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No había pasado ni tres días y ya estaba desesperado por verlo, le alegraba enormemente que su lindo esposito se las ingeniara para sobrevivir. Y más aún cuando esperaba un hijo suyo, ese bonito chico de hermosas mejillas pomposas y apachurrables que alguna vez lo vio como su hermanito menor, lo había convertido en padre de un hermoso bebecito y aún no podía creerlo. Pero de algo que estaba muy seguro, es que una felicidad enorme invadía toda su alma y cuerpo, es más, su corazón se aceleraba como caballos desbocados de tan sólo recordar a esos dos seres preciosos que tenía como familia. Sí, Young Saeng y Jimin eran su familia, aunque su lindo esposito por el momento esté enojado y resentido con él. Pero aun así, existía un hermoso ser que llevaba su sangre, sin embargo, no tenía el privilegio de estrecharlo entre sus brazos para decirle cuánto lo amaba, y eso en parte, lo deprimía.

Ansiaba poder visitarlos para saber como estaban, pero no podía, no sabía dónde vivía el menor y mucho menos su número de contacto para llamarlo. Porque pensándolo bien, nunca le pidió su número de contacto al doncel, y este tampoco se lo dio por voluntad propia aunque trabajaran juntos.

Y ahora sólo le queda añorar su dulce cercanía y en la manera de recuperarlo, y por más que trataba de hallar una solución a su problema, sólo podía ver la cara enojada de Young Saeng acusándolo de mal padre y mal esposo. Podría arrodillarse una vez más ante él con unas flores y chocolates en la mano para obtener su perdón, pero de nada serviría, Young Saeng está muy enojado con él como para recibir obsequios, quizás terminarían en el basurero como la última vez. Además de decirle que lo detesta y no quiere saber nada de él.

Lo entiende, pero duele.

Terminó de arreglarse para llegar temprano a su trabajo, como era un lunes por la mañana debía estar presentable y más aún cuando se moría por ver a cierta personita rencorosa. Así que optó por un atuendo formal para impresionar a su enojadito esposo.

Dándose una última mirada en el espejo, salió de su casa sosteniendo en su mano derecha un maletín, sin embargo no contaba que en la entrada de su casa lo estuviera esperando el detective privado que había contratado para que hiciera las respectivas investigaciones de la muerte de su padre y el fraude en la compañía.

Porque obviamente no creía que su enojadito esposo cometiera tales crímenes cuando era tan inocente, torpe y "tonto" para todo.

— Pase, por favor— Dándose media vuelta, volvió a abrir la puerta de su casa para darle ingreso al hombre. El detective privado, sólo lo siguió en silencio hasta tomar asiento en uno de los sofás de la sala. — ¿Que noticias me tiene detective Song? Espero que sean buenas— Le dijo al otro individuo.

— No sabría cómo explicarle, pero será mejor que usted mismo revise lo que tengo aquí, y haga sus propias conclusiones—. Anunció el detective privado, sacando de su maletín ejecutivo un sobre manila de color ámbar, a lo que Hyun Joong lo tomó enseguida para revisar de su contenido.

— ¿Rebecca Smith? ¿Sarah Stons? ¿Diana Roberts? ¿Laura Torne? ¿Isabella Hanson? ¿Irina Zarnet? — Mencionaba sorprendido al encontrar varios documentos de cuentas bancarias con nombres de mujeres que nunca había escuchado en su miserable vida, eran transacciones bancarias que se hicieron de la empresa de su padre a varias cuentas externas, (o sea al extranjero). Y en ninguno se mencionaba el nombre de su esposo, «Kim Young Saeng».

"Lo sabía… Mi bebé no es ningún ladrón, que tonto fui… ¡¿Pero quien fue la maldita sabandija que lo inculpó?!"

Estrujó con fuerza los documentos entre sus dedos, sintiéndose aún más culpable al darse cuenta que había sido un verdadero hijo de puta con su tierno Young Saeng. Su lindo esposo en aquella ocasión le había pedido con lágrimas en los ojos a que lo ayudara, y a cambio de eso, le dio la espalda.

PÉTALOS CAÍDOS | | HYUNSAENG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora