VII.

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La semana había transcurrido y por fin era viernes. Pasaría por Becky para ir al trabajo. Después del lunes, decidimos que lo mejor era que ella estuviera en su departamento mientras al día siguiente tuviéramos que trabajar.

—Hola, hermosa —dijo al subirse a mi auto y luego me besó.

—Hola, ¿qué tal dormiste? —pregunté al ver que se tocaba el cuello con malestar.

—No muy bien, el cuello aún me duele.

La noche anterior Becky me llamó para decirme que se había lesionado mientras practicaba defensa personal y la consecuencia fue una contractura en el cuello.

—Creo que te caería bien un masaje con un ungüento —estaba segura de que mi tono fue inocente pero la mano de Beck sobre mi pierna me hizo desconcentrarme del camino por un segundo.

—A mi me parece que mas bien tus intenciones son otras —se acercó a mi cuello y lo besó, ese toque erizó mi piel.

—Así no parece que realmente te duela el cuello —se reacomodó en el asiento del copiloto y volvió a tocarse el cuello.

—Por ti puedo resistir el dolor.

—Mas te vale que no te lastimes más, ya tengo los boletos para el teatro y sabes lo mucho que me costó conseguir un buen lugar.

—¿De verdad tenemos que ir? —vi de reojo que hizo un puchero.

—¿Te estás arrepintiendo de aceptar?

—En realidad no, solo que quería pasar la noche contigo, a solas, en la intimidad de tu habitación —su mano acarició mi pierna sobre la ropa, pero no tardó en colarse debajo de mi falda.

—Becky, intento conducir —tal vez mi voz demasiado seria porque quitó su mano más rápido de lo que imaginé.

—Es que te extraño, no nos hemos visto mucho esta semana y quiero estar contigo —se cruzó de brazos y giró su cabeza a la ventana para evitar mostrarme lo molesta que estaba.

—Beck, también te extraño, pero debería haber un lugar y un momento para todo —me estacioné en mi lugar designado frente al edificio de trabajo y antes de bajarnos toqué su mejilla mas cercana a mi intentando que me mirara —¿No me darás un beso? —lentamente giró su rostro y pude ver que sonreía de forma tierna.

—Te aprovechas de lo mucho que me gustas —nos besamos brevemente antes de bajar del auto para comenzar nuestra jornada laboral.

Por la mañana la mayor parte del tiempo estuve con Heng fuera de la oficina ya que debíamos reunirnos con varias personas y hacer una entrevista para una revista de negocios. Era algo que no disfrutaba pero que era parte de mi trabajo si queríamos tener buena imagen como empresa y continuar teniendo proyectos.

—Pensé que podríamos regresar a la hora de la comida —dije molesta mirando el reloj en mi muñeca.

—Freen, sabías que estaríamos afuera gran parte del día —mi amigo manejaba su auto de regreso a la oficina.

—Lo siento, Heng, es solo que hoy tendré una cita con Becky y aún tengo pendientes unos documentos, quiero terminarlos temprano —él no me respondió e incluso me pareció que se movió incomodo en su asiento —¿Pasa algo? —me miró de reojo por unos segundos y negó con la cabeza —lo conocía bastante bien para saber que no me decía algo. Siguió en silenció, como pensando.

—Es que... —dudó.

—¿Qué sucede? —su seriedad me estaba poniendo nerviosa ya que pocas veces lo veía de esa forma.

—Baitoey —se limitó a decirme como si no fuera necesario agregar algo más.

—Heng, necesito más que eso.

Entre el amor y la soledad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora