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Las cosas entre ellos dos seguía igual, no había cambiado nada, Young Saeng seguía comportándose como siempre, distante, cortante y frío. Después de lo sucedido de aquella noche, el bonito doncel tomó distancia de él, y él tampoco volvió a mencionarle el tema.

Parece ser que Young Saeng no quería mencionar el tema y mucho menos discutirla, ya que cuando quería hacerle recordar lo sucedido de aquella vez intencionalmente cambiaba la conversación para evitar incomodidades, o simplemente fingía ignorancia bruta. Sin embargo, él no podía sacar de su mente esa imagen, constantemente se repetía en su mente como cinta fotográfica, había tenido el honor de volver a acariciar a su bello esposo y oír sus dulces gemidos sin que éste lo rechazara vilmente como venía haciéndolo, había sido maravilloso. Aún sentía entre sus labios y dientes el dulce sabor de la piel ajena. Su cálido calor y aroma delicioso.

Young Saeng destilada sensualidad pura y belleza sobrenatural por cuenta propia, quizás era un ángel enviado del cielo. Un precioso ángel a quien destruyó con sus falsas promesas y mentiras, quizás no era merecedor de ese precioso ángel, pero lo amaba. Y ya no sabía como demostrarle y hacerle entender que de verdad estaba arrepentido, que había cambiado y que estaba dispuesto a todo por él. Hasta dar la vida si es preciso, pero Young Saeng seguía sin confiar en él, ya que constantemente le aseguraba que muy pronto volvería a abandonarlo.

No sé con qué motivo o fundamento le decía eso, pero nunca más volvería a abandonarlo, de eso estaba seguro. Y más aún, abandonar a su pequeño hijo que no tenía la culpa de nada.

Sus errores y culpas del pasado ya lo estaba pagando con creces, la indiferencia de Young Saeng y su desamor, era el peor castigo de todos.

Sin su amor era como estar en nada, en el vacío, en la oscuridad, Young Saeng era el aire que respiraba, el amor de su vida y esa luz de esperanza que iluminaba todo su mundo. Presenciar constantemente sus desprecios, desplantes, reclamos, odios y amarguras, era como espadas de doble filo enterrandose en lo profundo de su corazón. Lo cual le hacían sentir aún más culpable. Y aunque por un momento pensaba en defenderse y refutarle por su actitud egoísta y poco infantil, no podía decirle nada, porque el menor terminaba teniendo la razón. ¿Cómo podría reclamarle algo, si él mismo había hecho todas las cosas mal? Realmente era un estúpido.

Era frustrante tener al menor cerca y a la vez no, no poder acercarse y entablar una conversación formal, su bello esposo por ratos le demostraba un poco de interés y otras veces no, lo cual lograban confundirlo, por momentos sentía que el menor se derretía en sus brazos y por ratos no, lo alejaba.

«No sé ya como recuperarte, bebé»

Cuando vio salir al menor de la casa bien vestido, maquillado y perfumado, se levantó del sofá donde se encontraba sentado para asomarse a la ventana y verlo, realmente su bello esposo lucía radiante, el hombre que lo venía a recoger todas las mañanas en un Mercedes Benz se hallaba en la entrada de la casa halagandolo… Se podría interpretar así, ya que su precioso esposo con cada gesto que hacía el perfecto desconocido, le devolvía el gesto con una sonrisita coqueta y un contoneo sensual de caderas.

«Es mi esposo maldito»

Apretó los puños al ver que ahora el hombre le sujetaba a su esposo de su diminuta cintura, y que de poco a poco iba descendiendo sus manos para "monosear" sus bien pronunciadas caderas. Y Young Saeng que no hacía nada, más bien, parecía disfrutarlo.

Y casi le sale humos de las orejas, al ver que ahora su bello esposo estaba soplandole suavemente uno de sus ojos al otro hombre, parece ser, que algo se le había metido en el ojo.

PÉTALOS CAÍDOS | | HYUNSAENG Donde viven las historias. Descúbrelo ahora