A la mañana siguiente se levantó antes que sus compañeras y sin hacer ruido, entró en el baño cerrando la puerta con seguro.
Tenía agujetas en brazos y piernas, pero lo bueno es que las manos no le dolían en absoluto. Se deshizo de las vendas poco a poco y cuando las tuvo completamente descubiertas, sonrió. Las ampollas habían desaparecido, dejando lugar a un poco de piel enrojecida.
Le había sorprendido enormemente la actitud del profesor Snape. Nunca era amable con nadie. Ni se preocupaba de alguien que no fuera él mismo o su querida casa de serpientes. Pero con ella había sido incluso agradable. ¡Por Merlín, la había curado! Eso era inaudito...
Desde la noche anterior, cuando llegó a su cuarto, se preguntaba el porqué de ese trato...
La había curado con cuidado y esmero, procurando no hacerle más daño. Y no supo por qué, pero ese hecho la enterneció, provocándole una serie de sentimientos antagónicos. Los primeros y más lógicos eran el desconcierto, por lo extraño de su conducta hacia ella. Desconfianza, por el hecho de que pudiera estar actuando de forma premeditada para que se confiara y así poder sonsacarle una confesión. Inquietud, porque si era así, eso quería decir que estaba dispuesto a cualquier cosa por descubrirla. Pero por otro lado y no muy razonablemente, se sentía alegre, afortunada y satisfecha. Unos sentimientos que no lograba comprender, no sabía de dónde venían ni porqué los sentía. Y eso la confundía y asustaba a partes iguales.
El fin de semana fue tranquilo y divertido, las chicas, Harry y Ron pasaron los dos días juntos. Hablando, divirtiéndose y planeando las vacaciones. Luna se iría con su padre a Escocia en busca de unos seres raros que ni Hermione recordaba el nombre. Los demás se irían todos a Grimmauld Place.
Era lunes y se encontraban en clase de Transformaciones con la profesora McGonnagal. Mientras practicaban el hechizo para convertir sus pupitres en sillones reclinables. La profesora iba paseándose por el aula, corrigiendo los fallos o alabando los aciertos.
Harry no había dejado de mirarla desde que se habían encontrado en el Gran Comedor. Estaba segura de que esperaba a tener la oportunidad de hablar con ella a solas. Y eso la angustió. ¿Qué le diría? -Mira Harry, Umbridge me castigó poniéndome de rodillas aguantando dos libros que me quemaron las manos, pero tranquilo, estoy bien. Snape me encontró y me curó muy amablemente- Obviamente no podía decirle la verdad. Además estaba el hecho de que si abría la boca, Snape le haría la vida imposible. Y estaba segura que lo haría.
─Señorita Blake, no mueva tan bruscamente la muñeca. Tienen que ser movimientos fluidos ─aconsejó McGonnagall al pasar por su lado.
Volvió a intentarlo, concentrándose en lo que estaba haciendo y controlando el movimiento de su muñeca. De un momento a otro, su pupitre se transformó en un mullido sillón color crema.
─ ¿Lo ve? Bien hecho, diez puntos para Gryffindor ─dijo McGonagall orgullosa alejándose del lugar.
Después de las clases tuvo un par de horas libres que aprovechó para ir a la biblioteca con las chicas para hacer los deberes. Agradecía tener a Hermione como amiga en momentos como ese, ya que en la clase de Historia de la magia no había podido soportar más de diez minutos prestando atención. Hermione era la única que no se dormía en las clases del profesor Binns. Así que le explicó el tema de ese día, dejándoselo todo más que claro.
─ ¿Habéis notado algo raro en los Slytherin? ─preguntó de repente Ginny, llamando la atención de todas.
Hermione se encogió de hombros y Lia frunció un poco el ceño, indicando así las dos que no se habían dado cuenta de nada.
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Identidad
FanfictionLiadan, una joven estudiante de Hogwarts tendrá que superar sus miedos, confiar en sus amigos y creer en ella misma. Ser adolescente no es fácil, pero lo es aun menos cuando el mundo mágico está a punto de cambiar drásticamente. El Señor Tenebroso v...