IV.

1.9K 171 79
                                    

Era sábado por la mañana y yo me encontraba en mi departamento bebiendo un poco de café mientras veía la ciudad desde el mismo gran ventanal que días atrás reflejaba mis lágrimas, pero esta vez no me sentía triste sino desconcertada.

Seguía recordando como Rebecca casi había huido de mi auto y no entendía si fue culpa mía o si hice algo que la hiciera molestar. No tenía el valor para escribirle o llamarle así que esperaba a que ella diera el primer paso por lo que no dejaba de ver mi celular.

Decidí que no me quedaría en casa todo el día así que me puse ropa cómoda, tomé un bolso grande para mis compras y me dispuse a salir. Como vivía cerca de una pequeña plaza comercial preferí caminar hasta allá y disfrutar del soleado día, claro que con el debido cuidado a la exposición al sol.

Una vez llegué, caminé hacía una librería. Ya no tenía lecturas pendientes y pensé que leer me ayudaría a distraerme.

—Un muy buen libro si me lo preguntas —escuché una voz masculina a mi lado. Levanté la mirada y estaba un chico mirando el libro que tenía en mis manos.

—Si, parece interesante —me limité a decir y volví a lo mío.

—Tal vez pueda recomendarte algo y tú a mi —continuó diciendo y aunque guardaba su distancia, me sentí incomoda.

—Por el momento preferiría escoger mis libros —dejé el libro de vuelta en su lugar y di unos pasos de costado para alzar otro libro y alejarme de él, pero volvió a acercarse.

—Perdona si te molesto, es que me has parecido muy bella y solo quería hacerte una recomendación...

—Ha dicho que no le interesa, amigo, así que mejor déjala tranquila —Heng apareció de repente y el chico solo levantó las mano en gesto de inocencia y se alejó.

—Gracias por eso —dije casi suspirando de alivio.

—No puedo creer lo insistentes que pueden ser algunas personas —negó molesto.

—Bueno, al menos se ha ido y podré seguir buscando algo que leer —tomé otro libro y vi que Mee leía un mensaje que acababa de recibir —¿Y esa sonrisa? —tenía una absurda sonrisa en su rostro e incluso podía apostar a que estaba ruborizado.

—No es nada —respondió intentando minimizar la situación, pero no me podía quedar con la duda.

—Vamos, muéstrame con quien hablas —me acerqué para intentar ver su teléfono, pero levantó su mano impidiendo que supiera lo que había recibido. Entonces me dio un beso en la mejilla sabiendo que eso provocaría que retrocediera.

—¡Oye, no seas molesto! —reí y fingí que lo golpeaba en su brazo.

—Tu empezaste —amenazó con darme otro beso en la mejilla y solo me hice hacía atrás—. Vamos, termina de comprar libros y acompáñame por un helado o un café —hizo un puchero y solo pude reír de nuevo.

—Está bien, vamos.

Heng cargaba mi bolso y ambos caminábamos por el centro comercial comiendo nuestros helados.

—Freen, Nam me dijo que ayer fueron a cenar —lo miré nerviosa—. Me dijo que llevaste a Rebecca —agaché la mirada al sentir que mis mejillas se ponían rojas ya que no pude evitar recordar lo que sucedió la noche anterior.

—S...si —respondí.

—¿Qué te sucede? ¿pasó algo?

—¡No, nada! —sacudí mi mano en negación y él me miró confundido.

—Eres muy extraña —dijo sonriendo y pasando un brazo por mis hombros.

Heng era como mi hermano y ese tipo de actitudes eran comunes entre nosotros. Algunos confundían nuestra relación como una relación de pareja, pero no había nada más alejado de la realidad que eso.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora