Cap. 2

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ROSÉ


La clase de filosofía está a punto de terminar, y mientras guardo mis cosas, mi mirada se detiene en Lisa, que sigue sentada en su lugar. La mayoría de los alumnos ya han salido del salón, y solo quedamos ella, un chico, una chica y yo. Poco a poco, todos se van, y al final, solo Lisa y yo permanecemos en la sala vacía.

La observo en silencio, sin que ella se percate. Siempre parece estar en su propio mundo, apartada del resto, excepto cuando está con sus amigos. He notado que, cuando está sola o cree estarlo, se pierde en sus pensamientos, absorta en lo que hace, completamente ajena al entorno. A veces la veo tomar fotografías de cualquier cosa que llama su atención, y en otras ocasiones, se refugia en un libro, especialmente en aquellas clases que no parecen interesarle. A pesar de su aparente indiferencia, Lisa es extremadamente inteligente. Destaca en todas las materias, aunque tal vez no lo note. Me pregunto si, cuando escribe en su cuaderno, estará registrando sus pensamientos, redactando un diario, tomando notas o, quién sabe, tal vez escribiendo un libro o poesía. La idea de que alguien escriba poesía en estos días me parece asombrosa; es algo que muchos han olvidado.

De repente, Lisa suspira profundamente, estirando sus brazos y piernas, lo que me saca de mi ensimismamiento. Antes de que pueda reaccionar, saca su cámara y se levanta para acercarse al ventanal. Estamos en el tercer piso, y los ventanales enormes ofrecen una vista impresionante de uno de los jardines más grandes y hermosos del colegio, con sus majestuosos árboles y un cielo que parece no tener fin. Lisa comienza a tomar fotos con una concentración y encanto que me cautivan. Recuerdo entonces que, durante la excursión al acuario de la semana pasada, Jennie me mencionó que Lisa me había tomado algunas fotos.

Respiro profundamente, llenando mis pulmones de aire para reunir valor, y comienzo a acercarme a ella con cautela, intentando no asustarla. Después de todo, ya ha pasado un buen rato desde que se suponía que debíamos habernos ido. Son las 6:30 de la tarde y Lisa aún no se da cuenta de mi presencia.

—Lisa... —digo con un tono suave, lleno de nerviosismo.

—¡CARAJO! —grita, dando un brinco y girando bruscamente.

—Lo... lo siento, no quería asustarte —me apresuro a decir, sintiendo cómo mis mejillas arden de vergüenza.

—¡Rosé! ¡Por Dios! Qué susto me diste —dice, llevándose una mano al pecho mientras cierra los ojos.

—De verdad lo siento, Lisa, no es mi intención asustarte. Intenté acercarme con la mayor cautela posible para no hacerlo... —me explico torpemente, aún nerviosa. Temo que piense que la estoy espiando, lo cual no es del todo incorrecto, ya que decidí quedarme a observarla después de notar que estamos solas en el salón. Dios, qué vergüenza.

—Tranquila, no pasa nada. Sí, me llevé un buen susto. Creí que estaba sola en el salón, ni siquiera me percaté de que estabas aquí. Perdón —dice, llevándose una mano a la nuca y sonriéndome.

—No, no. La culpa es mía por no hacerte saber que aún estaba aquí. Solo que te vi tan concentrada que no quise interrumpir. Pero justo recordé que, en la excursión de la semana pasada, mi amiga me mencionó que me habías sacado algunas fotos. —Noto cómo Lisa se pone visiblemente nerviosa, y sus mejillas se ruborizan al instante.

—Bue... bueno, yo... —Lisa apenas puede articular las palabras, evitando mirarme a los ojos. Seguro piensa que estoy molesta.

—Lis, tranquila, no estoy molesta por eso. Sé que es algo que haces en tus ratos libres. Ya en una ocasión mostraste tu trabajo en una exposición, y déjame decirte que es asombroso lo que haces. Solo quiero saber si podrías mostrarme las fotos que tomaste aquel día. Además, sé que no es la primera vez que lo haces —río un poco para aliviar la tensión, pero parece no haber funcionado del todo.

Destinadas a ser. (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora