XV.

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Aunque no podía decir que estábamos bien, Becky y yo habíamos despertado con mejor humor.

La luz que entraba por la habitación me despertó, pero fue justo a tiempo para ver que Becky entraba en la habitación discretamente.

—¿Te desperté? Lo siento, no fue mi intensión —dijo a medio camino en dirección al baño.

—No, justo me estaba despertando —me senté en la cama y me estiré —Espero que el sofá no haya sido incomodo —ella negó con la cabeza.

—Venía a lavarme la cara, volveré a mi habitación para cambiarme. Pero igual puedo lavarme en mi habitación así que...

—Tranquila, puedes hacerlo aquí, hay una toalla extra debajo del lavabo.

—Gracias.

Me levanté de la cama y caminé hasta llegar a aquellas puertas de cristal. Al abrirlas un aire cálido golpeó mi rostro. Volví a dirigirme al interior de la recamara y preparé la ropa que usaría para el día.

—¿Te gustaría acompañarme a desayunar? —pregunté sentada al pie de la cama.

—Claro —Becky salió con el rostro limpio y su cabello un poco más ordenado —Iré a cambiarme —señaló la puerta y asentí.

—Te esperaré en la entrada dentro de diez minutos, ¿está bien? —asintió con media sonrisa antes de salir.

Tomé unos jeans azules, una playera blanca, unos tenis grises y sujeté mi cabello en una coleta alta. Después de ponerme un poco de maquillaje, tomé algunas cosas de la mesa de noche y salí. Caminé a la entrada principal y entonces la vi acercarse hacia a mi con su cabello en una media coleta, un vestido blanco suelto de tirantes con pequeñas flores y unos tenis blancos. Se veía tan hermosa, tan diferente a la Rebecca que había conocido.

Caminamos en silencio hasta el restaurante de Heidi, primero había querido ir a casa de mis padres, pero pensé que era algo muy personal llevarla a conocerlos sobre todo porque las cosas aun no estaban del todo bien entre nosotras.

—Buen día —dijo una chica que solía ayudar a Heidi.

—Buenos días —respondimos.

Entramos al lugar y vimos a Heidi platicar con unos comensales extranjeros, pero en cuanto nos vio se disculpó con ellos y se acercó a nosotras.

—Hola, chicas —saludó con cierta duda en su voz.

—Hola —respondimos quizás mas incomodas de lo que esperaba.

—Hoy he preparado algo que seguro te encantará —comentó Heidi poniendo su mano en mi hombro, algo que pareció incomodar aún más a Becky.

—Seguro que sí, gracias —nos dejó solas con un silencio desagradable que ninguna supo como romper. La chica nos trajo las bebidas que solicitamos y entonces la lánguida mirada de Becky recayó sobre mí.

—Le agradas demasiado a Heidi —su énfasis en "demasiado" fue lo que hizo desviar mi mirada de mi jugo de fresa para verla después de romper aquel silencio.

—Supongo que sí, a fin de cuentas, es mi amiga, pero también fue mi novia —Becky bajó la mirada mientras asentía.

—Ahora entiendo, pero lo que no entiendo es porque ya no lo es. Se nota que te hace sentir bien y que te cuida mucho —miré a nuestro alrededor para cerciorarme de que Amanda no estuviera cerca.

—Me fui a Bangkok y no creí que una relación a distancia funcionaría. Pero si, ha sido la persona que mas me ha cuidado, además de mis padres y mi abuela —sabía lo que mis palabras le estaban provocando, pero no mentiría solo para hacerla sentir mejor.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora