XIV.

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Mi cuerpo se tensó cuando escuché a Becky decir mi nombre. Heidi miró sobre mi hombro y frunció el ceño.

—¿La conoces? —me preguntó sin apartarse de mí.

—Sí —me limité a responder porque los latidos de mi corazón en mis oídos no me dejaban pensar con claridad.

—Freen —su voz de nuevo penetró en mi cerebro —Necesitamos hablar —Heidi dio un paso atrás y cruzó sus brazos en su pecho.

—No creo que ella quiera hablar en este momento —respondió por mi cuando seguí sin poder decir algo. Sentí que si al menos una palabra salía de mi boca me echaría a llorar y no era lo quería.

—Lo lamento, pero es algo entre ella y yo —su tono fue calmo y educado.

—No...no tenemos nada de que hablar —lo dije casi como un murmuro.

—Por favor —sentí su mano sobre la mía.

—¡No! —aquel toque me hizo voltear con agresividad quitando mi mano de su alcance. La pude ver con los ojos rojos acompañados de una marcas debajo de ellos —No quiero hablar contigo —a unos pasos de nosotras vi a Heng parado detrás de la puerta de su auto. Una lagrima se me escapó sin que me diera cuenta, pero cuando lo hice la quité con furia pues no quería que ella significaba tanto para mí como para llorar.

—Freen, por favor escúchame —Becky iba a acercase cuando Heidi interpuso su cuerpo.

—Ella ha dicho que no, al menos no por ahora —Heidi me miró y solo pude bajar la mirada.

—No me iré hasta que hayamos hablado. Solo quiero que me escuches y si aun después de ello quieres que me vaya, lo haré —voz se quebraba con cada palabra y a mi me dolía el pecho.

—Freen —la voz de Heng llamó mi atención —Créeme que si no pensara que vale la pena escucharla, no la habría acompañado hasta acá —estaba segura de que mis ojos reflejaban el enojo que tenía por mi amigo en ese momento.

—¿Quieres hablar con alguno de ellos? —Amanda giró hacia a mi y sujetó mis brazos. Solo negué con la cabeza mientras podía ver los ojos cristalinos de Becky sobre el hombro de Heidi —Bien. Vamos, te acompañaré a tu cabaña —me tomó de la mano y comenzó su andar.

—Freen —Becky lloraba y eso generó un nudo en mi garganta.

Abracé un brazo de Heidi pues sentía que mis piernas me iban a hacer caer en cualquier momento. Mi llanto era silencioso y me estaba ahogando con él.

Heidi se ofreció a quedarse conmigo, pero no acepté. Prefería estar sola como acostumbraba a estarlo.

Sentada sobre la cama abracé mis rodillas y dejé que mi llanto saliera. Nunca me había sentido tan triste, nunca algo me había dolido tanto.

No supe en que momento me quedé dormida pero cuando desperté, el sol golpeaba mi rostro. Sentí mis ojos muy hinchados. El llanto estaba por volver a mi cuando me levanté a ducharme para intentar que mi cuerpo se relajara.

Le escribí a mi madre que iría a la tienda hasta mas tarde y llamé a Heidi para decirle que aún necesitaba un tiempo para mí.

Decidí caminar hasta la orilla de la playa y sentarme intentando que el vaivén del mar me distrajera. Mi camisa azul a veces revoloteaba junto a mi cabello por el viento tan inconstante.

—Freen —estaba tan inmersa en el agua que no sentí cuando alguien se sentó a lado. Su voz era tan sueve que si las circunstancias fuesen otras habría sido una caricia a mi corazón.

—Solo mira el mar —ni siquiera me molesté en mirarla. Solo esperaba que no dijera nada mas y que me permitiera disfrutar un momento más.

El tiempo me era indiferente con el sonido de las tranquilas olas y el reflejo del sol sobre el agua.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora