CAPITULO 18

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Sophia trayls :

cuando desperté note que la chica que había pasado la noche conmigo no estaba, mire el pequeño sofá y estaba una sudadera y un pantalón buzo con una nota encima, me levante con cuidado, me dolía la cabeza y el estomago me rugía un poco.

Al mirar la nota me di cuenta de quien había dejado esa ropa ahí para mí.

"Disculpa por no estar cuando despiertes, el doctor dijo que en unas horas te darán el alta, paso por ti en un rato.

P.D: te dejo un poco de ropa, aunque la bata de hospital de queda demasiado bien, no voy a dejar que andes enseñándole el trasero a todo el personal del hospital, nos vemos luego.

Te quiero"

Me quede uno momento procesando, ¿me había visto el trasero?, digo no es como si no lo hubiera hecho antes. Tome la ropa entre mis brazos y me dirigí al baño, cerré la puerta y me quite la bata, tenia los dedos de mi madre marcados en el brazo, me mire al espejo, se me notaban un poco las costillas y tenia unas grandes ojeras bajo mis ojos, estaba pálida además de tener el cabello enredado, me coloque un mechón tras la oreja y tome la sudadera negra que "mi novia" me había dejado, me la coloque con cuidado, mientras se deslizaba por mi piel desnuda percibí su olor, suave pero elegante, inhale profundo dejando que este invadiera cada espacio de mis fosas nasales, me coloque el pantalón buzo para proseguir a salir del baño.

No había maquillaje para cubrí mis ojeras ni mucho menos para poder disimular mi palidez, tome un cepillo de cabello que había en una repisa e intente desenredar mi cabello, quedo mejor que antes. Ordene las mantas de la camilla y mire la hora en un pequeño mueble junto a esta misma, las 12:26.

- Buenas tardes, traigo la merienda – dijo una enfermera entrando a la habitación.

- Muchas gracias – dejo la bandeja sobre la camilla.

- ¿cómo te sientes? – pregunto la misma.

- Mejor, gracias por preguntar.
Debía verme fatal.

Al memento en que se retiro me dirigí a ver lo que había en aquella bandeja, un plato de aluminio con fideos blancos acompañados por un poco de pollo, un pocillo con un poco de lechuga, y un pote con gelatina. Tome el pote de gelatina entre mis manos y camine hacia la ventana, la vista es muy bonita desde aquí, se puede ver el mar, y de paso a lo lejos el pueblo-isla, el cielo estaba nublado y por lo bajo se veían las personas con abrigos, seguramente debía hacer frio, creo que es ese día donde el verano entra en transición hacia el otoño.

Dejé el pote vacío en la bandeja, eran casi las cuatro de la tarde, me senté nuevamente en el pequeño, pero de igual manera cómodo sofá, mi mente volvía a la discusión con mi madre, a los gritos e insultos que me decía, a ver la decepción en su mirada y el rechazo que emitían sus palabras.

- ¿vas a ir a casa de Ever? – pregunto Luis mientras dejaba unas sudaderas sobre su cama.

- Si, quiero recuperar el tiempo que estuve separada de ella – miré al castaño abriendo su maleta.

- Me alegro que aclararas lo que ocurrió – me sonrío.

- ¿Qué tal vas con Hanna?

- Me parece que no es el momento indicado para estar con ella y, lo mejor seria dejar lo que tenemos hasta aquí – se sentó junto a mí.

- ¿te dijo algo?

- Somos diferentes, ella quiere muchas cosas y sueña con muchas más, yo simplemente quiero luchar por esas cosas no simplemente soñar.

Destinos cruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora