Estaba sirviendo la mesa, ya habían pasado varias semanas desde que me permitían estar en la planta baja, solo en la noche dormía en el sótano; serví lo últimos cubiertos junto con la jarra de agua en la mesa; desde entonces solo cuando moría de hambre les ayudaba a servir la mesa, ya se había vuelto una rutina, sus golpes habían cesado gradualmente en estas últimas semanas, tenía prohibido subir a la segunda planta y salir al exterior, solo podía transitar en la planta baja, cocina, sala, baño individual y en las noches dormir en el sótano, hasta se podría decir que mi situación mejoró un poco; desde la semana pasada las sesiones de violaciones (sexo) habían aumentado drásticamente cuando antes eran cada tercer o cuarto día, ahora eran diarias e inclusive varias veces, aún sentía culpa cada que terminaban, mi cuerpo inevitablemente reaccionaba a ellos.
En los últimos tres días mi mente se mantenía ocupada planeando y midiendo las actividades de ellos con un sólo objetivo, intentar escapar, ahora con mis nuevos privilegios quizás tenga más posibilidades de tener éxito.
Desde la semana pasada aparte del aumento del sexo, mis fluidos estaban más presentes estos días, otro cambio que empecé a notar fue más cansancio, sueño y unas ganas de comer siempre me sentía insaciable, tenía mucha hambre casi todo el día, una desesperación como si llevaba días sin ingerir algún bocado, entre otras cosas; por lo que había subido un poco de peso, cosa que me alegraba, desde que llegue había meses que mi periodo no llegaba o sentía que pasaba demasiado tiempo entre cada uno, cosa que significaba que estaba al borde de anemia por la falta de nutrientes en mi cuerpo y mi ciclo menstrual se veía afectado.
Ahora con mi aumento de peso mi cuerpo lo agradecía enormemente, hasta mi piel y cabello se veía más brillante, con más fuerza podía planear mi escape.
Tras cinco días por fin terminé de reunir toda la información y coraje para llevar mi plan a cabo, espere a que termináramos de almorzar para echar todo los platos sucios a la loza y lavarlos, uno de ellos estaba en la parte trasera de la casa cortando la leña para poner la chimenea, aprovecho para bajar al sótano y ponerme sobre mi camisón la otra camisa, afuera se empezaba a sentir los vientos más fríos, indicación que venía el invierno, necesitaba escaparme antes que llegará los fríos más crudos. Lentamente subo a la planta baja y empiezo a salir al frente tratando de hacer el menor ruido posible con el piso de madera, pisando estratégicamente en los lugares más silenciosos.
Cuando llevo caminando unos 10 metros de la puerta de la casa, echó a correr ignorando mi dolor en las plantas de los pies. Pasando unos metros empiezo a sentir la faltar de aire a mis pulmones sintiendo una opresión y un fuerte dolor en el pecho, ¡NO PUEDE SER! No llevo corriendo ni un kilómetro y mis lágrimas salen incontrolablemente, el dolor de pecho es tan agudo que me impide seguir corriendo, mis pies sangran por las piedras del bosque, casi voy a rastras recargándome en cada árbol para tomar las fuerzas necesarias para seguir avanzando, ¿no sé qué me está pasando, porque me resulta tan difícil seguir avanzando? Con los zumbidos en mis oídos a causa de mis fuertes latidos de mi corazón no escucho nada, hasta que el hombre peli-claro ya está tomándome del cabello y jalándome hacia el suelo, puedo ver por su expresión que lo lamentare el haber intentado escapar, en cuanto me suelta del cabello el pelirrojo me toma por el brazo y me jalonea a dirección contraria hacia el camino que tomaba anteriormente; ya dirigiéndonos a la casa tropecé varias veces, muy apenas podía andar por que mis pies no paraban de sangrar y en todo el trayecto no he parado de llorar.
Cuando visualizo la casa detengo mi andar trato de girarme y salir corriendo nuevamente al bosque, el pelirrojo aprieta su agarre sobre mi brazo y escucho que ambos gruñen fuertemente, mi piel se eriza y no puedo evitar encogerme de hombros. Tengo un remolino de emociones instaladas en mi pecho, miedo, tristeza, enojo y dolor. Soy consciente que las últimas tres son ajenas a mí, ya que desde que me atraparon solo tengo miedo, miedo a saber cómo me torturarán por atreverme a escapar.
Apenas entramos a la casa y soy tirada al suelo, cuando mi cuerpo cae al piso empiezo a recibir en todo mi organismo miles de patadas por ambos hombres, trato de hacerme bolita para proteger mi caja torácica y evitar alguna costilla rota, pero, por lo inesperado de los golpes alcanzo a recibir algunas en el estómago, vientre, costillas y rostro. Se me corta la respiración por los golpes recibidos y de repente empiezo a sentir un fuerte dolor más férreo en todo mi vientre no puedo evitar gritar y derramar lágrimas. Siento un líquido entre mis muslos que rápidamente se extiende en el suelo, los golpes van cesando poco a poco, cuando por fin paran entro en pánico, es demasiada sangre, de sentir dolor ahora me invade un sentimiento de angustia y dolor, intento sentarme en el suelo lo que me resulta imposible ni siquiera puedo levantar mi parte superior del cuerpo, todo me duele.
La sangre proviene de mi vagina y una idea cruza por mi mente, ¿y si estaba embarazada y eh sufrido un aborto por todos los golpes? Con ese sentimiento intento detener mi sangrado con la mano, como si eso fuera posible. Soy levantada de los brazos soy arrastrada porque no tengo fuerza para caminar por mí misma, camina arrastrándome a la puerta del sótano, en cuanto estoy en el umbral soy empujada hacia abajo, me doy varios golpes por rodar de las escaleras, cuando llego al final de ellas me hago bolita y poco a poco voy cerrando los ojos, rezo para no morir en este lugar, anhelo ser feliz, me lo merezco y sobre todo si estuve embarazada merecía un lugar más feliz y no estar aquí sufriendo la perdida de lo que pudo ser un hijo, con eso en mente y con todo el dolor físico y emocional me voy durmiendo poco a poco para dar paso a soñar, sueño que me encuentro en una familia feliz, con el hombre que siempre soñé con un hijo creciendo en mi vientre producto del amor y no de violaciones.
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Secuestrada por Hombres Lobos
Hombres LoboAquí no hay síndrome de Estocolmo, es una historia de una chica que es secuestrada por dos hombres lobos, usándola como su juguete sexual, con el tiempo ella va perdiendo toda esperanza de escapar y de seguir viviendo. Hasta que pasa algo inesperad...