Cap. 17: Sólo mi amigo.

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Los días eran bonitos en su ciudad. Su rutina se había vuelto tranquila al no ir a castings y tener que recibir rechazos constantes. Allí nadie lo rechazaba, todos estaban fascinados con "el hermano de Kouyou" como se lo conocía.

A la mañana salía a trotar para respirar el aire del lugar. Por las tardes iba al restaurante y atendía a los clientes que, con la llegada de Tachihara habían aumentado considerablemente. Y una vez en casa por las noches, se tiraba a dormir.

O eso es lo que creía que podría hacer.

Su cabeza era un caos de noche. ¿Por qué? ¿Por qué había abandonado a sus amigos cuando más lo necesitaban? ¿Por qué sabiendo lo importante que era aquella competencia quiso irse? ¿Por qué no podía dejar de actuar impulsivamente?

¿Por qué extrañaba tanto a Dazai?

Eran preguntas frecuentes que se hacía a sí mismo en lugar de rendirse al sueño. Estaba atormentado con la idea de que el castaño lo odiara, porque apesar de que era el hijo del asesino de sus padres, él no podía hacerlo.

Odiar a Dazai era como si cayera nieve en Paraguay.

— ¿Puedo pasar?— Dijo una voz femenina.

— Sí, no puedo dormir— Respondió.

— Te traje té verde. — Confesó, colocando el té en la mesita de luz y sentándose en el borde de la cama— ¿Cómo va tu estadía aquí?

— Es tan acogedor estar en casa, hermana— Sonrió, sentándose y tomando el té— Debí haber vuelto hace mucho.

— Debiste hacerlo. Me alegra que finalmente hayas desistido a modelar, no era lo tuyo. — Chuuya la observó con algo de tristeza en los ojos. Sabía perfectamente que su hermana nunca confío en él y ahora le estaba dando la razón.

Por algún motivo, aquello le dio en el ego.

— Supongo... — Respondió y bajó el té para acomodarse nuevamente. — Voy a dormir, que descanses.

— Sí— Sujetó la taza y cuando se dispuso a salir volvió a hablar— Ah, una cosa más. Mañana deberías salir con Tachihara y distraerte un rato.

—¿Y eso?

— Solo hazlo, desde que llegaste andas algo separado de él.

Tenía razón. Cuando la mujer cerró la puerta tras de sí, se dio la vuelta en la cama y pensó en que debería hablar con Tachihara, después de todo era su mejor amigo.

A la mañana siguiente, luego de desayunar, lo invitó a caminar con él por la ciudad. Se les habían pasado las horas y fueron a una cafetería cuando el hambre volvió a aparecer.

— Mira, te traje un rico sándwich de aguacate— Habló contento el más alto.

— Ñam— Respondió el chico, dando pequeños aplausos de emoción—¿Y tú qué almorzaras?

— No tengo hambre.  Me conformo con que tú comas.

   Dio un mordisco a su sándwich, luego otro y otro. — Por lo menos compra un café, me es incómodo comer así. — Admitió.

— Se nota, ya llevas la mitad del sándwich en tres mordiscos.

Chuuya le dirigió una mirada que bastaba para que Tachihara se levantara y fuera a pedir algo por más que no quisiera.

Volvió con un pedazo de tarta de limón.

— Muy bien, ahora come — Ordenó Chuuya, con un tono burlón puesto que el contrario siempre lo obedecía.

Era como si Tachihara fuera un perrito.

Más tarde, terminaron acostados en el césped del parque mirando nubes y riendo de las formas tan extrañas que le daban. Era como si cualquier pensamiento problemático o coherente desapareciera al reír al lado del otro, como si volvieran a ser niños.

— Ay— Exclamó Chuuya— Necesitaba esto en serio. Gracias.

Tachihara iba a voltearse para dejar de mirar el cielo y prestar su atención a Chuuya, pero éste acomodó su cabeza en el hombro contrario, abrazándolo por la cintura y cortando todo tipo de espacio personal en ambos. Claramente sin otras intenciones de por medio, más que el de sentir la calidez de su mejor amigo.

Pero Tachihara, aunque sabía perfectamente eso, no podía evitar lo que le provocaba. Su estómago se revolvió y sus mejillas se sonrojaron a un punto vergonzoso. Intentó hablar, pero no le salía.

— ¿Todo está bien? —Inquirió Chuuya, soltando un poco más su agarre.

— Yo... bueno... Chuuya... — Suspiró frustrado e intentó hablar nuevamente — Creo... yo... eh.

—¿Sí?

— Na... — Se sentó de golpe, haciendo que el pelirrojo suelte su agarre y lo observe fijamente, mientras acomodaba su peso corporal por el codo izquierdo— Chuuya... yo... bueno... hay algo que quiero decirte.

El estómago del mencionado se inquietó, como si le hubiera caído malditamente mal la comida de esa cafetería, pero era sólo la posibilidad de que Tachihara le diga lo que él llevaba ignorando hace ya un tiempo atrás.

Chuuya no es estúpido. Si deja pasar algo es simplemente porque no lo ve necesario de resaltar. O en casos como éste, porque le importa demasiado que prefiere ignorar.

Finalmente el contrario había tomado el coraje para querer decírselo.

— Chuuya... me gust...

— ¡No lo digas!— Interrumpió. — Te pido por favor que no lo digas, no hoy.

— Pero... es que me es... — Observó los suplicantes ojos azules que prácticamente le rogaban que se detuviera. Suspiró retractado. — Bueno, al menos no tuve que escuchar un rechazo directo.

— Te lo estoy ahorrando. Tú no dices lo que quieres decir y yo no rechazo lo que sea que me propongas. — Bajó la mirada, algo culpable por tener que hacer aquello, pero firme en lo que dijo.

¿Por qué de entre todos los hombres era su mejor amigo quién estaba enamorado de él? Era el típico cliché de novela dónde el pobre Tachihara sería su escape a todos sus problemas y sus sentimientos por Dazai.

No sería tan mierda como para empezar algo porque estaba despechado con el diseñador.

Tachihara levantó el mentón de su amigo, provocando que lo observara y regalandole una sonrisa cálida. Su corazón se relajó al notarlo.

— Hey, lo entiendo. Sólo no le digas a nadie que ni siquiera me dejaste terminar de hablar por favor— Se burló, riendo agridulce.

— Perdón. — Volvió a repetir, bajando nuevamente al piso su mirada.

— Vayamos a casa.




Volviiii, tenía que terminar el colegio y ahora estoy a full con la uni, feliz 2024!♥︎.

I'm sorry por dejarles re en el suspenso😭

Petit MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora