Cap.6: Atelier.

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Tenía una leve sensación de incomodidad por estar siendo observado ahora. Realmente él amaba ser el centro de atención, pero en el contexto que se encontraba no era de su agrado totalmente.

Dazai lo había llevado a lo que parecía ser un bar escondido, dentro estaban esperándolo la parejita: Atsushi y Akutagawa.

El primer mencionado corrió a abrazar a Chuuya en cuánto lo vio, feliz por que este aceptara la propuesta de Dazai. El segundo mencionado, no parecía del todo contento, y estaba ahí, mirándolo de pies a cabeza ya hace más de cinco minutos sin moverse de su lugar.

El pelirrojo comenzaba a sudar frío.

—¡Ya estoy de vuelta, petit!— Anunció, volviendo a escena el castaño, trayendo entre sus manos unos papeles y un lápiz.

  Akutagawa se acomodó al escuchar aquello, y el más bajo tragó en seco.

—¿Qué es eso?— Preguntó finalmente.

— Son los diseños que estaba pensando para tí.

— Wow. — Se acercó curioso para observar mejor. Dazai le pasó algunas hojas para que los mire.

La primera hoja, tenía el dibujo de un traje sencillo acompañado de un sombrero rojo, con listones dorados pegados por toda su estructura. La segunda, algo más extravagante, era un vestido corto con capa, las puntas del vestido tenían espinas y en la mano, había una copa de vino como accesorio. La tercera, era el torso descubierto de Chuuya, y abajo un pantalón de color blanco salpicado en rojo.

— Son bonitos, pero,¿qué significan?

— Lujuria. El exceso de rojo es por tu cabello, las espinas fueron mi toque, eres bastante afilado, eso es sexy. — Tras un leve sonrojo del contrario acompañado con una sonrisa, continuó— Esos son los diseños más tranquilos de la colección. Mi idea es ver tu salvajismo al cien por ciento ese día.

—¿Salvajismo?— Preguntó con confusión. —¿Tú me ves salvaje?

— No, yo no te veo salvaje, tú eres salvaje petit. Esa manera tuya de seguir lo que te apasiona a pesar de lo que todo el mundo diga, esa forma de gritar con los ojos llenos de rabia, ahh~

Dazai se dejó caer en uno de los sillones del lugar, sin dejar de sonreír con los ojos cerrados.

— Yo no lo veo para tanto.

—Deja la modestia petit.— Se levantó nuevamente al observar como Atsushi comenzaba a sacar medidas al más bajo.

— Tienes las medidas exactas para alta costura— Se sorprendió el menor— Tu cuerpo es perfecto, excepto por tu altura.

— Sería baja costura en su caso— Se burló Akutagawa, recibiendo las miradas asesinas de su pareja y de Chuuya.

— ¿Y si mejor vas por algo para comer?— Preguntó Dazai, claramente eso era más una orden que otra cosa. El pálido chico chistó y salió del lugar para buscar comida.

Durante una hora estuvieron viendo el resto de diseños, las telas y accesorios que usarían, entre otras cosas. Cuando Akutagawa llegó, hicieron una pausa para comer y charlaron un montón.

Chuuya se sintió como en casa por primera vez desde que se mudó a esa ciudad.

—Nos vemos mañana, petit. ¿Tienes cómo volver a casa?

Se mordió el labio al notar que ya había oscurecido, y realmente no sabía si seguirían habiendo buses a esa hora. Dazai, como adivinando, volvió a hablar.

— Yo te llevaré.

Fueron hacia la parte trasera del lugar, donde reposaba un vehículo color gris oscuro.

—¿Es tu auto?

—Sí, pero no me gusta usarlo mucho. — Abrió la puerta del copiloto, invitando al chico a pasar.

Ya dentro, puso una melodía tranquila como fondo y se dispuso a salir de ahí, para dirigirse a la casa del pelirrojo.

— Solo guíame,¿está bien?

El contrario asintió, más no duró ni cinco segundos despierto, pues la música y el aromatizante del vehículo le jugaron en contra. Nunca había sentido tanta paz en un lugar.

No se dio cuenta del tiempo que había pasado, pero despertó cuando el sonido de una bocina se escuchó. Estaban varados en el semáforo.

— ¿Dónde- ¡Ah tenía que guiarte!

Dazai soltó una risa al escuchar la voz contraria.

— Por fin despiertas, ya temía estar conduciendo a la nada.

—¿Para dónde vamos?

— Realmente no lo sé— Confesó divertido— Yo sólo conduzco.

—Serás tonto... — Chuuya se acomodó en el lugar y con sus puñitos se restregó los ojos para despertar mejor.

Minutos después llegaron a su departamento, y el pelirrojo ofreció al contrario pasar, pero éste se negó, excusándose con que ya era muy de noche y debía terminar trabajos pendientes de la universidad.

  Durante cuatro días de seguido esa fue su rutina, hasta que en el quinto día el castaño aceptó quedarse a dormir con él.

—¿Quieres algo para cenar? Vi que no probaste bocado de lo que Aku compró para la cena en el Atelier.

— No realmente, el que debería dejar de comer lo que Aku lleva para cenar eres tú, mira que tus medidas perfectas pueden desaparecer.— Se burló.

—Cállate. —Bajó la mirada apenado ante el comentario. — No es culpa mía que ustedes coman tan mal.

El castaño se encogió de hombros y como si estuviera en su casa, se acostó en el sofá.

Observarlo ahí, con los ojos cerrados y sin pronunciar palabra alguna, con un semblante serio casi al borde de pintar su rostro en tristeza, provocó en Chuuya una sensación extraña, como si el solo hecho de que estuviera presente en ese momento, de esa forma tan vulnerable, fuera suficiente para que se echara a llorar.

Recordó entonces la mala suerte que Dazai había tenido con sus modelos, y como nunca pudo presentarse a las competencias por eso, y deseaba que esta vez fuera diferente.

Daría todo de sí para que esta vez fuera diferente.

—¿Por qué aceptaste quedarte hoy? — Preguntó.

— Mm — Abrió los ojos extrañado por la pregunta, pero no tardó en responder con desinterés— Porque llevas días pidiéndomelo.

—¡¿En serio por eso?!— Se molestó. — Si no querías no te quedabas y punto, yo solo te invité a pasar por cortesía.

—¿Seguro?

—Sí. ¿Quién demonios te crees que eres?¿Taylor Lautner?

Osamu soltó una carcajada ante esa pregunta y se levantó con toda la intención de irse.

— Bien, entonces me largo.

El pelirrojo se mordió el labio inferior, tampoco quería que se vaya.

—¡Espera! No era para que te lo tomes así.

—¿Quién demonios te entiende petit?— Habló con un tono de burla disfrazada, acto seguido volvió a sentarse en el sofá pero esta vez estiró a Chuuya del brazo acomodándolo a lado de él.— No tuve un buen día hoy, no me hagas perder la paciencia— Amenazó tranquilamente, tocandole uno de sus mechones de cabello rojo.

Chuuya pensó entonces en la llamada que había recibido esa tarde en el Atelier, después de eso había cambiado su actitud.

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