Ginny llegó a la sala común de Gryffindor bastante afligida. Aun le costaba creer lo que había visto en el campo de Quidditch. ¿Harry y Lia? ¿Enserio? Era una pesadilla. Ni cuando se enteró de lo de Harry y esa Ravenclaw asiática se había sentido tan mal. Y es que Liadan era una de sus mejores amigas. ¿Cómo podía hacerle eso? Era una falsa...
Si esos dos querían estar juntos, pues muy bien. Pero que no volvieran a contar con ella. Le habían roto el corazón, y no pensaba perdonarlos.
Se dirigió con rapidez hasta las escaleras que llevaban al dormitorio de chicas, pero al empezar a subir, chocó contra alguien que bajaba. Media docena de libros y pergaminos se esparcieron por el suelo estrepitosamente.
─Ginny eres tu... ─dijo de repente Hermione desde el suelo, mientras recogía todas sus cosas. La pelirroja empezó a ayudarla desganada y sin pronunciar una sola palabra ─Habéis tardado. ¿Se ha alargado mucho el entrenamiento de hoy? ─preguntó su amiga, a lo que se limitó a encogerse de hombros.
Hermione notó la extraña actitud de Ginny, por lo que decidió no andarse por las ramas ─ ¿Qué te ocurre?
─Nada, solo que estoy muy cansada del entrenamiento y eso... ─respondió con una débil sonrisa ─Me iré a descansar. Y sin darle tiempo a Hermione a decir nada más, se fue escaleras arriba a pensar en lo ocurrido y en lo arpía que había sido Liadan Blake.
El oscuro profesor de pociones se encontraba en el despacho del director. En breves tendrían una nueva reunión con la Orden y él no poseía ninguna información significativa. Hacía semanas que no era convocado por el señor Tenebroso y eso alteraba aún más al anciano director. Ya que si no era requerida ninguna reunión de mortífagos, eso quería decir que todo marchaba según lo planeado. La infiltración en el Ministerio había sido un éxito, y ya se podían apreciar sus frutos.
─Entonces no entiendo como el señor Tenebroso aún no se ha hecho con la profecía. Si hubiera sido así, ya habría reunido a los mortífagos ─expresó Snape su opinión.
─Puede que sí, o puede que no, Severus... Tom es un hombre individualista y autosuficiente. Si no cree que sea algo relevante para su bien, no dirá nada. Aunque no creo que se deba a eso. Estoy seguro muchacho, de que él no puede hacerse con ella.
─ ¿Que le hace pensar eso? ─preguntó confundido ─Ahora mismo hay más de una docena de topos en el Ministerio. Cualquiera de ellos podría haberse hecho ya con ella.
─El campo de la adivinación es muy complejo. No se rige con normas o ecuaciones. Es una de las magias más incomprendidas que existen, una de las más maravillosas y por eso también puede llegar a ser peligrosa. Conocer el futuro es algo muy serio y conlleva una gran responsabilidad. Y creo, no, estoy seguro, de que solo aquel al que le afecte la profecía, puede hacerse con ella.
─Entonces el señor tenebroso necesita a Potter para hacerse con ella y conocer la profecía entera...
─Exactamente. Quiero que no le quites el ojo de encima a Harry, Severus. No podemos permitir que se acerque a él, ahora menos que nunca.
Snape suspiró levemente e hizo un gesto afirmativo con la cabeza. Llevaba ya cinco años pendiente del crío, ¿Qué más le daba ponerle más atención?
El hecho es que si le molestaba. No quería estar tan cerca del hijo de James Potter.
Una vez acabada la reunión, los dos maestros se dirigieron al Gran Comedor. Pero al entrar se sorprendieron de lo que ocurría. Draco Malfoy y Liadan Blake se estaban peleando a "lo muggle" mientras sus respectivos amigos procuraban separarlos sin conseguirlo, Minerva McGonagall intentaba abrirse paso entre la marea de estudiantes, al igual que los demás profesores. Los demás alumnos vitoreaban y animaban la escena riendo y aplaudiendo.
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Identidad
FanfictionLiadan, una joven estudiante de Hogwarts tendrá que superar sus miedos, confiar en sus amigos y creer en ella misma. Ser adolescente no es fácil, pero lo es aun menos cuando el mundo mágico está a punto de cambiar drásticamente. El Señor Tenebroso v...