Cap. 13: Recuerdos (1K🥳)

387 49 8
                                    

Había vuelto a Hiroshima. Llegó en la madrugada y hubiera llegado antes si su querido amigo Tachihara no hubiera viajado con él.

Flashback:

— Debo irme, mi hermana me necesita, nos vemos en unos días.

Se abrazaron tan fuerte, como si estuvieran despidiéndose para no verse por años. De momento, Tachihara recordó algo y se soltó del abrazo velozmente, para tomar a Chuuya por ambos hombros.

— ¡Yo puedo ayudar! Soy estudiante de gastronomía. Capaz haya algo en que pueda ser útil en el restaurante de tu hermana. — Explicó con felicidad, y sin esperar a que el contrario refute alguna cosa, fue a buscar sus cosas.

Nakahara suspiró, para luego dibujar una sonrisa reluciente en el rostro. Necesitaban toda la ayuda posible para levantar el restaurante de su familia.

Y así, fue que terminaron llegando en la madrugada. Ahora se encontraban en la puerta de la casa de Kouyou, y tenía miedo. No había visto a su hermana hace tiempo, ¿qué habrá sido de su vida? Siempre hablaban solo de él.

Golpeó la puerta dos veces y una hermosa mujer atendió.

—¿Chuuya?— Preguntó, con los ojos llorosos y se lanzó a los brazos contrarios, abrazándolo—¡Te extrañé tanto mi niño!— El contrario correspondió y permanecieron abrazados unos cuantos segundos.

—¿Podemos pasar? Cuéntame todo.

Se adentraron a la casa y allí, Kouyou contó que el año pasado habían tenido mucho éxito como restaurante, pues la zona era visitada por turistas y siempre terminaban comiendo ahí. Lastimosamente esta vuelta su chef falleció y ella tuvo que verse con sus camareras para cocinar, cosa que no era muy bien visto para los que visitaban el lugar, por lo que dejaron de frecuentar.

— Entiendo. Entonces no viajaste en vano— Dijo Chuuya, mirando a su amigo.

— Oh. ¿Acaso cocinas?— Preguntó la mujer. — Creo que no nos hemos presentado aún.

— No, error mío. Soy Tachihara, y soy estudiante de gastronomía, vine porque capaz podría serles de ayuda.

— Kouyou— Se presentó la mujer, estirando su brazo para que el contrario le estrechara la mano y éste lo hizo.

  Luego de mucho tiempo, Chuuya volvió a dormir en su habitación de cuando era niño y sintió como su estómago se revolvía de recuerdos. Mientras que, como no tenían otra habitación para Tachihara, éste tuvo que dormir en la habitación de los padres fallecidos de la familia.

Mala idea, pues él realmente era un chico miedoso cuando de fantasmas y cosas sobrenaturales se trataba. Más miedo sentía porque ya eran las tres de la mañana, y no había pegado un ojo, comenzando a alucinar y escuchar atentamente cada sonido.

— No hay nada... claro que no.— Se repetía acostado en la cama matrimonial que alguna vez perteneció a la pareja. — No... hay... — El sonido de la ventana rechinando lo hizo levantarse de la cama. — Chuu...

Iba a terminar de hablar cuando la puerta fue abierta de golpe y como si se estuviera por quedar sin pulmones, se puso a gritar.

—¡Oye, Oye!— Decía el chico, intentando calmarlo— Soy yo, Tachihara soy Chuuya. — Cuando el contrario se calló y aligeró su manera de respirar, colocó sus manos en los hombros de éste y siguió— ¿Estás bien?¿Quieres que duerma contigo?

Tachihara asintió repetidas veces. Ahí estaban, tres y media de la mañana, luego de un agotador viaje y un gran susto por parte del pelirrojo más alto, intentando ambos dormir en la misma cama.

—Chuuya, ¿cómo eran tus padres?— Preguntó de la nada, rompiendo el silencio, sin abrir los ojos.

— Eran personas realmente agradables, no recuerdo demasiado de ellos la verdad. Mamá era hermosa y papá un muy mal bromista. — Respondió, tampoco abriendo sus ojos.

— Oh, me hubiera gustado conocerlos.

— Estoy seguro que te hubieran querido como a un hijo. — Aquello llenó de felicidad a Tachihara, por lo que decidió ignorar el comentario que le acompañó— Ya que eres casi como mi hermano.

— ¿Cómo murieron tus padres?— Se animó a continuar con el interrogatorio, sabía que a Chuuya no le molestaba hablar esas cosas con él y realmente tenía curiosidad sobre eso desde hace tiempo.

— En un accidente automovilístico, un hombre perdió el control de su vehículo y se presume que estaba borracho al momento del choque.

— Oh, comprendo— Dijo, pensando en si fue buena idea darle cuerda a ese tema.

— A veces me pregunto, si mis padres hubieran estado conmigo durante mi adolescencia,¿hubieran apoyado mi sueño? ¿O me hubiera quedado aquí siendo camarero toda la vida?

El pelirrojo suspiró, tal vez se estaba abriendo demasiado a él. Tachihara abrió los ojos entonces, llevando su mano izquierda hacia la mejilla contraria y dando suaves caricias, sonrió.

— Yo creo, que ellos hubieran apoyado cualquier sueño tuyo si vieran la manera en la que te esfuerzas todos los días. Tienes una dedicación tan grande, que merece el respeto y apoyo del último hombre sobre la tierra, Chuuya. — Ante esas palabras, el más bajo no pudo mantener sus ojos cerrados, así que el océano azul que tenía como mirada, arrasó con el corazón ajeno.

—¿Tú crees?— Sonrió, sin esperar respuesta en realidad— Si tú lo dices debe ser cierto. — Se acercó más al chico y lo abrazó— Buenas noches.

— Buenas noches.

  Cuando la luz del sol comenzó a molestar dentro de la habitación, Tachihara despertó. Miró a su alrededor y el hombre con el que estaba abrazado anoche ya no estaba ahí. Con toda prisa, se puso los zapatos, acomodó la cama y bajó.

— ¡Buenos días!— Saludó la dueña de la casa— Hice panqueques y café, ve a sentarte.

—¿Dónde está Chuuya?— Preguntó, una vez se acomodó en la mesa.

— Ah, fue temprano a recorrer la ciudad, dijo que trotar por las mañanas le hace bien.— Tachihara suspiró—¿Por qué preguntas?

— Nada en específico. Curiosidad. — Respondió.

— Acaso,¿te gusta mi hermano?— Preguntó, levantando la ceja y no pudiendo evitar reír ante el rostro que puso el interrogado.

Estaba rojísimo.

—¡No! É-el es un her-hermano para mí.

— Ajá. — Cruzó sus brazos y se apoyó por la pared, sin dejar de mirarlo, pero cambiando su sonrisa por una mueca disconforme. El pelirrojo suspiró.

— Bueno... tal vez si me guste, un poquito.

Ante esa respuesta, la fémina gritó emocionada.

—¿Y él siente lo mismo?

— Lo dudo.

—¿Por qué?

— A Chuuya... — Se acarició el brazo, nervioso— Creo que le gusta alguien más.

Mientras tanto en Tokio.

Un muy desanimado Dazai se dirigía a su universidad. No había dormido bien aquella noche, y la verdad no tenía ganas de asistir a clases. Pero las tareas se le habían acumulado y su inspiración estaba por los suelos, necesitaba distraerse.

Para empeorar su situación, un pelinegro indeseable lo había invitado a almorzar ese día, e iba a negarse, pero algo en su corazón no se lo permitió.

Era su papá, después de todo.

Petit MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora