cap. 37

47 3 0
                                    

BIBI



Nos encontrábamos ahí, ambas contemplando una pequeña porción del vasto mar, el mismo lugar donde tuve la dicha de conocer a Lisa. Este rincón del mundo siempre ha sido especial para mí, un refugio donde la calma y la paz parecen envolverte como un abrazo invisible.

—Este es mi lugar seguro —solté de repente, sintiendo la mirada de Lisa fija en mí—. Sé que tú también tienes tu lugar seguro, y entiendo lo que eso significa para ti. Yo, aunque quisiera mantenerlo oculto, no puedo; está a la vista de todos —sonreí con cierta melancolía—, pero aun así, este lugar significa mucho para mí. Siempre ha sido especial, me encanta la paz y la tranquilidad que siento con la brisa del mar chocando en mi rostro, mis pies descalzos en la arena, el olor a sal... y los atardeceres son la mejor parte. —Para este punto, mi corazón ya latía desbocado. Sabía que en cualquier momento se rompería, y qué mejor que aquí, donde todo comenzó, y ahora está por terminar.

—Bibi... —Lisa susurró mi nombre, pero su voz no sonaba nerviosa; era como si no tuviera ningún sonido en absoluto. Tal vez ya había notado el propósito de estar aquí.

—Por favor —la interrumpí antes de que pudiera continuar—, solo déjame hablar, te lo pido. —Me coloqué delante de ella, necesitando que me escuchara por completo.

—Las sensaciones que me provocaba estar aquí se multiplicaron el día en que te conocí, en aquella casa —dije, señalando la casa de los señores Kim en la distancia—. Ese día jamás lo olvidaré por nada del mundo. No sabía que te convertirías en alguien tan importante para mí. —Lisa me miraba con atención, pero podía ver en sus ojos la desesperación y la confusión que mis palabras le provocaban. Tenía el ceño ligeramente fruncido.

—Eres el amor de mi vida, Lisa —murmuré, acunando su rostro con mis manos mientras le sonreía con tristeza—, pero yo no soy el tuyo. —Sus ojos se agrandaron de sorpresa—. Me costó mucho aceptarlo, pero lo hice, y por eso estamos hoy aquí. —Tomé ambas de sus manos, entrelazando nuestros dedos—. Hoy te estoy dando mis alas para dejarte volar. —Y en ese momento, algo en mi interior se rompió en mil pedazos. No pude contener las lágrimas, que comenzaron a correr libremente por mis mejillas.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Lisa, soltándose de nuestro agarre con un movimiento brusco.

—Que te estoy dejando, estoy rompiendo lo nuestro —dije, tratando inútilmente de secar mis lágrimas, pero estas seguían fluyendo con más intensidad.

—¿Pero por qué? ¿Qué fue lo que hice o dije? ¿Y nuestro hijo? —Lisa estaba más que alterada, su voz temblaba con una mezcla de incredulidad y miedo.

—No hiciste nada malo, cielo, al contrario. Todo el tiempo pude notar tu honestidad y esfuerzo en la relación. No dudé ni un solo instante de tu amor, sé que me amas, sé que harías cualquier cosa por mí. —Intenté explicarle, pero Lisa me interrumpió, gritando.

—¡¿Y entonces por qué estás haciendo esto?! —El llanto que había estado conteniendo estalló de golpe, y verla llorar de esa manera me destrozó el alma.

—Porque yo quiero estar contigo el resto de mis días, porque te amo de una forma en la que sé que jamás me amarás, por más que lo intentes. Porque yo te veo de la misma forma en que tú ves a Jennie, y no lo notas. No eres capaz de verlo, y está bien, es algo que también me costó aceptar, y no tienes idea de cuánto. Y si me equivoco respecto a ella, de igual forma, no me ves como yo a ti. ¿O lo haces? Dime, Lisa, ¿qué sientes por mí? —Explosé, con miles de sentimientos arremolinándose dentro de mí, incapaz de detener el torrente de emociones.

Destinadas a ser. (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora