La suertuda, el enamorado y el espía

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El corazón se le estrujó al recordad la mirada que le había dirigido su profesor de pociones. Parecía decepcionado, y eso no le gustó en absoluto.

Cuando la profesora McGonagall la acompañó a su sala común la noche anterior, no pronunció palabra alguna. Simplemente se limitaba a observarla de vez en cuando con los labios fuertemente fruncidos, tanto que se le ponían blancos. Al despedirse, le aconsejó que se curara, nada más. Eso también le había hecho sentirse extraña. McGonagall era una de esas personas que te reñían hasta que te doliera la cabeza. Pero esa vez no. Aunque se sentía un poco bien al pensar que la había defendido del ataque de Umbridge.

Al pensarlo, se extrañó de qué le afectara más la mirada de Snape, que el vacío de McGonagall, y no era lógico. McGonagall era su jefa de casa, con la que supuestamente tenía más confianza. ¿Por qué le molestaba más lo de Snape?

Cuando atravesó el cuadro de la dama gorda, pudo ver a sus amigos sentados alrededor del fuego, discutiendo algo entre susurros. Al darse cuenta de su presencia callaron y se levantaron inmediatamente. Lo que la sorprendió fue no ver a Ginny con ellos, más no le dio importancia.

─ ¿Que ha pasado? ─preguntó una alterada Hermione.

─ ¿No te habrán expulsado, verdad? ─preguntó Harry al instante.

─ ¡Eres mi idola! ─soltó Ron, ganándose miradas reprobatorias de los otros dos.

─Esto es serio Ronald ─lo riñó Hermione ─Y es "ídolo" no "idola" ─lo corrigió. El joven se encogió de hombros, aun sin borrar la sonrisa de su rostro.

Lia se tiró en el sofá granate y suspiró ─No, no me han expulsado ─anunció. Sus amigos sonrieron aliviados ─Tengo castigo con Snape el próximo semestre. ¡Entero!

─Bueno, es lógico ─esta vez fue Lia quien miró mal a Hermione ─Digo, aunque fuera por una buena razón, que no apruebo en absoluto ─enfatizó ─Es normal que te hayan castigado.

Lia hizo oídos sordos al reproche de Hermione y les contó todo lo ocurrido en el despacho de Dumbledore. Mientras Hermione le administraba un poco de solución de Murtlap en el labio y un poco de desinflamatorio en el pómulo. Les conto todo, incluido el castigo de Draco, que hizo muy felices a sus dos amigos, la irrupción de Umbridge y la presencia de Malfoy padre y el tal Middleford.

─ ¿Cómo está Luna? ─preguntó preocupada.

─Bien... un poco triste por lo de la foto, pero por lo demás bien.

Lia asintió.

─Deberíamos irnos a dormir ya, es tarde ─Hermione se levantó seguida por Ron.

Lia iba a levantarse, pero Harry le hizo una seña para que se quedara. Los otros dos al ver que no se levantaron se detuvieron.

─ ¿Subís o no? ─preguntó Ron en medio de un gran bostezo.

─Id tirando ─dijo Harry.

Hermione los observó con curiosidad, pero Ron la agarró de los hombros, dirigiéndose a los dormitorios.

Una vez quedaron solos, Harry sonrió a Lia y ésta le devolvió la sonrisa.

─Me alegro de que no te hayan expulsado.

─Si, yo también ─rió la joven.

─Con lo de antes y tal... se me olvidó preguntarte como te fue en el castigo ─dijo Harry ajustándose las gafas.

La chica frunció el ceño sin saber a lo que se refería, hasta que recordó su castigo con Umbridge y todo lo que ocurrió después. Un leve rubor tiñó sus mejillas. Si Harry se dio cuenta o no, no lo mostró.

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