XIX.

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Llevábamos un mes viviendo juntas y sentía que cada día era mejor que el anterior.

Becky se levantaba un poco mas tarde para que pudiéramos despertar juntas y mientras bajaba a ejercitarse, hacer el desayuno para ambas era lo que prefería hacer aún más después de la última vez que intenté acompañarla, aunque en realidad lo había hecho para asegurarme de que Hansa tendría las manos lejos de mi novia, pero estaba agradecida de que no pasara de esa vez para enterarme de que tenía novio así no tendría que regresar a ese lugar de tortura. Aún puedo escuchar las risas de Becky al ver mi cara cuando me enteré de aquello después de una agotadora rutina que provocó que mi cuerpo me doliera durante días.

Lo único que compensó aquel bochornoso día fue que durante la cena formalizamos nuestra relación, quizá no era estrictamente necesario, pero queríamos tener las cosas claras si la intensión era que la relación fuera en serio.

—Amor —la vi asomarse desde la habitación mientras bajaba mi taza con café.

—Dime.

—Me ha llamado el señor Paithoon —ladeé mi cabeza intentando recordar a quien pertenecía ese nombre y Becky se rio —El administrador del lugar que vimos hace una semana.

—¡Cierto! —me puse de pie y me encaminé a la habitación donde la seguí hasta sentarme en el borde de la cama mientras la veía terminar de vestirse —Dime que son buenas noticias.

—Lo son. Dijo que, si aún nos interesa, hoy mismo podemos reunirnos para volver a recorrer el lugar y firmar el contrato. ¿Qué opinas?

Me puse pie y la abracé tan fuerte por la espalda que solo pude escuchar su adictiva risa —Que estamos mas cerca de cumplir nuestro sueño —no podía ocultar ni una pizca de la emoción que sentía al pensar como además de compartir nuestros días compartíamos el mismo objetivo.

Entramos a un espacioso lugar con paredes blancas y una doble altura. Había una barra al centro y aun había cosas que pertenecían al bar que estaba antes.

—No se preocupen por todo lo que han dejado, mañana por la mañana vendrán a recogerlo y este lugar quedará totalmente despejado para que dispongan de el siempre y cuando sigan los lineamientos del reglamento y del contrato —mencionó el hombre mientras inspeccionábamos el lugar una vez más.

—¿Nos puede dar unos minutos para platicarlo? —el caballero asintió y salió dejándonos solas.

—¿Lo estas reconsiderando? —le pregunté a Becky que sonrió negando con la cabeza.

—En definitiva no, solo quería provocarle suspenso —reí por la forma en que lo susurró como si alguien nos pudiera escuchar —Me gusta la iluminación, la ubicación es excelente, tiene un amplio estacionamiento y estoy convencida de podemos adaptar un segundo piso con la altura que tiene. ¿Tu estas de acuerdo? —asentí emocionada.

—Firmemos esos papeles y llamemos al contratista para comenzar cuanto antes.

Imponernos un nuevo reto no iba a ser fácil incluso para nuestra relación, pero desde que la idea fue transformándose hasta tener mas claro lo que queríamos, las cosas fluyeron.

El arte se volvió el núcleo de nuestro proyecto y de inmediato supimos que tener nuestra propia galería de arte era lo que queríamos. Esperábamos poder exponer miles de obras dándole la oportunidad a artistas experimentados y emergentes. Mi novia no podía dejar de pensar en su mamá y en como ella estaría feliz de que Becky esté cumpliendo al menos un pedacito del sueño que siempre tuvo.

—He llamado al contratista. Nos reuniremos con él mañana directamente en el lugar para comenzar con el diseño —la escuché decir mientras anotaba algunas cosas en su IPad.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora