Cap. 41

213 16 6
                                    

LISA

Han transcurrido tres meses desde que Jennie abrió su corazón y me confesó sus sentimientos. Desde aquel día, mis labios han permanecido sellados, sin pronunciar palabra alguna sobre lo ocurrido. Hablamos con la misma normalidad de siempre, pero entre nosotros se ha levantado un muro invisible. Jennie ha tomado distancia, lo que no es sorprendente. Debió sentirse herida al no recibir una respuesta por mi parte. Sin embargo, no supe qué decir... o tal vez sí, pero me faltó el valor para hacerlo. En el instante en que sus palabras se deslizaron en el aire, una mezcla de emociones se desató en mi interior. Sentí una especie de euforia, como si en lo más profundo de mi ser hubiera estado esperando ese momento. Pero justo entonces, las palabras de Bibi regresaron a mi mente como una daga, y una oleada de culpa me invadió. Por eso, sin poder soportar la intensidad del momento, simplemente abandoné su habitación. Las chicas siempre tuvieron razón, pero mi inseguridad me hizo reprimir lo que sentía por Jennie. A pesar de todo, ese sentimiento nunca se desvaneció; ha permanecido latente en lo más recóndito de mi corazón.

No obstante, no puedo negar que también amé a Bibi con cada fibra de mi ser. Anhelé con todas mis fuerzas construir un futuro con ella, y el dolor de su partida me caló hasta los huesos. Pero ahora comprendo que nuestro destino estaba marcado para un tiempo limitado. Bibi fue mi primer amor; ese que llevaré siempre en el corazón como un recuerdo tan hermoso como inalcanzable. Me enseñó muchas cosas, y ahora es momento de dejarla ir, de despedirme de lo que fuimos y de lo que nunca podremos ser.

Durante este tiempo, he dejado de ahogar mis penas en el alcohol y de tomar decisiones impulsivas, como lanzarme a los brazos de la primera chica que me dirigiera una palabra amable. He reenfocado mi vida: he vuelto a concentrarme en mis estudios, en mí misma, y en las personas que me rodean. Y, sobre todo, quiero centrarme en lo que siento por Jennie. Necesito disculparme por no haber sido capaz de articular palabra alguna aquel día. Necesito confesarle lo que también siento, desde hace tanto tiempo.

Hoy Jennie no vino a la universidad porque tenía un compromiso importante. Aprovecharé este día para hablar con ella. Al salir de clase, las chicas me esperaban en el estacionamiento para regresar juntas. Las noté extrañas, como si algo las preocupara. Al llegar a casa, lo primero que hice fue dirigirme a la habitación de Jennie, pero por más que llamé, no obtuve respuesta alguna.

—¿Saben a dónde fue Jennie? —pregunté a las chicas, mi voz cargada de incertidumbre.

—¿Por qué? —respondió Jisoo, arqueando una ceja.

—Porque... porque finalmente he decidido confesarle mi amor —dije, con una determinación que resonaba en cada palabra. Sentí una ola de orgullo por haber llegado a esta decisión.

—Lis... —Rosé me miró con tristeza, sus ojos reflejando una pena que no podía ocultar—. Jennie nos pidió que no te dijéramos nada, al menos no hasta que estuviera en el lugar donde, en este momento, se supone que debe estar. Nos contó que te confesó lo que sentía por ti y que tú simplemente te marchaste. —Las chicas desviaron la mirada, apenadas—. Durante estos tres meses, ella estuvo gestionando un intercambio para los dos años que le faltan de carrera. Al parecer, por su excelente promedio, fue aceptada y hoy, apenas salimos de casa, ella tomó un vuelo para ver las instalaciones de la universidad... en Londres —dijo Rosé con voz entrecortada. Sentí una opresión en el pecho, y mis ojos buscaron a Jisoo, desesperada por respuestas.

—Lo siento, Lala. Sabes que cuando prometo algo, lo cumplo, y la culona me amenazó —Jisoo se encogió de hombros, mirándome con pena.

—No esperabas que ella se quedara esperando, ¿verdad? —espetó Momo con un tono ácido.

Destinadas a ser. (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora