Cap. 15: pruebas

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Había pasado exactamente una semana desde que Chuuya se fue a su ciudad natal. Dazai había avanzado muchísimo en la colección, además de que, cuando la hora del almuerzo llegaba, se reunía con su padre para pasar el rato.
  Aunque no se quejaba de su suerte, no podía negar que le hacía falta la compañía del pelirrojo y ansiaba verlo.

Por su parte, Chuuya se alistaba para regresar a la capital. Su amigo y él llegaron a un acuerdo: Tachihara se quedaría a atender el restaurante en su lugar y terminado el desfile, Chuuya tendría que volver. Claramente hablaría con el castaño sobre lo que descubrió. No quería admitirlo pero, sentía un rencor pequeñito por él.

  Su amigo tenía razón, la sangre no tiene nada que ver con uno, pero aún así... era una sensación difícil de explicar. Como si al momento de decirle a Dazai este no lo entendería.

El día de su regreso fue directo al Atelier. Sus manos temblaron al momento de abrir la puerta, y con cada paso que daba, su corazón se sentía punzante.

—¿Chuuya?— Fue lo primero que oyó al bajar sus maletas en el sofá. Al escuchar su nombre, supo que realmente había sido extrañado. — Oh, petit. — Unos pasos apresurados que terminaron en un cálido y fuerte abrazo correspondido.

— Hola, Dazai.

— Han pasado menos de diez días que te fuiste, pero sentí que eran años sin verte— Confesó, sin dejar de abrazarlo. — Te extrañé.

— Yo a tí.

Sentados en el sofá del lugar, tomando una copa de vino de bienvenida y charlando sobre el tiempo que estuvieron separados, Chuuya decidió guardarse aquel descubrimiento para sí mismo. Claro que lo haría, más aún después de escuchar lo feliz que estaba Dazai por haber podido establecer un vínculo con su padre después de años de tormento.

No sería tan egoísta.

—Ah, y algo más— Dijo, como intentando darle un final magnífico a su charla— Ya terminé la colección, justamente anoche le di el último toque que le faltaba.

—¡Esa es una gran noticia! — Sus ojos se llenaron de brillo—¿Puedo verlo?

— Nop. — Sonrió. — Quiero que sea una sorpresa para ese día.

—Dazai... — Rezongó.— Una miradita, solo una— Insistía, señalando el número uno con su dedo. El contrario negó repetidas veces.— ¿Y si me dejas verlo a cambio de un beso?

— Mm tentador, pero no.

— ¡Dazai!— Se quejó, provocando una carcajada contraria.

— Tal vez...— Se acercó a él, acariciando su rostro suavemente con la mano derecha y bajando del lado izquierdo de su cuello, comenzando a dejar besos mojados alrededor de éste. — Si me dieras algo a cambio, te dejaría mirar mis piezas de millones.

Chuuya sonrió y tomó del rostro al chico, depositando un beso en sus labios, que luego se convirtió en otro y otro.

No podía guardarle rencor. Simplemente no le salía del corazón hacerlo y el cerebro, que le decía que tal vez no era como su padre, lo estaba convenciendo.

  Habían pasado exactamente tres días, y finalmente la gran gala comenzaría. La noche donde se decidiria quien es el mejor diseñador de la Universidad y quien merecía el premio de la beca.

Esa tarde fue una completa locura, prácticas, maquillaje, idas y vueltas, mucha emoción y sobre todo nervios.

Era oficialmente el primer desfile de Chuuya Nakahara y era la primera vez que Dazai se presentaría a la competencia con modelo. Realmente nada podría salir mal.

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