capitulo 1

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Ever Anderson :

- Tengo que irme- dije levantándome cuando comenzaron a besarse a mi lado.

- ¿Tan pronto? – pregunto Dean despegándose de la pequeña rubia.

- Pues si ya es tarde, y luego se acumula el tráfico- sonreí tomando mi mochila.

- ¿me llevas? – pregunto ella levantándose del sofá.

- Tú no te vas- Dean la jalo para sentarla junto a el otra vez.

- Tengo que irme, mamá me regañara si llego tarde- dijo levantándose.

Al salir ella se sentó como mi copiloto la mayoría de las veces se queda dormida lo cual es horrible porque de igual manera me da sueño a mí.

- Que tal todo con Lily- dijo mirando algo en su celular.

- Terminamos- dije mirando el camino.

- Oh que lamentable, hacían linda pareja- murmuro tecleando algo.

Llegamos a su casa, la cual quedaba un poco alejada de la ciudad, bueno más cercana al pueblo que la mía claramente, porque si no tendría que recorrer más camino por ella.

- ¿quieres pasar? – pregunto antes de bajarse del auto.

- No gracias, todavía me queda un camino largo por delante- dije mientras veía como se bajaba.

- Cuídate y llega bien, cualquier cosa me llamas- sonrió asomando su cabeza por la ventanilla.

- Claro adiós- y me fui, pero primero pasaría a un lugar.

Al entrar por un camino de tierra que dirigía a la playa, y a un condominio con más de 20 casas super increíbles, frene delante de una casa de dos pisos con una cerca de color blanca a la entrada, toque el timbre y espere a que abrieran la puerta.

- Me parece que estabas un poco mal- susurro la pelirroja sentada a los pies de la cama mientras se colocaba la camisa de dormir para recostarse.

- ¿a qué te refieres? – pregunte.

- A que estas un poco tensa- se recostó junto a mí.

- Creo que sí, me tocan dos exámenes mañana- le acaricie el cabello.

- ¿estudiaste? - pregunto mirándome.

- Pues sí, pero no aprendo muy bien- murmure.

- Y tú mochila- dijo levantándose de la cama.

- En mi auto- hable mirando mi celular.

Lo siguiente que vi fue ella entrando con la mochila entre sus brazos y sacando unos cuadernos.

- No voy a estudiar- sonreí tomando la almohada y acomodándola.

- No vamos a estudiar, te voy a ayudar- dijo dejando caer su cuerpo con la mochila cayendo en su pecho.

- Olvídalo.

- Es por tu bien- me dio la mochila.

- Es algebra, solo algebra- tome el cuaderno para dárselo.

- Si pues yo me llevo bien con los números- sonrió tomando lápiz y goma.

Y así fue como empezó a explicar todos y cada uno de los ejercicios, hasta que los comencé a hacer bien, hasta que aprendí a hacerlos bien, bueno me enseño.

Destinos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora