Se quitan la ropa al pie de las escaleras y la dejan en uno de los escalones, caminan hacia mí y yo solo cierro los ojos preparándome para lo que viene a continuación, como siempre no me dirigen la palabra, es como si quisieran volverme loca poco a poco, al principio les gritaba con todo mi ser, pero ellos solo gruñían, ¡bestias! El hombre claro desata mi pie del grillete de la pared coloca mi espalda sobre su pecho, su brazo esta mi clavícula inmovilizándome un poco, acerca su nariz en mi cuello y aspira, pasa la lengua en todo mi cuello y mi piel se eriza completamente, últimamente ambos hacen eso mandando escalofríos a todo el cuerpo.
El pelirrojo se posiciona delante mío y ambos repiten la acción, pero uno de cada lado mi cuerpo en automático se tensa, se prensan en específico en una zona entre mi cuello y mi clavícula y aspiran, intentan hacerme un chupete y dejarme una marca; si me quito seré castigada.
Quedándome inmóvil dejando hacer lo que ellos quieren, bajan su mano a mi intimidad, uno mueve de manera circular mi clítoris y el otro introduce su dedo en mi interior encontrando el punto g y empieza a frotar, sino estuviera entre ellos y el hombre claro no me estuviera sosteniendo de los hombros con su mano libre ya no estaría de pie, trato de no sostenerme ni recargarme en ellos, pero me está resultando imposible aguantar más, con manos temblorosas logro tapar mi boca y la muerdo para canalizar toda mi energía ahí, mi frente se empapa de sudor y mis piernas empiezan a temblar, trato de retener mi gemido que desde hace rato se asoma en mi pecho, sale de mi interior con un millón de sensaciones con la vista nublada mi piernas flaquean y me dejo caer, mi orgasmo fue tan abrazador que me es imposible regular mi respiración; no sé de dónde ha salido eso.
Me reprendo mentalmente por lo que siento, no es posible que yo sienta placer con estos monstruos, ¡los odio!
Aun con las sensaciones al borde, mi cuerpo es como una muñeca de trapo, me levantan y el pelirrojo se recuesta sobre el colchón boca arriba y me colocan sobre él, sin que me digan nada se lo que quieren, mis piernas se flexionan quedando mis rodillas rodeando su cadera y poco a poco soy penetrada, posiciono mis brazos a cada lado de su cabeza para evitar caer sobre su pecho y dar la sensación que estoy dando un abrazo y no meterle ideas a su cabeza; el otro hombre se ubica detrás mío y con su dedo pulgar presiona mi abertura una y otra vez, cuando pasa un tiempo me toma por las caderas y poco a poco empieza a entrar. La sensación es abrumadora no puedo evitar gritar, al sentir ambos dentro de mí. El pelirrojo me agarra por los glúteos y jala hacia arriba, el hombre claro por los hombros me tira hacia él, por lo que se genera un vaivén; trato de no gritar por lo que mi respiración es irregular y de vez en cuando sale una especie de quejido o gruñido de mi pecho, ambos aumentan su velocidad, con ello mi temperatura corporal se ve afectada empezando a sudar a lo bruto, cada vez escucho más sus sonoros gruñidos y su respiración más evidente.
Mi vista se empieza a nublar tanto que mi cuerpo se debilita por todo lo que estoy sintiendo, de pronto siento que ambos me muerden en cada lado entre la clavícula y el cuello, trato de moverme para quitarlos de encima, pero aprietan su mandíbula más fuerte, trato de gritar, pero sale un quejido solamente y mis lágrimas caen, es demasiado el dolor como el éxtasis de emociones que se acumulan de una manera agobiante después de unos segundos me sueltan, sin poder evitarlo caigo sobre el pecho del pelirrojo tratando de recuperar el aliento. Ambos empiezan a consolarme con pequeños toques en mi cabello y espalda, poco a poco mi cuerpo va cayendo en un profundo sueño sin poder evitarlo.
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Secuestrada por Hombres Lobos
WerewolfAquí no hay síndrome de Estocolmo, es una historia de una chica que es secuestrada por dos hombres lobos, usándola como su juguete sexual, con el tiempo ella va perdiendo toda esperanza de escapar y de seguir viviendo. Hasta que pasa algo inesperad...