Cap. 11: Me gustas.

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A una semana de lo acontecido, Osamu dormía casi todos los días en la casa de Chuuya. A veces lo llevaba a sus castings o al supermercado para comprar cosas que faltaban en la casa. No había aparecido en la universidad esos días por dos motivos importantes:
1- El día del concurso se acercaba y estaba trabajando muy duro en los diseños, su tiempo completo eran el Atelier y el pelirrojo.
2- No quería volver a cruzarse con su padre.

— Dazai— Llamó prendiendo la luz de la sala— Son las once de la noche,¿cuando piensas dormir?

—¡Petit! Estaba descansando cuando me vino una idea asombrosa en la cabeza. — Esperó a que el contrario se viera interesado en ello y siguió—Libido.

—¿Qué?

— Quiero que saques tu esencia sexual en la pasarela.

—Dazai, ¿qué clase de conceptos tienes sobre mí?

— Me decidí a que esta colección va a contar una historia, tu historia. —Suspiró al notar la mirada que le regaló el pelirrojo, con total confusión— Esta colección va a ser tu esencia. Al comienzo mostraré prendas tranquilas, sencillas y rojas, y a medida que avanza va a ir siendo todo más salvaje, incluido tu pasarela.

— A medida que salgo y salgo voy a ir pisando más fuerte, ¿a eso te refieres?

— Exactamente, mon petit. Vas a contar quién eres en tu caminata.

La idea le parecía asombrosa, aunque en cierto modo le aterraba imaginarse a él en su primera pasarela caminando una colección inspirada totalmente en su ser. ¿No sería esa una forma muy atrevida de ingresar al mercado de la moda?

—Quiero que vayas practicando lo que sientes que debes trasmitir al mundo, y yo te prometo que no voy a decepcionarte.

—¿Y en dónde entra el libido en todo esto?

— Tu esencia sexual, es el salvajismo. Quiero esa esencia en tu pasarela y quiero esa esencia al final del desfile.

— Vaya que quieres muchas cosas — Bromeó.

— ¿Eres capaz de dármelas?

— Por supuesto que sí. 

Y así, se pasaron esa noche sin dormir, probando las pasarelas de Chuuya y riéndose de cosas sin sentido de vez en cuando. Al día siguiente, Chuuya despertó y ya no encontró al castaño en la casa, por lo que calculó que fue al Atelier como de costumbre.

Iba a ir a visitar a Tachihara, así que preparó unas galletas de arroz que al chico le fascinaban para llevarle.

—¿Son para mí?— Habló emocionado— Hace mucho no me preparabas galletas.

— Lo sé, este tiempo andaba con muchas cosas.

— Creí que te estabas olvidando de mí— Dramatizó.

— ¡No digas tonterías!— Lo golpeó en el hombro con fingido enojo y entró a la casa contraria sin esperar invitación.

Lo que vino después, fue peor que una cubeta de agua fría directa en la cara.

Eran las dos de la tarde, cuando Chuuya recibió una llamada de su hermana, diciéndole que ese mes no podría enviarle dinero, pues las ventas habían bajado y estaba despidiendo personal. Rogó al chico que vaya a ayudarla unos días,no como siempre solía rogarle, esta vez era una súplica desesperada, pero el pelirrojo entró en duda, faltaba poco para el concurso. No podía dejar sola a su hermana, pero no podía decepcionar a sus amigos del Atelier.

No podía decepcionar a Dazai.

Estaba decidido a hablar con él,cortó la llamada y salió de la casa de Tachihara rumbo al Atelier, necesitaba contarle lo que estaba sucediendo.

Cuando llegó, jadeante y con agitada respiración debido a correr, se acercó al peligris sentado frente a la máquina de coser y habló.

—Atsushi,¿Dazai vino por aquí?

— Sí, pero casi recién salió a-

No pudo terminar su oración cuando Chuuya ya se disponía a salir del lugar para buscarlo, iba a cruzar la puerta pero al ver al castaño caminando con una bolsa en la mano se detuvo.

— ¡Petit!— Saludó con sorpresa— Fui a comprar algunas cosas que te van a fascinar.

— Dazai... — Habló casi al borde del llanto. — Mi hermana...

El semblante del contrario cambió a uno serio. Lo invitó a adentrarse al Atelier nuevamente y quedaron en el pasillo de entrada. Chuuya le comentó sobre la situación del restaurante de su familia, confesó que su hermana lo necesitaba y que realmente no quería decepcionarlo pero que tampoco podía dejar sola a la mujer en esos momentos. Las lágrimas no tardaron en salir poco después.

— Ese lugar... es el único recuerdo de nuestros padres... no puede ir a la quiebra... — Lloriqueaba, limpiándose con el puño de su ropa las lágrimas y los mocos que se escapaban de su blanco rostro.

— Tranquilo, petit. Yo entiendo— Dijo finalmente el contrario, abrazándolo— Faltan unos días para el concurso, pero tu familia es importante para tí. — Acariciaba su espalda— Te ves tan delicado y bonito cuando lloras entre mis brazos— Comentó— Cómo si pudieras romperte con solo tocarte.

— Tonto— Golpeó su pecho, separándose un poco de él para mirar su rostro— Estoy entre quedarme o irme y tú solo piensas en cómo me veo.

— Es inevitable, petit. — El contrario correspondió entonces su abrazo, apretando su cuerpo contra el suyo con fuerza. El castaño sentía que en cualquier momento podría morir, ¿y qué mejor manera de morir que a lado de aquel salvaje modelo que se mostraba tan frágil solo con él?

— No voy a decepcionarte, Dazai. No voy a fallarte a días de este desfile, te prometo q-

No pudo terminar, cuando sintió como su mentón fue suavemente tomado, y sus labios sintieron la calidez ajena. No pudo gesticular palabra de queja alguna, y tampoco quería hacerlo. Muy en su interior, Chuuya deseaba aquello hace mucho.

Dazai lo había besado, y fue el mejor jodido beso que pudo probar en su vida. Ambos movían sus labios de una manera que encajaran a la perfección. El pelirrojo gimió en medio del beso, al sentir como el contrario apretó su cintura con fuerza y lo atrajo más a él. Sus miembros rozaban con cada movimiento adrede que iban haciendo para sentir más al otro.

Solo se separaron cuando la falta de aire comenzaba a molestarles, y un hilo de saliva, señal de que habían deseado ese tacto hace ya tiempo, se escapaba de sus labios, rompiéndose al estos separarse.

—Me gustas.

Petit MuseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora