V.

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A la mañana siguiente, me encontraba desnuda en mi cama apenas cubierta por una sábana, pero a medida que abría mis ojos me di cuenta de que no estaba Becky. Me senté en la cama decepcionada pero entonces vi su ropa aún en el suelo y la escuché. No sabía con quién hablaba, pero lo hacía en inglés con ese magnífico acento que me gustaba mucho.

Caminé hasta mi closet para tomar una bata y fui a buscarla.

La vi sentada frente a la barra de la cocina con una bata entreabierta que dejaba ver parte de su desnudo cuerpo, su cabello desarreglado y una mirada seria, me acercaba lentamente hacia a ella y cuando me vio se puso nerviosa y rápidamente cortó la llamada.

—Buenos días —la tomé del cuello de la bata para acercarla a mí y la besé. Su ceño fruncido cambió y sus labios, aun en los míos, formaban una sonrisa.

—Buen día, hermosa —sus manos no tardaron en pasar de mi espalda a mi trasero, primero sobre la bata y después por debajo de la tela.

—¿Quieres un poco de café? —pregunté entre besos, pero solo recibí como respuesta una mordida en mis labios.

—Te quiero a ti —susurró en mi oído mientras tomaba suavemente mi cuello y lo besaba lentamente provocándome suspirar.

—Beck —dije apenas con aliento.

—Me gusta mucho la manera en que dices mi nombre —se puso de pie y aunque la diferencia de altura no era mucha, me dio ternura ver lo diferente que era sin tacones.

—Vamos a bañarnos —tomé sus manos para detenerla ya que estaba por desnudarme en la cocina.

Sujetando una de sus manos caminamos hasta el baño de mi recámara, ella seguía intentando besar y tocar mi cuerpo apenas dejándome regular la temperatura del agua.

Me quitó la bata y con su dedo índice recorrió mi cuerpo desde mi cuello hasta mi pelvis.

—Me fascinas, Freen, no te imaginas cuanto —no me dejó decir nada pues nuevamente me besaba, pero me emocionó escuchar aquello.

Pensar que hace unos días estaba batallando con mi salud mental y sentir que ella era como mi cura me hizo sentir un tanto triste, recordé que Becky no estaría aquí por siempre, tenía una vida en otro país y estaba segura de que yo no sería una razón para cambiar todo ello.

—Becky —parecía que le preocupó mi tono de voz—. Sé que me estoy precipitando, pero, quiero saber que significa nuestra relación en este punto. Abrazada a mi cintura y ambas con el cuerpo mojado se quedó pensando unos segundos.

—Está relación será lo que tú quieras que sea —me sonrió dulcemente y me besó con ternura. Me impresionó lo fácil que podía cambiar de ser una persona tan apasionada a una tan tierna, pero me gustaba y me gustaba mucho.

—¿Y si quiero que seas mi novia? —su sonrisa se hizo más grande y sentí mariposas en mi estómago.

—Entonces seré tu novia —su beso fue suave, diferente al resto, pero no por ello fue algo malo.

Sabía que me estaba apresurando pero no quería esperar a que nuestra informalidad diera pauta a entender que ella pudiera estar con alguien mas y el sobre pensar sobre el estatus de nuestra relación creó en mi cabeza inseguridad imaginando que ella podría conocer a alguien durante su estadía y que a mí me dejara de lado.

Nos bañamos la una a la otra entre risas y me di cuenta de lo feliz que me sentía, una felicidad diferente. Aprovecharía cada momento con ella y me preocuparía por su partida cuando llegara el momento.

Después de bañarnos, comencé a preparar el desayuno mientras Becky terminaba de secar su cabello. Estando en la cocina escuché el timbre, en el video intercomunicador vi a Nam. Al abrirle casi me aventó la puerta y entró directamente a sentarse frente a la barra del desayunador.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora