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Entraron de golpe, rodeándonos con rapidez

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Entraron de golpe, rodeándonos con rapidez. Los tipos que protegían al enano con patas nos empujaron hacia una rueda, aislándonos en medio del caos.

-Así está bien -dijo el rubio bajando las escaleras con calma, como si tuviera todo bajo control-. Si nadie se mueve, todos seguirán vivos... Buen trabajo, muñeca. -Sentí la tensión en mi mandíbula al notar las miradas de todos caer sobre mí, cargadas de confusión y traición.

Jacob salió del rincón oscuro donde lo habían mantenido cautivo.

-Jacob... -dijo Mía, negando con incredulidad.

-Lo siento, Mía -murmuró él, sin atreverse a mirarla directamente.

-¿Por qué te disculpas, Jacob? -le espeté, aprovechando la tensión para atraer la atención hacia mí-. ¿No eras tú el que dijo que ellos deberían disculparse? -Las miradas seguían fijas en mí, desnudando la traición que flotaba en el aire.

Jacob me miró con esos ojos azules que siempre lograban desconcertarme.

-Tienes razón -dijo, esbozando una sonrisa fría-. Excelente trabajo, Carol. Nunca me decepcionas.

-¿Qué demonios? -Mía explotó, la voz temblando de rabia y confusión-. ¿Esto formaba parte de tu estúpido plan, Jacob?

-Exactamente, Mía. Carol siempre fue parte del plan. -Jacob se giró hacia ella, satisfecho de su victoria-. ¿Cómo crees que ellos llegaron hasta aquí? ¿Por arte de magia? Carol lleva un audífono con rastreador.

Mi corazón se hundió en mi pecho. Cerré los ojos, maldiciéndome por dentro. *Maldito rastreador... ¿Cómo pudiste olvidarlo, Valeria Carolina?*

-Lo único bueno de la muerte de papá... -Jacob se volvió hacia mí, sus palabras llenas de veneno-. Es que ni Carol ni yo pasaremos el resto de nuestras vidas bajo su sombra.

Sentí la mirada de Brian y Han clavada en mí, como cuchillos. Pero antes de poder decir algo, Jacob continuó, caminando hacia mí con pasos lentos.

-Y ahora, ustedes dos estarán bajo nuestra sombra... para siempre.

Dominic, que había permanecido callado hasta ahora, explotó, sus palabras resonando como un trueno en el aire.

-Nunca han merecido llamarse Toretto. -La rabia y el dolor en su voz me golpearon más fuerte que cualquier golpe físico. Esa herida era profunda.

Jacob, furioso, se lanzó hacia él como un león enjaulado.

-¿Crees que lo conocías solo por ser su favorito? -le espetó, quedando cara a cara con Dom-. No sabes nada. -La tensión en el aire era tan densa que apenas podía respirar.

Rapidos y furiosos: Una historia de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora