PÉTALOS CAÍDOS | | HYUNSAENG

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Cuando terminó de asear su escultural cuerpo bajo la lluvia artificial, salió de su cuarto de baño y se aproximó hasta su tocador, al notar que en la parte superior de la pantalla de su celular brillaba una lucesita de color amarillo, era una señal de que había recibido un mensaje nuevo, así que, tomándolo entre sus manos desbloqueo el objeto tecnológico utilizando una clave secreta para poder leer el mensaje.

Una sonrisa boba se dibujó en sus esponjosos labios rosados, por la forma en que Siwon se expresaba de él y de Jimin, con tanto cariño y afecto, realmente ese hombre se preocupaba por él y por Jimin sin que estos fueran algo suyos, quizás no llevaban la misma sangre y Jimin tampoco, pero Siwon les había dado más que cariño y amor que su propia familia. Estuvo con él desde el inicio, en los momentos difíciles de angustia y desesperación, cuando sentía desfallecer, cuando estaba triste y deprimido; Siwon siempre estuvo ahí para él, como un hermano, como un amigo, o quizás como algo más.

Cuando sentía que ya no podía más, Siwon con alguna broma cursi lograba levantarle el ánimo, y aunque sabía que en su vientre no llevaba un hijo suyo, estuvo allí también para él, cuidando y vigilando para que nada malo le ocurriera a él y al bebé, tuvo un embarazo bastante complicado, su bebé no estaba programado para venir a este mundo… A causa de una fuerte dosis de envenamiento que había recibido su cuerpo para matarlo, y el bebé como apenas estaba formándose, recibió por el cordón umbilical la misma dosis y era muy posible que saliera con mal formaciones en su frágil y delicado cuerpesito. Pero gracias a Dios, su bebé pudo salvarse, Jimin se encuentra bien, es un bebé muy sano y fuerte. Es el sinónimo de un verdadero milagro.

Siwon se había encargado de llevarlo con los mejores especialistas para salvarlo a él y al bebé, su vida pendía de un hilo y durante toda la etapa de gestación se hizo cargo de él para que nada le faltara… Asi sean vitaminas o medicinas, se encargaba de buscarlos por cielo, mar y tierra para darle de tomar. Así como también, sus antojitos debido al embarazo, al pobre hombre no le importaba salir a medianoche o en plena madrugada para hacerle feliz con sus caprichos y antojitos. Siwon había actuado como un verdadero esposo y padre, tanto para él como para su bebé, ni mil vidas le bastarían para agradecerle todo lo que ha hecho por él. Le debe más que la vida, la de su hijo y la suya.

Y su pequeño Jimin no pudo conseguir mejor padre que ese, atento y cariñoso.

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—Lo hiciste muy bien, cariño. —Siwon lo felicitó con una gran sonrisa, dejándole un tierno beso en la frente por haber superado un gran paso al convertirse en omma soltera y joven.

Traer un bebé al mundo había sido más complicado de lo que creía. El parto se había complicado mucho, tuvieron que practicarle una cesárea de emergencia para salvarlo a él y al bebé.

—¿Como está mi bebé? —Fue lo primero que preguntó, con una voz resquebrajada y débil, había quedado exhausto después de haber dado a luz.

—Bebé, está muy bien —Siwon le respondió con una gran sonrisa de felicidad. —Ya lo van a traer, dijeron que tenían que hacerle una última revisión para asegurar de que todo estuviera bien. No es que hubiera nacido mal, sino que-

—Entiendo~ No soy tonto, lo entiendo. —Young Saeng terminó por interrumpirlo, sabía perfectamente lo que trataba de decirle Siwon.

Y en ese momento, ingresó a la habitación el médico que asistía al bello doncel en compañía de una enfermera que cargaba en sus brazos a un bebé recién nacido.

—Les tengo buenas noticias, señores. Sobre todo a usted joven Heo—. Le miró por un momento al chico que estaba recostado sobre la cama con una expresión preocupada e impaciente. —El recién nacido se encuentra bien, es un bebé muy fuerte y sano. No hay nada de malo en cuanto a su formación, nació con un peso ideal de 3.200 gramos, realmente es un bebé muy afortunado porque nació con una bonita condición, es un doncel como su mamá. — Anunció el médico a los presentes, logrando disipar la tensión y ponerlos felices y contentos, sobre todo a un bello doncel que se moría de ganas por estrechar entre sus brazos al pequeño ser de sus entrañas.