CAPÍTULO 19

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Hannibal se sentó en la cama al lado de Will, quien no podía dejar de mirar todas sus cosas nuevas

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Hannibal se sentó en la cama al lado de Will, quien no podía dejar de mirar todas sus cosas nuevas.

Si bien Hannibal hubiera preferido amueblar el lugar él mismo (evitando así toda la horrible tapicería y los esquemas de colores contrastantes), también había una oportunidad en esto. Will estaría más seguro de sí mismo y de su lugar en el mundo. Seria capaz de terminar su casa más rápido, aliviando así su necesidad de regresar a Wolf Trap unas cuantas veces a la semana. Y, como guinda del proverbial pastel, el primer resultado de búsqueda de "Will Graham" en Google no fue solo Will, sino una imagen de Will en los brazos de Hannibal.

Era casi tan bueno como un collar.

Will dijo, — La gente realmente me envió estas cosas.

— Sí.

— ¿Y no eres solo tú fingiendo ser otras personas otra vez?

— Si así fuera, me atrevería a decir que tu juego de sala combinaría.

La sonrisa de Will era pequeña pero agradecida. Cosa encantadora. Los verdes esmeralda de los ojos de Will brillaron a la luz del fuego. Se deslizó más cerca de Hannibal, por lo que sus muslos se tocaron.

— Tengo una cama.

— Tienes una cama.

— Tengo un auto que funciona.

— Tienes un auto que funciona.

— El Jeep... — Will entrelazó sus dedos. — ¿Ayudaste a Mary a elegirlo o simplemente le dijiste qué comprar?

El orgullo por la claridad con la que Will lo vio brotó en el pecho de Hannibal. — Chico brillante. Le dije qué auto comprar. Habría sido una pena que ella se equivocara y que tuviéramos que devolverlo.

Will sonrió, todo dientes y belleza. — Y lo habrías devuelto, ¿no? ¿Eres siquiera capaz de sentir vergüenza?

Aunque la pregunta se hizo en broma, Hannibal respondió con sinceridad. — Creo que no.

Y Will, porque era un empático (o, no, porque era Will), entendió la verdad de la afirmación. Su sonrisa se desvaneció pero no desapareció. Su pulgar acarició el dorso de la mano de Hannibal. — Cuando era niño, mi padre me hacía irrumpir en las casas de las personas y robar las sobras de su refrigerador. Siempre de noche, para que no nos vieran. Siempre casas pobres porque de otra manera no podríamos pasar los sistemas de seguridad. Él se quedaba afuera mientras yo entraba porque era más pequeño. Porque si me atrapaban, la gente se apiadaria de mí.

Hannibal observó la vergüenza de décadas tirando de los labios de Will, dolorosa incluso después de todo este tiempo. Precioso. Cuando Will no continuó, Hannibal respondió, — No se apiadaron de ti.

— No. Me desnudaron, arrojaron sobre mi cabeza la comida que estaba tratando de robar y me hicieron desfilar por el vecindario para que todos supieran que era un ladrón. — Will apretó la mano de Hannibal, sin apartar los ojos del fuego. — La vergüenza está sobrevalorada.

Paragon (Hannigram)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora