Omnes ingredientia

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El ruido era ensordecedor. Alumnos, profesores, miembros del consejo escolar e invitados se habían congregado en el estadio de Quidditch para disfrutar del primer partido del año que prometía ser de lo más entretenido. Gryffindor contra Ravenclaw era un buen enfrentamiento para empezar la temporada.

Los jugadores entraron en el terreno de juego portando sus escobas al hombro y la multitud rugió.

A Lia se le revolvió el estómago como siempre antes del comienzo de un partido. Eran los nervios y la adrenalina acumulándose. Le encantaba esa sensación.

Fijó su mirada en las gradas. Vio a Hermione aplaudiendo fervientemente junto a Neville y Luna, quien llevaba ese sombrero en forma de león tan gracioso. A unos metros más allá se encontraba el comentarista, Lee Jordan, buen amigo de los gemelos Weasley. Alrededor de Lee se encontraban los profesores e invitados, se llevó la mano inconscientemente al hombro y se ruborizó apartando la mirada rápidamente, no quería verle en ese momento, estaba demasiado avergonzada y tenía que concentrarse únicamente en el partido.

Los jugadores se colocaron en posición y alzaron el vuelo dando una fuerte patada al suelo.

La profesora Hooch se situó en el centro del campo. Primero liberó la snitch dorada, que velozmente desapareció, seguidamente las bludgers salieron disparadas hacia el cielo y luego Hooch agarró la quaffle con sus dos manos. Fue en ese momento cuando se hizo el silencio. Lia no oía nada más que su lenta respiración acompañada rítmicamente por los latidos de su corazón. Todo se detuvo a su alrededor, nada más existía. Agarró con fuerza el mango de su escoba sintiendo como la fría madera se calentaba con su tacto.

La pelota fue lanzada con fuerza hacia arriba; entonces los cazadores salieron disparados para conseguir hacerse con la quaffle y todo pasó muy deprisa.

Severus observaba el campo con atención. Blake se veía muy concentrada en el juego, robando la quaffle, pasándola y haciendo coberturas. Llevaban quince minutos de partido y el marcador seguía muy igualado, 60-50 a favor del equipo de los leones.

Pero había algo muy extraño en la manera en que se desenvolvía el equipo. La normalmente compenetrada pareja que formaban Weasley y Blake se ignoraba mutuamente. Johnson intercedía siempre entre las dos. Cuando Blake poseía la pelota, se la pasaba a Johnson y lo mismo ocurría con Weasley.

Severus recordó la conversación que tuvo con su alumna el día anterior. Por lo visto las jóvenes brujas estaban enfadadas entre sí y estaban dejando que eso se interpusiera en su juego. Al recordar eso, le vino otra cosa a la mente, algo que había evitado pensar en todo el día. La acción tan atrevida que cometió su alumna contra su persona y lo cierto es que se sentía confundido. Hacía tanto tiempo que no había tenido ninguna clase de contacto físico con nadie que no supo cómo reaccionar, simplemente se quedó allí sentado, aturdido.

Pero analizando la situación fríamente, se estaba dando cuenta de que Blake no le desagradaba tanto como antes. Sí, seguía siendo impetuosa, descuidada y rebelde, además de mentirosa, aún negaba su participación y la de sus amigos en el incidente en Hogsmade y le escamaba no haberle sacado una confesión, aunque tarde o temprano lo haría; pero también había descubierto ciertas virtudes de ella que ignoraba. Como su inesperada madurez, su gran lealtad y su valentía al defender lo que creía correcto. Y no era tan estúpido como para negar que le estaba empezando a agradar su compañía. Aunque fuera forzada.

En ese momento Stretton, uno de los cazadores de Ravenclaw, consiguió cortar un pase bastante pobre que había realizado Blake hacia Johnson. Logrando así hacerse con la posesión de la pelota, pasándola a su compañero Burrow, el cual igualó el marcador.

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