22: mentiras

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Narra Alicia

Matias me agarra del brazo, yo intento mantener la calma, no había pasado nada más allá de Matias intentar besarme dos veces, me cabree cuando iba a insistir una tercera.

Estaba harta de que los hombres pensasen que con sonreír y decir dos cosas bonitas a una chica ya tuvieran derecho a opinar por ella.

"Se que quieres" me había dicho, idiota.

- Lo siento - me dice, todos los chicos miraban la escena fijamente. Me relajo, no iba a montar un espectáculo ahora aunque ganas no me faltasen.

Me suelta del brazo cuando mira hacia mi derecha, a Gavi, que ya se estaba poniendo nervioso.

- Esta bien - me limito a decir, doy un paso cerca de mi sevillano, me analiza y me interroga con tan solo mirarle, con un gesto le saco importancia al asunto.

Aun así se nota la tensión en el ambiente, pero no solo por mi y Matias, no se que le pasaba a Alejandro hoy.

Aprovecho cuando coge asiento a mi lado para preguntarle.

- Ey ¿Estás bien? - hace una mueca, confirmando mis sospechas.

- Sin más- se limita a decir.

- Sabes que cualquier cosa estoy aquí- le digo de corazón, Alejandro era un chico que siempre tenía una sonrisa en la cara por lo que verlo tan apagado me resultaba rarísimo.

- Si tuvieras dos amigos, muy importantes para ti - comienza a hablar Balde. - y uno le está haciendo algo al otro amigo, lo cual le puede hacer daño ¿Qué harías? - me pregunta, me encojo de hombros.

- En esos casos tienes que llevarte por el corazón - digo, me quedo un rato pensativa- aunque claro depende mucho del problema... - iba a seguir hablando pero Balde me interrumpe.

- Ya veré que hago, gracias hermana- me pasa el brazo por los hombros y me atrae a su costado.

Me levanto del sofa para ir al baño, Gavira me sigue, noto su presencia en mi espalda además de su respiración cerca de mi oído.

Me agarra la cintura pegándome de espaldas a él, su mano se posa en la piel del estómago que tengo a la vista, noto sus dedos en ella como una caricia.

El tacto suficiente para que se me ponga la piel de gallina y todo subiera de temperatura, lo ocurrido en París viene a mi mente.

Me estremezco ante su tacto, me aparta el pelo a un lado y me deja un beso humedo en el cuello, deja sus labios a milímetros de mi piel, suspiro ante la ola de placer que me invade el cuerpo.

Da un leve apretón en mi cintura haciendo que suelte un pequeño jadeo, comienza a dejar un camino de besos por mi cuello hasta mi mejilla, donde me da un lambetón.

- ¡Pablo! - me quejo asqueada apartándome, su risa retumba en el pasillo, niego con la cabeza divertida. Aunque apuesto que debido a lo ocurrido tenía las mejillas totalmente rojizas.

- Eres una monada - me dice, le miro de manera fulminante, el en respuesta sube las cejas como siempre hacía, sonríe sin mostrar los dientes.

Este niño era guapísimo.

- Ven conmigo- me agarra de la mano y tira de mi a la primera habitación, cierra la puerta detrás suya y tira de mis brazos hasta la cama.

Se sienta en el borde y tira de mi para que me deje caer encima suya.

- Pablo estamos en la habitación de Alejandro - le digo avergonzada.

- Error, es la de Eddie- me corrige, abro mis ojos horrorizada.

Charm | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora