Cap. 39

165 11 0
                                    

LISA

Salí del baño, con una resaca que me pulsaba en la cabeza como un tambor insistente. Me dirigí al clóset, donde elegí un conjunto negro de Adidas: pantalones deportivos, una camiseta y una sudadera a juego, complementado con unos tenis de la misma marca. Añadí una gorra a mi atuendo y me preparé para el día.

Tras veinte minutos de preparativos, me rocié con loción y descendí al salón. El teléfono comenzó a sonar. Era mi madre. Habían pasado dos días desde la última vez que la vi, y ella había insistido en que debía ir a visitarla hoy. Rodé los ojos y contesté.

—Buenos días, mamá. ¿Qué ocurre? —pregunté, mientras me dirigía a la cocina para tomar una botella de agua.

—Buenos días, cielo. No quiero parecer insistente, pero creo que ya te hemos dado suficiente espacio. Necesitamos hablar. Quiero que vengas a casa esta tarde-noche, y no es una opción. Hasta entonces, hija —dijo, y colgó la llamada antes de que pudiera responder. Suspire y me dirigí a la entrada en busca de las llaves de mi camioneta.

—¿Lili, vas a salir? —preguntó Jennie, apareciendo en el pasillo. Me giré para verla, y me sorprendió lo encantadora que se veía. Llevaba un vestido blanco que le llegaba a la mitad de los muslos y un suéter azul cielo. Su rostro estaba libre de maquillaje, salvo un toque de brillo en los labios, y su perfume tenía un aroma deliciosamente fresco.

—Sí, y por lo que veo, tú también tienes planes —respondí.

—Sí, ¿vas a trabajar en la cafetería? —preguntó mientras se aplicaba más bálsamo labial.

—Sí. ¿Te queda cerca el lugar al que vas? ¿Te gustaría que te acompañe? —inquirí, curiosa por su destino y su compañía.

—Justamente voy para allá. ¿Recuerdas a Jerome? —dijo, mientras se miraba nerviosa en el espejo del salón.

—¿El enfermero? —pregunté, algo sorprendida.

—Exactamente. Me invitó a tomar un café, pero como no lo conozco bien, sugerí que fuera en un lugar donde me sintiera cómoda. ¿Qué opinas? ¿Me veo bien? —explicó, buscando mi aprobación.

—Sí, estás radiante... no hacía falta que lo preguntaras, siempre luces hermosa con cualquier cosa que lleves puesta. No te preocupes por impresionarlo; ve cómoda y segura de ti misma, Nini —dije, acercándome para ajustar el brillo que se había acumulado en la comisura de sus labios con el pulgar. Jennie mantuvo los labios entreabiertos mientras lo hacía.

—Gracias —dijo, desviando la mirada rápidamente—. Se nos está haciendo tarde, ¿vamos? —Jennie salió de la casa y nos dirigimos hacia mi camioneta.

[...]

JENNIE

Lisa hizo algo que no había hecho en mucho tiempo: abrió la puerta de la camioneta para mí. Subí al vehículo, me aseguré el cinturón de seguridad, y Lisa hizo lo mismo a su lado. Estaba exhausta; sus ojeras eran profundas y su aroma a cigarro era penetrante. Detestaba eso, odiaba que fumara y bebiera en exceso.

—¿Por qué no vino a buscarte él? —preguntó, manteniendo la vista fija en la carretera.

—Me negué. Ya te dije, no lo conozco bien y no estoy segura de querer conocerlo más. Después de esta primera cita, decidiré si quiero seguir viéndolo —respondí, intentando no mostrar mi incomodidad.

—¿Entonces es una cita? —su tono sonaba molesto.

—Supongo que sí. Las chicas dicen que desde el primer momento en que nos cruzamos, su mirada reveló una atracción hacia mí —mientras hablaba, Lisa se detuvo en un semáforo en rojo y me miró—. No voy a negar que también me atrajo algo de él. Chocamos sin querer, y desde el primer instante fue muy cortés y atento. Se disculpó y fue tan amable al pedirme mi número. Es muy alto, y sus ojos me fascinaron. Además, tiene una sonrisa encantadora —le conté, recordando cada rasgo de su rostro.

Destinadas a ser. (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora