piernas, la primera afeitada, mis músculos acentuándose y mi voz volviéndose grave y profunda. Y un día, una de mis masturbaciones de jovencito había terminado con mi pene expulsando un líquido blanco. Básicamente eso había todo, como para cualquier varón. Pero para una niña...
De niña a mujer... La aparición de los senos, creciendo día tras día. ¿Hasta dónde...? El primer corpiño, problemático, hasta conocer el talle exacto. El trasero creciendo y abultándose junto con las caderas. ¿Hasta dónde...? Y las primeras, incomodantes, perturbadoras miradas masculinas. La primera bikini. Las primeras minifaldas y los primeros pantalones ajustados. Las primeras prendas interiores sexys y sugerentes. Las primeras emisiones de flujo vaginal y el primer protector diario. La primera menstruación y la primera toalla femenina. ¿Toalla o tampón? El primer Evanol. El primer examen ginecólogico y el primer examen mamario, acompañada de mamá. Y la primera visita al salón de belleza, también acompañada de mamá. El primer maquillaje, aprender a delinearse los ojos, a ponerse sombras, a pintarse los labios. La primera mirada en el espejo con el rostro maquillado. ¿Ésa soy yo...? Las primeras uñas largas y aprender a pintárselas. Las primeras medias de nylon. Los primeros tacos altos, ¡imposible caminar!, y las empinadas sandalias de tiras finitas y tacones aguja.
Yo aún no había llegado ni a la mitad de todo eso, y ya me parecía un viaje vertiginoso...Continuará
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Por no poder ser masculino
RastgeleRaúl es un muchacho de carácter débil, tímido y apocado, con pocas probabilidades de triunfar en el duro mundo de los hombres. Pero su tía Gertrudis tiene una solución para ello.