Cap.10: Choque con el pasado.

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Dazai Osamu fue un niño que si bien tuvo una infancia bonita junto a su madre, siempre sintió el vacío paterno. Esa presencia masculina en su vida, que no necesitaba completamente, pero le hacía falta experimentar. Todos sus compañeros de escuela tenían a sus papás juntos, ¿por qué el suyo no lo quería?

No pensaba en eso todo el tiempo, prefería ignorarlo. Encontró su gusto por diseñar cuando a su mamá se le rompían los trapos de cocina, y en lugar de repararlos, él le hacía miniblusas o shorts de ellos. La mujer se convirtió en su "Musa"

Cada vestido diseñado, cada prenda dibujada por montones, todas eran inspiradas en su querida madre y en el sentimiento de felicidad que tenía cuando cocinaba su platillo favorito, le leía cuentos o paseaban juntos por el jardín.

Fue por eso que, cuando la mujer cayó enferma, toda gana de querer diseñar desapareció.

¿Papá no piensa venir a verte si quiera una vez?—Se quejó el chico de diez años de edad.

Amor, papá está ocupado. No lo odies si no viene.

Pero... el doctor dijo que te quedaba poco tiempo, ¿no piensa despedirse?— Volvió a hablar, esta vez con sus lágrimas amenazando con salir.

Ya vendrá mi cielo. Ya vendrá.







— Ella murió y nunca viniste. Si en ese tiempo que más te necesitábamos, tú no estabas presente, nada te da el derecho de venir ahora. —Reclamó con un claro tono de odio en su voz.

—Osamu, si pudieras escuchar mi versión de las cosas, capaz perdonarías mi ausencia de años.

— Lo dudo. —Dijo cruzándose de brazos, claramente esperando su explicación.

— Estuve preso injustamente, hijo.—Habló, ignorando que el contrario fingía no querer escucharlo— Hace unos meses me liberaron y vine a buscarte para enmendar nuestro lazo. Tu madre sabía que no fue culpa mía la muerte de aquella pareja, pero no tenía las agallas para decirte que estaba preso.

—¿De qué demonios estás hablando?

—Yo... fui acusado de matar a una pareja. Intenté desviar mi carril porque ambos venían directo a mí y perdí el control del vehículo, cuando salté para salvarme del impacto pude ver prenderse fuego todo. —Agachó la cabeza con notoria tristeza por su relato. — Realmente no fue culpa mía, intenté salvar la situación, yo no quise hacerlo— Habló, ya con algo de desesperación.

—¿Fue eso?— Consternado, Osamu no sabía exactamente si creer o no lo dicho por el pelinegro. —¿Y por eso desapareciste de mi vida desde que tenía cinco años? ¿Por eso abandonaste a mamá en su lecho de muerte?

—Perdóname hijo. Realmente lo lamento.

—Yo también. —Sentenció y se dio la vuelta como para retirarse, sintiendo que no tenía más nada que decir ni que escuchar.

—Osamu... —Lo detuvo—No voy a rendirme.

Cuando se dio la vuelta con sorpresa ante la declaración, sus ojos lagrimosos y sus labios apretados por la tristeza melancólica que recorría en su cuerpo, el hombre ya estaba caminando hacia la salida del lugar.

Volvió a adentrarse a su sala de clases unos segundos después.

No le creería todos esos sucesos de novela,¿o sí?

Fuera de la universidad, dos pelirrojos charlaban animadamente sentados en los columpios de un parque.

— ¡No puedo creer que fueras tan tonto como para tomarte eso Tachihara!— Carcajeaba el más bajo, pues el contrario le había contado que en clase debía cocinar una ensalada rusa y en lugar de vinagre, le puso detergente a su platillo. —¿Tantas ganas de lavar los platos tenías? —Se burló.

— Ya Chuuya—Dijo apenado- La profe me miró con una cara... —Y con eso bastó para que el ojiazul siga riéndose escandalosamente.

Solo paró de reír cuando su celular recibió una notificación y al revisar vio un mensaje de Dazai.

"Petit,¿Podemos hablar en el Atelier? Ven antes que Atsushi y Aku"

No dudó en levantarse del columpio y arreglarse la ropa como para ir rumbo allá.

—¿Pasa algo, Chuu?—Preguntó, ante el evidente cambio en el semblante del chico.

—Dazai quiere hablar conmigo, y voy a ir a ver qué sucede.

— ¿Ahora?—Su voz salió con claro fastidio.

— Sí, lo siento Tachi, creo que comeremos juntos en otra ocasión.

Y dicho eso, Chuuya emprendió camino al Atelier, dejando atrás a un pelirrojo algo frustrado por el rechazo a su invitación.

—¡Dazai ya llegué!— Exclamó en cuanto abrió la puerta del abandonado bar, sus ojos lo buscaron—¿Qué sucede? — Divisó al más alto sentado en la butaca cerca de la mesa donde se servían los tragos, y fue a sentarse frente a él.

— Ya hablé con aquel hombre, dime... ¿Qué te dijo exactamente?

— Él... estaba buscando a su hijo, solo eso me dijo, que buscaba a un chico que estudiaba diseño de moda en tu universidad.

— Él es mi padre. — Confesó.

—Lo sé.

Dazai suspiró, él no era de dar explicaciones, pero sentía que Chuuya se las merecía.

—Lo siento, debí explicarte que el que me llamaba era aquel sujeto. Yo no tuve buenos recuerdos con él— Suspiró— ¡Qué va! Ni siquiera tengo recuerdos con él, fue alguien ausente en mi vida desde los cinco años.

—Comprendo. — Realmente no entendía qué debería decir ante una situación así, sentía que él no merecía explicaciones en absoluto. —¿Por qué me cuentas eso?

— Porque te traté un poco mal antes, y no quiero que sientas que hiciste algo malo cuando no es así.

El estómago de Chuuya se revolvió. Sí había sentido que por el tema de su padre, Dazai cambiaba su semblante, y esto muchas veces lo tomó por sorpresa, de ahí a que el contrario lo notara era demasiado para el más bajo.

—No hay nada que explicar ni que perdonar. No te preocupes—Sonrió dulcemente.

Como si de una flecha se tratase, aquella sonrisa atravesó en lo profundo al castaño. Ya sensible con la situación de por sí, no notó cuando sus brazos rodearon al más bajo por la cintura y su cabeza reposó en su cuello, dejando caer pequeñas lágrimas. El pelirrojo ablandó su cuerpo al tacto y guió su mano derecha a la cabellera contraria, acariciándole despacio.

— Todo va a estar bien. —Murmuró, y al ser escuchado por Osamu, éste lo atrajo más hacia él.

Petit MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora