ROSTROS

11 1 0
                                    

Laia estaba emocionada por su cita con Vinicius. Se había preparado cuidadosamente y estaba ansiosa por pasar tiempo con él. Pero sabía que su hermano Gavi no aprobaría la idea de que ella saliera con un jugador del Real Madrid.

Cuando Gavi la vio salir de su habitación, le preguntó a dónde iba. Laia decidió no contarle la verdad y le mintió diciendo que iba con su amiga Alba al cine.

Gavi no pareció sospechar nada y simplemente le deseó que se divirtiera. Laia se sintió un poco mal por mentirle a su hermano, pero no quería que se interpusiera en su cita con Vinicius.

Vinicius estaba esperando a Laia afuera del cine. Cuando ella llegó, él no pudo evitar sorprenderse de lo hermosa que estaba. Laia llevaba un vestido negro que resaltaba sus curvas y su pelo rubio estaba recogido en una coleta alta.

- Hola, Vinicius - dijo Laia sonriendo.

- Hola, Laia. Estás preciosa - respondió Vinicius.
Gracias, tú también estás muy guapo - dijo Laia sonrojada.

Entraron al cine y Laia escogió una película de terror. Durante toda la película, Laia se aferraba al brazo de Vinicius y cerraba los ojos cada vez que había una escena espeluznante. Vinicius se reía por dentro, pero no podía evitar sentirse protector con Laia.

Cuando la película terminó, salieron del cine y Laia le preguntó a Vinicius qué quería hacer a continuación.

- ¿Te apetece ir a tomar algo? - propuso Vinicius.

- No, hay un sitio al que quiero llevarte - dijo Laia sonriendo misteriosamente.

- ¿Dónde? - preguntó Vinicius intrigado.

- Es una sorpresa - dijo Laia guiñándole un ojo.
Vinicius aceptó la propuesta de Laia y la siguió sin saber a dónde iban. Al cabo de unos minutos, llegaron a una pista de hielo.

Vinicius se sentía un poco inseguro al principio, pero se dejó guiar por Laia, quien le enseñó los pasos básicos para patinar sobre hielo. Sin embargo, no fue fácil para él, ya que tropezaba y caía constantemente, lo que hacía reír a Laia.

- Lo siento, soy un poco torpe - dijo Vinicius mientras se levantaba del suelo.

- No te preocupes, esto requiere práctica y paciencia - respondió Laia con una sonrisa.
Vinicius se levantó de nuevo, pero esta vez fue Laia quien perdió el equilibrio y cayó al suelo, llevando a Vinicius con ella. Quedaron tendidos en el hielo, mirándose el uno al otro, sintiendo la cercanía de sus cuerpos.

De repente, Laia se dio cuenta de la situación y se apartó rápidamente de Vinicius.

- Lo siento, creo que me dejé llevar - dijo Laia con un tono de disculpa.

- No hay problema, yo también me dejé llevar - respondió Vinicius con una sonrisa.

Laia se puso en pie y le ofreció su mano a Vinicius para ayudarlo a levantarse. Luego, continuaron patinando mientras hablaban y se reían.

Después de haber estado en la pista de hielo, Laia y Vinicius salieron del lugar, era una noche fría y Laia se abrazó a sí misma para intentar calentarse. Vinicius se dio cuenta y se quitó su sudadera, ofreciéndosela a Laia.

-¿Estás seguro de que quieres dármela?- preguntó Laia, sintiendo un poco de culpa por quitarle su sudadera.

- Claro, no quiero que te enfermes - respondió Vinicius sonriendo.

Laia se puso la sudadera y sintió el cálido abrazo de la prenda en su cuerpo. Se sintió reconfortada y agradecida con Vinicius.

Caminaron en silencio hasta la casa de Laia, ambos sumergidos en sus propios pensamientos. Vinicius se sentía un poco incómodo, no sabía si debía dar el siguiente paso y pedirle a Laia una segunda cita, o si debía esperar a que ella lo hiciera.

Cuando llegaron a la casa de Laia, Vinicius se detuvo en la puerta.

- Gracias por una noche maravillosa - dijo Laia.

- Gracias a ti por enseñarme a patinar sobre hielo, aunque fui un poco torpe - respondió Vinicius riéndose.

Laia se rió también, recordando cuando ambos cayeron al suelo. Entonces, Vinicius se acercó a ella y le dijo:

- La próxima semana tengo que volver a Madrid, pero nuestro equipo jugará allí y te prometo que te llamaré.

Laia sonrió de nuevo, sabiendo que tendría que esperar una semana para ver a Vinicius nuevamente. Pero, se consoló pensando en la promesa de que Vinicius llamaría.

- Está bien, esperaré tu llamada - respondió Laia.

- Eu sabia que você era o único - dijo Vinicius

- Sabes que algún día entenderé todo lo que me dices

Vinicius se despidió de ella con un abrazo y un beso en la mejilla. Laia entró a su casa, todavía con la sudadera de Vinicius en sus manos. Se quedó en la puerta, mirando cómo Vinicius se alejaba lentamente por la calle, hasta que desapareció de su vista.

Laia suspiró, todavía sintiendo la calidez de la sudadera de Vinicius. Sabía que iba a extrañarlo, pero también sabía que volverían a verse pronto. Con una sonrisa en su rostro, entró en su casa, lista para esperar la próxima semana.

Laia entró en casa con la sudadera de Vinicius puesta y se encontró con Ferran, uno de sus amigos de toda la vida, que estaba en la sala de estar viendo la televisión. Ferran se sorprendió al verla con la sudadera de Vinicius, así que la cogió en brazos y la llevó a su habitación.

- ¿Qué haces con la sudadera de Vinicius?- preguntó Ferran mientras la dejaba en la cama.

Laia miró a Ferran con sorpresa y curiosidad.

- ¿Nos has visto? - preguntó ella, tratando de entender cómo Ferran había descubierto que la sudadera era de Vinicius.

Ferran asintió con una sonrisa pícara.

- Sí, Vinicius estaba usando esa sudadera después del partido - explicó él, mirando a Laia con complicidad.

Laia se sintió un poco incómoda al pensar que Balde había estado observando a Vinicius y ella sin que lo supieran. Pero agradeció que su amigo se mantuviera en secreto, sabiendo que su hermano Gavi se pondría furioso si descubriera que estaba saliendo con el jugador del Madrid.

- Gracias por no decirle nada a Gavi - dijo Laia, sabiendo que podía confiar en su amigo. No quiero que se preocupe o se enoje.

Balde asintió comprensivamente.

- Lo sé. Pero también sé que Vinicius te importa mucho, así que no voy a interferir - dijo él, abrazando a Laia con cariño.

Laia se sintió agradecida por tener a alguien en quien confiar, especialmente cuando se trataba de sus sentimientos por Vinicius. Sabía que su relación no sería fácil, pero estaba decidida a luchar por ella.

Vinicius se sentó en el autocar del equipo y se acomodó en su asiento. Valverde se sentó a su lado y le preguntó cómo había sido su cita con Laia. Vinicius sonrió y comenzó a contarle todo lo que habían hecho esa noche: desde la película de terror hasta la pista de hielo.

Valverde escuchó atentamente y luego le preguntó:

- ¿Entonces, te gusta Laia?.

Vinicius se quedó pensando por un momento y finalmente respondió:

- Sí, me gusta mucho. Es una chica increíble y siento que tenemos una conexión especial.

Valverde sonrió y le dijo:

- Me alegra escuchar eso, amigo. Laia es una gran chica y merece a alguien como tú.

Vinicius asintió y luego se quedó en silencio, pensando en Laia y en la promesa que le había hecho de llamarla todos los días hasta que se vieran en Madrid. Esperaba poder mantener su palabra y verla pronto.

EFÍMERO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora