24: Jacuzzis y sujetadores

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Salgo de la biblioteca apurada ya que me había entretenido con un trabajo hasta tarde, paso por el supermercado y cojo todo lo de la lista de compra que me había pedido Pablo. La cajera me avisa que van a cerrar por lo que me apuro estresándome y poniéndome de mal humor.

Llego a la caja recibiendo malas caras, pago y voy ya más tranquila hacia el coche, ya estaba todo hecho.

Iba a venir la familia de Pablo, por lo que me había acercado parra hacerle compañía la noche anterior ya que esa era la razón por la cual tenía un apartamento para él, le agobiaba estar solo en un sitio tan grande. Sus padres y su hermana llegaban a las 7 de la mañana por lo que Pablo ya se había instalado allí.

La fama le había venido muy rápido, no tenía privacidad ninguna por lo que no se sentía seguro solo en una casa tan grande.

Cuando aparco el coche fuera y bajo ya estaba en la entrada para ayudarme con las bolsas, iba vestido con una sudadera oversize naranja, unos pantalones de Nike de tipo baloncesto y sus chanclas.

- ¿Nunca tienes frío?- le digo después de analizarlo, me atrae en un abrazo enrollando sus manos por mis hombros y deja un beso en mi cabeza.

- No, y menos si estas cerca- se separa de mi, puedo ver esa picardía tan característica de él, media sonrisa haciendo que le saliera un pequeño hoyuelo.

Me pierdo en su mirada, en lo guapo que es y lo mucho que me gustaba él, me separo de él lentamente. Me había puesto súper nerviosa, mi corazón dolía de lo rápido que latía y sentía como me ardía la cara.

En silencio cojo dos de las bolsas y él las otras tres, cierro el maletero y el coche, entramos en casa de los Paez, colocamos las cosas mientras yo le cuento como están siendo mis clases, el me escucha atentamente y me hace alguna que otra pregunta.

- ¿Se sabe algo ya de tu inscripción?- hace una pequeña mueca de desagrado por la pregunta, se encoge de hombros sin decir nada.

- Pues no la verdad, tengo miedo de tenerme que ir a otro equipo, es como que no estoy preparado- saco las cosas para hacer la cena, veo ese miedo en su cara, su amor por el Barça era enorme.

La lealtad era una de las grandes fortalezas de Pablo, se dejaba la piel por todas las personas que quería y por su equipo. Su papel en el mundial fue crucial, lo destrozado que estuvo después me rompía el corazón.

Yo no fui a Catar ya que estaba en segundo de Bachillerato, la familia me había invitado y él había insistido en que fuese, pero mis estudios eran lo primero. Eso no quitó de que cuando volvió, estuve desde el minuto uno a su lado, apoyándolo, sacándolo de casa e intentando que sonriese.

Me acerco a él, le doy un abrazo fuerte pasando mis brazos por su cintura, ya que él estaba sentado en un taburete alto, abre sus piernas para facilitarme el acceso a su cuerpo.

Lo atraigo fuerte a mi, mis pensamientos hacen eco de lo que calla mi corazón, el cual estaba obsesionado con este chico, no lo quería soltar y menos en este momento. Apoya su cabeza en mi hombro, siento su aliento pegado a mi cuello y como la piel se me pone de gallina, me da sutiles caricias por encima de mi camiseta, ya que había metido sus manos por debajo de mi sudadera.

"Por favor, no tengas a nadie más esperando por ti" repetía en mi cabeza una y otra vez, era lo que más deseaba desde que vinieron a la discoteca.

Y es que lo sabía por los libros que hay desamores que dolían y destrozaban vidas, otros que los habías confundido con cariño y amistad, y otros que, aunque se vayan de la manera más catastrófica del mundo siempre iban a estar en tu corazón, él siempre iba a amar y ponerse nervioso cuando tuviera a esa persona delante.

Charm | Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora