole una mano en el hombro.

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