Había pasado exactamente una hora desde que ordenaron. El ambiente era sumamente aburrido y la música daba un aire de que en cualquier momento caerían dormidos ahí mismo.
Dentro de la cocina, dos personas se debatían sobre qué hacer para que el pelirrojo estuviera a salvo.
—Pero si ya no lo notó en esta hora que pasó, dudo que lo note más entrada la noche.— Razonó la chica.
— Ve a servirles su cena para que se larguen de una vez— Ordenó, todavía algo nervioso el menor. Era tan absurdo que luego de un año, Dazai volviera a aparecer frente a Chuuya, con lo mucho que a este último le estaba costando soltar.
Como una persona que estuvo en el proceso de dolor, decaídas y sanación de su amigo, además del claro interés amoroso que todavía sentía por él, al chico no le gustaba para nada este sinsentido.
Además, ¿quién demonios era el extranjero que trajo consigo?
—Dazai, come. ¿No te gustan los fideos?— Preguntó, con algo de preocupación, el pelilacio.
— No es eso... — Suspiró el castaño. — Siento que si como algo de acá, moriré envenenado.
Fyodor no entendía mucho el punto de su novio, pero ya no preguntó más.
— Si quieres, puedes comer del mío. — Sonrió, algo cansado. Especialmente esa noche, Dazai estaba siendo distraído y extraño.
— No, tú come. Creo que iré al baño— Anunció, para finalmente levantarse y desaparecer por el pasillo.
Una vez llegó, se tiró al lavamanos y atajó sus ganas de vomitar. Abrió la canilla, mojándose el rostro, cuello y manos en el proceso.
Dios, quería irse antes de cometer alguna locura. Chuuya claramente no era el mismo, pero eso no quitaba que todos los sentimientos al verlo, volvieran a florecer. Estaban ahí, Dazai los sentía de una forma tan latente.
Llegó un punto en que pensó acercarse, pero eso no sería justo.
Ni para Chuuya, ni para Fyodor.
Su corazón saldría por la boca en cualquier momento.
Chuuya pintaba a la sexta pareja de la noche, fingiendo una sonrisa cada vez que entregaba su obra terminada. Estaba exhausto, a tal punto que sus pestañas le pesaban. No veía la hora de que la gente se vaya y terminar aquel agonizante día.
Una vez la pareja se levantó y agradeció al chico, este de un bostezo guió su vista hacia la entrada del baño.
Su corazón golpeó. Su cuerpo comenzó a temblar y su frente sudaba. Creía ver una figura que su cerebro habia bloqueado.
¿Estaba alucinando?
Su respiración era agitada, como si le estuvieran fallando los sistemas. Se frotó los ojos con ambos puños de forma desesperada y volvió a mirar, ya no había nadie.
Estaba cansado, era solo eso.
Dazai regresó junto a Fyodor, quien ya había pagado la cuenta y descansaba su mejilla por sus brazos apoyados en la mesa.
—¿Te sientes bien? — Preguntó el castaño.
— Eso te pregunto yo a tí.
— Fyodor...
Suspiró, era mejor no empezar ninguna pelea ahí.
— Olvídalo. Vámonos. Tengo algo de sueño.
Una vez se levantaron, estaban a punto de cruzar la puerta y como si algo le hubiera llamado magnéticamente a voltear, Dazai echó un último vistazo al lugar, buscando algo, o mas bien a alguien.
Para sorpresa suya, fue topado. Justo en el momento que Nakahara se levantó de aquel asiento observó a dos altos hombres apunto de salir, y en el momento que uno de ellos se voltea, chocan sus miradas.
Era él.
No estaba alusinando, no era el cansancio. Estaba seguro que era él. Era Dazai.
El castaño gira la vista velozmente y sujeta la mano del sujeto frente a él, saliendo ambos antes de que Chuuya siquiera pudiera procesar lo que sucedía.
Una vez que se dio cuenta, Chuuya corre hacia afuera, mirando por todos lados para encontrar aquel rostro tan familiar. Desesperado.
Tras él, salió Tachihara.
—¿Chuuya?— Preguntó, esperando que el pelirrojo le diga lo que acababa de pasar, sabiendo de sobra la respuesta.
— Era él, era Dazai.— Habló, más para sí mismo que para su amigo. — Sé que era él.
— Chuuya... — Suspiró, cerrando los ojos y abriendo los brazos para que su amigo se vaya acercando poco a poco.
El más bajo se achicó una vez su cuerpo se pegó al de Tachihara, sintiendose el ser más diminuto del mundo. Todos los sentimientos que había oprimido salieron en un estallido y las lágrimas no tardaron en traicionarlo.
Sentía que volvía a aquel profundo pozo.
— Era él... — Se quebró.
En el hotel, Dazai no estaba mejor ni mucho menos. Una vez llegaron, Fyodor cayó dormido y el castaño pudo soltar sus emociones contenidas.
Aquel choque de miradas con Chuuya, fue suficiente para desestabilizarlo. Tenía que verlo, esa era su conclusión.
No podría regresar a Tokio sin verlo primero, sentirlo al menos una vez más.
Su confusión se apoderó de él y cuando Fyodor volteó a abrazarlo adormilado, la culpa se mezcló en su cabeza.
El reloj marcaba las dos de la mañana, y no había pegado un solo ojo. Acomodó a Fyodor para levantarse, ponerse las zapatillas y salir a caminar. Necesitaba pensar.
No tenía idea de a dónde iba, pero el viento mezclado con el sonido de los insectos en la noche, lo relajaba. Sus pasos lentos, sus brazos cruzados, y sus pensamientos comenzaban a alinearse; la luna llena, la piel de gallina por el frío, y su rostro comenzaba a ser más apacible.
Eso y hasta que aquella escena de tranquilidad fue interrumpida por un tarareo. Un tarareo de una voz bastante conocida.
Caminó a paso veloz hacia aquella voz, y sus pies se congelaron al estar frente a frente con el dueño de esta.
Ninguno de los dos emitió sonido alguno hasta pasados tres minutos más o menos, cuando el contrario se animó a hablar.
— Tanto tiempo, Dazai.
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Petit Muse
FanfictionDónde Chuuya Nakahara es la inspiración de un diseñador. O dónde Osamu Dazai participa de un concurso de diseñadores y encuentra inspiración en un modelo de 1,60cm. • Historia Soukoku • Los personajes y fotos no me pertenecen, son del manga/anime b...