Final.

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Dos años habían pasado y Becky y yo estábamos en las Islas Phi Phi. Por fin teníamos un poco de descanso después de trabajar sin parar.

La galería iba como esperábamos y ya podíamos darnos el lujo de contratar a alguien que se haga cargo de vez en cuando para nosotras poder descansar del ajetreo.

—¡Bonbon, no! —gritó Becky mientras nuestro pequeño bulldog francés salía corriendo con una sandalia en el hocico.

Me reía sin parar al ver como mi novia no podía atrapar al pequeño.

—Bien, para ti es divertido, pero correr sobre la arena no es fácil —dijo poniendo sus puños sobre sus caderas y respirando con dificultad. Pude ver su abdomen inflarse y desinflarse y sonreí al ver una ligera capa de sudor en su piel —Aun con los lentes oscuros puedo ver tus lujuriosos ojos —se sentó junto a mi sobre el camastro y puso sus manos sobre mi cintura.

—Es tu culpa, yo era una persona decente antes de conocerte —pegó su frente a la mía y sonrió.

—Me alegra saber que este inocente conejito no huyó ante este sexy ejemplar —negué con la cabeza en medio de la risa que sus cosquillas provocaron.

—¡Suficiente, suficiente! —grité con dolor en el estómago y señalando de nuevo hacia Bonbon que de nuevo salió corriendo con algo en el hocico.

—¡Bonbon! —Becky fue tras él y de nuevo reí.

Después de la muerte del padre de Becky fue difícil verla ser ella, la culpa de que muriera solo le era asfixiante. A veces despertaba en medio de la noche llorando pues soñaba a su padre culpándola por todo lo que perdió.

Nuestra relación no se vio amenazada, pero fue duro verla así durante varios meses.

Tomar una vacaciones durante estas fechas no fue coincidencia y planeé todo para que no pensara mucho en la ausencia de su padre.

El resto de la tarde la disfrutamos nadando o corriendo detrás de Bonbon y solo eso necesitamos para sentirnos tranquilas y felices.

Cuando el sol estaba por ocultarse regresamos a nuestra habitación, tenía una sorpresa para Becky y nos estábamos arreglando para ello. Salí del baño secando mi cabello y la vi de espaldas buscando algo en su maleta.

—¿Necesitas ayuda con algo? —se sobresaltó al escucharme y me reí.

—Cielos, no me di cuenta de que estabas aquí —puso una mano sobre su pecho.

—Lo siento, no fue mi intensión asustarte.

—Está bien, solo que buscaba algo de Bonbon —entrecerré los ojos y me di cuenta de que estaba nerviosa.

—¿Algo de Bonbon? —asintió —¿En tu maleta y no en su bolso? —dudó, pero volvió a asentir —Si me dices que es, puedo ayudarte a buscar.

—No es necesario, gracias —se acercó a mi y me besó antes de entrar con prisa al baño.

Aproveché aquel momento para llamar a la recepción del hotel y confirmar que mi petición fue atendida.

Una vez que Becky estuvo lista, salimos de nuevo rumbo a la playa, nuestro pequeño caminaba a nuestro lado a petición de mi novia.

Se podía escuchar que no muy lejos de donde estábamos había música y seguramente un montón de adolescentes estaban teniendo una fiesta, aun así, agradecía que no fuera lo suficientemente cerca como para perturbar nuestra paz.

Cuando estábamos comenzando a pisar la arena detuve a Becky y le cubrí los ojos con mis manos.

—¿Una sorpresa? —me preguntó emocionada a lo que no pude evitar sonreír.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora