Albus Dumbledore se apareció justo enfrente de las inmensas puertas forjadas que cerraban el paso a cualquier persona ajena a la mansión.
Llamó al timbre y esperó pacientemente. Unos instantes después, las puertas se abrieron lenta y silenciosamente, mostrando orgullosas lo engrasadas y cuidadas que estaban.
Se adentró con paso ligero observando con curiosidad el vasto jardín. Una gran extensión de césped decorado con estatuas antiguas, cuidadas plantas y flores coloridas.
Cuando por fin llegó a las puertas de entrada de la gran mansión, éstas se abrieron con presteza.
El mayordomo que le abrió hizo una marcada reverencia y le instó a que pasara, Dumbledore lo evaluó con inteligencia. Llevaba un traje de pingüino muy bien confeccionado y totalmente a medida. Era alto y delgado, el cabello cano perfectamente peinado y los ojos azules. Se notaba que estaba en un sitio de alta aristocracia, aunque a él nunca le había impresionado esta clase de derroche en cada uno de los detalles.
− ¿Me permite su chaqueta sir? –preguntó educadamente.
−Por supuesto. –dijo Dumbledore al tiempo que le daba su abrigo.
−El señor Middleford le recibirá en su despacho. Si es tan amable de acompañarme...
Dumbledore siguió al mayordomo a lo largo de interminables pasillos y escaleras, hasta que al final llegaron a su destino. Una puerta de madera oscura, custodiada por un gran can que le observaba con interés. El mayordomo llamó suavemente a la puerta y después de recibir la aprobación para que entraran abrió la puerta para Dumbledore y le dejó pasar inclinándose de nuevo con una reverencia.
Cuando el anciano mago hubo pasado las puertas, el mayordomo las cerró desde fuera y allí se quedó.
La estancia estaba presidida por una gran mesa, llena de pergaminos y... Eso era un... ¿Cómo se llamaba? ¿Ordenador? Dumbledore alzó las cejas, sorprendido.
Middleford estaba sentado, tocando los botones del "ordenador" a una velocidad casi vertiginosa. En el cabezal de la silla, una imponente lechuza de color negro observaba fijamente con sus grandes ojos naranjas al recién llegado.
−Buenos días profesor Dumbledore. –saludó su anfitrión levantándose y acercándose a él para estrecharle la mano.
−Señor Middleford. –saludó a su vez.
−Tome asiento por favor. –pidió Middleford. Una vez los dos estuvieron asentados en sus respectivos sitios, Middleford inició la conversación con presteza. − ¿Cómo está Lia? –preguntó afligido.
−Anoche se escapó. Pero tranquilo, ya está a salvo y custodiada. –tranquilizó al hombre, que se había levantado de golpe, provocando que la lechuza abriera sus formidables alas y ululara asustada.
− ¿Dónde y con quién está? –exigió saber.
−En su casa, con el profesor Snape. No corre ningún peligro, eso se lo aseguro.
− ¿Aún confía en él? –preguntó receloso.
−Totalmente.
Después de un suspiro, Alastair Middleford pareció calmarse un poco. − ¿Cómo está llevando... todo el asunto?
−Es muy reciente, pero es una chica fuerte. Lo superará con el tiempo. –contestó muy seguro de sus palabras.
Alastair se frotó la frente con cansancio.
−Espero que tenga razón Dumbledore... −tras unos segundos de silenció volvió a hablar. – ¿Le ha informado ya de su situación? –otro resquicio de temor se mostró en sus nobles facciones.
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Identidad
FanfictionLiadan, una joven estudiante de Hogwarts tendrá que superar sus miedos, confiar en sus amigos y creer en ella misma. Ser adolescente no es fácil, pero lo es aun menos cuando el mundo mágico está a punto de cambiar drásticamente. El Señor Tenebroso v...