I.

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Eran las tres de la mañana y yo no podía conciliar el sueño, me sentía extrañamente triste, llevaba días sin poder descansar y no encontraba el motivo. Así que ahí estaba sentada en mi sillón junto al gran ventanal de mi departamento dejando que la luz de la luna se refleje en mis incontrolables lágrimas mientras sujetaba mis rodillas contra mi pecho.

Tenia una vida tranquila y estable. Había llegado a Bangkok para estudiar relaciones públicas y poco después obtuve un excelente empleo, para mis veintiocho años había logrado la estabilidad que deseaba y agradecía siempre el apoyo que mis padres y mi abuela me habían dado, entonces, ¿por qué me sentía tan triste?

A la mañana siguiente era sábado y no tenía que ir a trabajar por lo que llamé a mi mejor amiga para ir a desayunar, necesitaba un aire fresco y distraerme.

—Freeen, que bueno que llamaste, estaba por desayunar sola y sabes cuanto odio eso—comentó mi amiga mientras se sentaba frente a mi en la mesa de un lindo restaurante.

—Lo sé Nam, gracias por acompañarme, necesito un poco de compañía también —dije antes de beber de mi té.

—Querida, no te ves muy bien, ¿sigues sin poder dormir? —hizo un ademán con su mano para llamar al mesero.

—Así es, me siento cada vez peor.

—Amiga, creo que necesitas verdadera ayuda, no está bien la manera en que vives últimamente —puse mi mano sobre mi frente porque sentí un poco de dolor —¿lo ves? no estás bien. Le llamaré a un amigo medico y le pediré que te reciba hoy mismo —sacó su celular e hizo la llamada —Listo, nos recibirá más tarde y yo te acompañaré para asegúrame de que no huyas- no podía discutir con ella así que acepté sin una pizca de reclamo.

Nam me llevó de compras hasta que dio la hora de mi cita médica. Llegamos al hospital, subimos por el elevador y durante este trayecto ni mi amiga ni yo dijimos palabra alguna.

Al llegar a la recepción nos atendió una amable mujer y en menos de dos minutos ya estábamos entrando al consultorio. Después de un par de preguntas, el medico tenía una opinión que para ser honesta, me ponía nerviosa.

—Señorita Chankimha, usted está pasando por un episodio de depresión y mi sugerencia es hacer una visita al psicólogo ya que lo mas probable es que requieras medicación, pero por lo pronto, le recetaré unas pastillas para que pueda dormir —estiré mi mano para tomar la receta —No está bien que no duerma, su cuerpo podría comenzar a resentir esa falta de descanso y le aseguro que no es agradable, además, estudios recientes han demostrado que las horas de sueño no se pueden recuperar aunque durmiera días completos. Es muy joven para que deje envejecer su cerebro con esa falta de sueño —me dijo incluso con una pizca de lo que percibí como lastima.

—Gracias doctor, seguiré sus indicaciones...

—E irá el psicólogo cuanto antes —interrumpió mi mejor amiga. Le agradecimos al doctor antes de retirarnos.

Me despedí de Nam y conduje a casa sin ánimos de nada mas, tomaría una pastilla e intentaría dormir.

El lunes por la mañana desperté un poco mas descansada, me alisté para ir a trabajar y en el trayecto recibí una llamada de mi mejor amiga.

—Freeeen  —escuché al responder —¿Pudiste descansar?

—Sí, mejor que hace días —llegué a la oficina y continuaba con la llamada —Tendré una cita con un psicólogo esta tarde para saber si realmente es necesario ir más allá —saludé a la recepcionista y continué hacia el elevador.

—Muy bien Freen, me gustaría acompañarte, pero tengo que estar con mis modelos hasta tarde —podía escuchar el bullicio del lugar donde ella estaba.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora